Capítulo cuatro.

198 30 9
                                    

Estaba acostado en su cama, lanzando una pelota contra el techo para luego caer en su mano de nuevo, y así sucesivamente por algunas dos horas. Esperaba a que Jackson lo pasase a buscar para ir a la escuela, pero no quería ir. No quería encontrarse con aquél chico el cuál había estado acosando, porque sabía que si lo veía, le hablaría, y eso sería horriblemente vergonzoso, y parecería un lunático. Ahora que lo pensaba bien, él nunca había visto su sonrisa, ¿tendrá una linda sonrisa? pues claro, alguien así no podía no tenerla.

Escuchó la bocina más la música que estaba demasiado baja para a lo que estaba acostumbrado, aunque estaba alta, y tres voces chillonas que gritaban su nombre. «Al parecer YoungMi y Jackson volvieron» pensó.

Tomó sus cosas, más una nota que estaba en su escritorio y salió de su casa. En cuánto entró al coche, incluso más reluciente que cualquier otro día, SunHee se tiró encima de él y le sonrió con los labios cerrados, esos que estaban maquillados de un rosa intenso el cuál le parecía demasiado a JaeBum.

Se mordió el labio inferior mientras miraba el sobre entre sus manos, uno de color blanco, con una caligrafía exageradamente perfecta para impresionar, y las letras de un color dorado brillante que solía ser su lapicera y color favorito. No solía usarla a no ser de tratarse algo importante, y esto para él, lo era.
Jamás había escrito una carta, esta era una de disculpa pero sentía que no era lo suficientemente buena, y aún así iba a entregársela.

Quería disculparse por ser un "acosador" con el chico, y había escrito algunas cosas más. Se esforzó demasiado, estuvo horas descartando hojas, llenando su cuarto de bollos de papel porque ninguna le quedaba bien, tanto cómo la caligrafía y lo que quería decirle. Porque al no poder expresarse con nadie, le costaba sacar ese lado suyo a veces.

—¡Miraa! ¿te gustan? —SunHee le mostró sus uñas rosa, del mismo color que su labial a JaeBum, sin importarle aunque notando la cara deprimida que tenía este.

—Sí, son bonitas —respondió viéndolas de reojo.

—¡Lo sé! —soltó un grito emocionada, sintiéndose orgullosa de sí misma por el trabajo que había hecho.

JaeBum notó que la vincha que SunHee tenía y su remera escotada de cuero era del mismo rosa intenso que sus labios y uñas. Sintió un odio a ese color de repente.

Lamió su labio sintiendo un líquido cálido saliendo de este. Su labio sangraba de tanto morderlo por nerviosismo. Se lo limpió rápidamente y quiso guardar la carta en su mochila, pero unas manos lo interrumpieron.

—¿Qué es esto? —preguntó SunHee, sacándoselo de las manos.

—Dámelo —dijo abriendo los ojos y forcejeando con ella para sacarle la carta.

—¡Quiero saber qué es!

—¡No es para tí, así que no te metas! —gritó. SunHee se sorprendió y soltó la carta, porque JaeBum jamás le había gritado de esa forma, ni siquiera lo había visto así de enojado. Este guardó la carta en el bolsillo más pequeño de su mochila, y todos en silencio esperaron para llegar a la escuela.

SunHee bajó rápidamente del auto y entró a la escuela, seguida de YoungMi y HeeSook, las cuáles le echaban miradas de odio a JaeBum por hacer llorar a su novia. No aguantaba más, quería dejarla y no hablarle nunca más porque sus caprichos y su dramatismo lo irritaba por completo.

Suspiró pesadamente, pensando en su carta, el chico el cuál seguramente lo odiaba y lo mal que le iría en este día probablemente.

Hoy no era un día bueno para él. Se había levantado decaído, sin ganas de hacer nada, sólo quería quedarse echado en su cama por horas, días, y olvidarse de todos, incluso de el tímido chico que caminaba delante de él, abrazando sus libros y agachando la cabeza para ignorar las miradas de burla que le daban.

El día que me enamoré • [BGyeom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora