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—Cuando te sientas mal, nunca olvides respirar y pensar en cosas que te relajen. Bebe café o un té caliente y cuando lo tengas es tus manos mira el humor salir de este, verás como poco a poco todo el dolor y la frustración acumulada se irá disipando.

—¿Como estás seguro de eso? ¿Alguna vez lo has hecho?— el castaño asintió sonriendo.

—Aveces lo hago en el trabajo ¿sabes? Es muy relajante ver cómo el humo sale, mi metáfora es que el humo es todo lo malo qué hay y que mientras sale de la taza sale también de mi. Es fácil.

—Es una buena metáfora, la usaré cuando me sienta triste— sonrió animado.

Quizás en aquel momento pensó que dicha metáfora funcionaria en su totalidad, pero en el momento en que pidió esa taza de café y miró por mucho tiempo el humo. Su tristeza y dolor no se disipaba como su hermano decía, tal vez tenía que intentarlo de nuevo y concentrarse un poco más.

Su casa estaba totalmente oscura, su madre y hermana debían estar durmiendo. Se dirigió a la cocina y calentó otro poco de café para intentar de nuevo calmar todo el remolino de sentimientos tristes y débiles que sentía en ese momento, se sentó en una silla y esperó los minutos necesarios.

Detuvo sus pensamientos en el momento en el que estuvo fuera del bar, recordó como el pelinegro lo miraba tan preocupado, sonrió al recordar cómo estaba, ese fue el único momento donde por un solo segundo de sintió de alguna forma bien. Se levantó y preparó el café para sentarse de nuevo en la mesa y ver el humo, esta vez más concentrado en desaparecer su tristeza y dolor que tenía.

Pensó en lo malo que le había pasado, pensó en aquellas ideas tontas de terminar con su vida, en lo mal que se sentía cada vez que alguien hablaba cosas horribles de él e incluso le decía cosas malas a él. Terminó pensando en su hermano, en como le daba fuerzas cada vez que se sentía mal o derrotado, recordó la forma en la que le hacía los días malos mejores y le sacaba una sonrisa fuera como fuera.

Una lágrima rodó por su mejilla e inhaló el humo que salía de la taza, sintiendo cierta paz dentro de él y aunque no fuera una paz definitiva todo lo mal que se había sentido antes había desaparecido un poco.

—¿TaeHyung? ¿Hace cuanto llegaste?— el nombrado volteó a ver a su madre la cual lucia cansada y somnolienta por el trabajo del día.

—Hola mamá, lo siento si te asusté llegue hace un rato, unos veinte minutos o más.

—¿Estabas llorando?— se acercó al chico con pasos lentos sus ojos destilando cansancio y preocupación.

—No no, solo que acabo de bostezar, y mis ojos se empañaron un poco. Estoy bien ¿Ves?— sonrió esperando que su mama creyera todo lo que decía— Tengo sueño, mejor iré a dormir. También deberías hacer eso— se levantó de su silla plantando un beso en la frente de su madre y dejándola sola en la cocina.

Al entrar a su cuarto, se lanzó a su cama y exhaló cerrando sus ojos , esperando a que su madre no pensara otra cosa de él. Vio el anillo en su mesa de noche y lo tomó viendo como la luz de la noche caía sobre él y le hacía recordar aún más a su hermano. Jugó un poco con este, dandole vueltas al rededor de su dedo y mirando el techo con la mente en blanco cayendo poco a poco en un sueño profundo.

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—Luces cansado, ¿Dormiste bien?.

—Si hyung, estoy bien. Y solo me acosté un poco tarde— el pelirrojo alzó una ceja incrédulo de las palabras que decía su amigo.

—Haré como si te creyera— el peligris sonrió rodando los ojos.

—¿Como van las clases?

—Bien.

You Are My all |KookTae|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora