07: La noche en la que nos conocimos

309 38 4
                                    

Shinobu, luego de un largo recorrido por el bosque para buscar especias, volvió a su Finca, encontrando a sus niñas trabajando tal como Kanae les había enseñado a hacer en el caso de encontrarse solas. Una mueca de dolor cruzó su rostro a la hora de sentir un fuerte dolor de cabeza y se fue escondiendo de ellas, dejando que Aoi se encargara de calcular las deudas que tenían —tras ser la mejor en matemáticas— y que Kanao instruyera a su manera a las niñas para que curasen a sus pacientes. Ninguna de ellas notaban su presencia. Incluso si intentaba hacerles ver que ahí se encontraba a veces solo creía que no era lo suficientemente radiante como lo era su amada hermana. Creyó que sería hora de superarla, pero cada día podía aguantar menos peso sobre sus hombros. Cada vez estaba más agotada y todo su espíritu caía en cascadas. Mañana se cumplirían 2 años, cuatro meses y 8 días desde que murió y al día siguiente sería 2 años, cuatro meses y 9 días, y volvería a pensar en el siguiente día y así sucesivamente. Además, ahora que era un pilar tenía que cargar con más responsabilidades y hacerse la adulta cuando lo único que deseaba era llorar y terminar su adolescencia para tragar la realidad. A veces simplemente sentía que había madurado muy rápido, pero otras veces solo se desprestigiaba en el espejo por lo débil que era aún a pesar de tener que llevarlo todo encima.

"¡No puedes hacer nada bien!" "Mírate inútil, sigues sin superar, vives contando las fechas que pasará tu hermana muerta" "¿Por qué demonios no te mueres? Nadie te detiene" entre muchas otras clases de comentarios. Y cada vez se sentía más desgraciada. Simplemente no podía tomar el papel de Kanae, ella no era lo suficiente para siquiera llegar a opacarla, aunque sea en el trabajo. Tenía dolores musculares muy fuertes y se desmayaba tras trabajar 15 horas seguidas. Vivía pensando en la idea de morir, no entendía el propósito por el que seguía ahí, observándose una vez más en el reflejo de la tina. No quería vivir para el momento en el que las niñas se enteraran que ella nunca podría reemplazar a Kanae. Quería dejar de decepcionarlas. A veces con la mente en blanco se intoxicaba con algunas pastillas y se sumergía en la tina, pero nunca valía la pena el esfuerzo, al final Aoi siempre la encontraba con los ojos llorosos y le pedía que resistiera. No quería ser más una carga. Si seguía intentando suicidarse tan vagamente algún día toda esta historia llegaría a oídos de Giyuu, su compañero de misiones, y entonces debería pasar la vergüenza de verlo todos los días, juzgándola en silencio. O peor aún, Sanemi se podría enterar y enojarse con ella como ha estado haciendo en los últimos años. Definitivamente no quería volver a ser señalada como "Kanae" por nadie más ni que la comparen para hacerla pensar que debía ser fuerte.

Estaba tan jodida que las lágrimas se derramaban de sus ojos y su cuerpo temblaba por completo. Ya nada la hacía realmente feliz, ni siquiera ver a sus niñas allí, dándoles regalos u observándola con la misma admiración que a su hermana. A veces se atemorizaba que no le interesaran en lo absoluto ninguna de las trillizas —según como las nombraba debido a que eran tan parecidas— o siquiera sus propias aprendices. ¿Y si ya no sentía empatía por nadie? ¿Ni siquiera por sí misma?

Sus manos incontrolablemente rompieron los vidrios del espejo en un impulso. Estaba en su habitación, encerrada en su baño, por lo que nadie la oiría, aunque sí sería notorio si gritaba mucho o si intentaban forzar la entrada. Definitivamente quería hacer algo rápido, deseaba encontrar una forma de arreglárselas de una vez por todas para ya no sufrir, pero no había más que dolor a la hora de romper el espejo que poco a poco le cortaba los brazos... Y el dolor paralizaba uno de sus brazos tras haber hecho tanta fuerza con este en todo el día, trayendo y llevando cosas pesadas que posiblemente podrían quebrarlo. Los vidrios incrustados en ciertas zonas de su cuerpo y que pinchaban sus talones si se movía de su sitio no eran más que una ilusión pasajera para ella, quien ya había tenido ataques como esos en los que su único consuelo fue ella misma. De pensar en que podría morir rápido lo hubiera hecho, pero no quería que sus niñas encontrasen su cuerpo tirado. Realmente las quería sanas y salvas, incluso si no fuera una buena idea estar a su lado. Además, tenía una misión la semana que viene con Giyuu. Simplemente no era su día ni el momento adecuado. Observó la sangre chorreante que por primera vez en sus brazos no había sido de forma intencional y de lo único que se alegró es de haberse tomado la pastilla de presión, porque de lo contrario ya hubiera caído desmayada.

City of stars [RenShino/SaneKana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora