14- |Loɾᑯ EꙆɾoᥒᑯ| Rareღ

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Melüdie era la hermosa hermana menor de Lindir, una media elfa que residía en Rivendel. Era la mejor amiga de Arwen y una de las elfas más bellas. Su cabello gris platinado, a diferencia de las demás elfas, era lacio hasta los hombros. Su rostro no era tan fino, dándole un toque tierno, y su piel pálida era "bañada por la Luna". Pero lo más distintivo eran sus ojos grises con destellos en color miel.

— Debemos estar a las ocho puntuales en el salón principal. Habrá una hermosa fiesta, y vendrá Aragorn — dijo Melüdie a Arwen, quien pasó de estar pensativa a llenar su rostro de felicidad.

— ¿Es verdad lo que me dices? Mi padre no me lo había hecho saber.

— Es porque apenas hoy se enteró, pero shh, guarda el secreto — advirtió a su amiga, esta solo asintió.

Tomó un poco de agua de la fuente y soltó una leve risa, tenía una travesura entre manos.

— ¿De qué te ríes? — preguntó Arwen esperando respuesta, pero la única respuesta que le llegó fue el agua que Melüdie arrojó a su cara, para después soltar una carcajada y mirar a Arwen.

— Con que esas tenemos — la mirada que Arwen le daba era algo confusa, sabía lo que se aproximaba, una batalla de agua.

Arwen tomó a la chica rápidamente por los hombros y la inclinó a un lado, pero su agarre se soltó sin querer y esta cayó al agua.

— ¡ARWEEEN! — gritó la chica. Solo su cabeza permanecía fuera del agua. Ahora la elfa de cabello oscuro era quien se reía de su amiga, que parecía un perrito remojado en el agua.

— Lo siento, lo siento, no calculé mis movimientos — dijo extendiéndole una mano, gran error. Melüdie aprovechó el momento que le brindaba la vida llamado karma y jalo a su amiga junto con ella.

Ahora ambas elfas estaban empapadas, sus miradas chocaron retándose y luego ambas rieron. Jugaban como niñas pequeñas en el agua, divirtiéndose.

Una voz grave las hizo detener su pelea. Giraron para ver quién era rápidamente; Lord Elrond, en compañía de Lindir, las miraba.

— Ada... — dijo Arwen en tono bajo.

— Mi señor — dijo apenada Melüdie tras su amiga.

— Arwen, debes comenzar a arreglarte; los invitados no tardan en llegar — dijo mirando a su hija.

— Sí, ada — pronunció Arwen y salió del agua, dedicando una mirada angustiada a su amiga.

Melüdie miró a su hermano; este solo hizo un gesto con la cabeza negando y se marchó. Eso le dolía mucho, pues su hermano reflejaba exactamente la misma mirada de decepción que la que hacía su padre.

Ella sabía que ese no era comportamiento para elfos; siempre debían ser calmados y cultos. A la vez, no era algo que a ella le molestara, pues no le gustaba que su ropa fuera escogida por alguien más ni que tocaran su cabello al peinarlo.

Se colocó un lindo vestido azul grisáceo, que resaltaba aún más su cabello y ojos, unos zapatos blancos cómodos, una cadena fina de plata con una estrella de cristal transparente y una tiara fina a juego. Estaba lista y lucía increíblemente hermosa.

Se miró al espejo y su mirada cambió. ¿Qué estaba haciendo? ¿Y si mejor se quedaba en su cuarto sin salir? Arwen tendría a Aragorn para charlar toda la noche, Lindir estaría ocupado como siempre, tras Lord Elrond o cantando. No había nada allí para ella; la fiesta que tanto le entusiasmaba ahora era nada para ella.

Se recostó en su cama y cerró los ojos, dejando que el sueño hiciera lo suyo.

Despertó desconcertada; la luz de la luna entraba por las cortinas casi transparentes. Frotó sus ojos con sus manos y se incorporó de la cama; había un silencio increíble. Su cuarto estaba retirado del salón principal, donde se llevaría a cabo la fiesta, por eso no había ruido.

Acomodó su cabello con sus manos y colocó bien su tiara, alisó su vestido y salió de la habitación.

El ruido se hacía cada vez más presente; el arpa y los cantos élficos eran tan serenos que a veces le aburría. Quería conocer los cantos de los enanos; contaban que eran ruidosos y movidos, a ella le encantaría escucharlos.

— Mel — habló su hermano, tomándola del brazo —, ¿qué haces?

— Me he venido a divertir, ¿no es obvio? — dijo tímidamente.

— Por favor, compórtate como lo que eres y no como una niña pequeña.

— Ya basta — alzó la voz, llamando la atención de todos los presentes —. Tú eres mi hermano, y estoy harta de que todos me juzguen como rara, pero no lamento no ser ordinaria como el resto. Me siento orgullosa de ser rara, de ser única — se zafó del agarre de su hermano y se marchó a los jardines, ignorando cada mirada que tenía sobre ella.

Reposaba su cabeza inclinada hacia atrás en el banco, mientras dejaba que sus pies descalzos tocaran el pasto.

— La chica de la rareza, te dicen todos ahora, ¿o era de los gritos? — se burló sin malas intenciones. Melüdie decidió no prestarle atención y siguió relajada mirando el cielo —. Lamento que te sintieras así. No eres rara, solo..., diferente. Lindir está triste, quería disculparse contigo.

— Pero si mi mismo hermano me ve como un bicho raro, ¿qué puedo esperar de los demás? — contestó. Dignándose a ver quién era la persona con la que charlaba, giró su cabeza, topándose nada más y nada menos que con Elrond. Sobresaltada pegó un brincito en su asiento —. Mi señor, no sabía que era usted, lo lamento.

— Deja de lamentarte; ese es el problema, no dejas de hacerlo. Si tan solo tú lograras amarte, no tendría por qué afectarte lo que los demás piensen de ti — aconsejó —. Si vieras lo que yo llevo viendo hace tiempo.

— Por favor, no sigas — dijo en tono apenas audible —. Sabes que esto no está bien. Debes seguir actuando como si nada hubiera pasado — hizo el intento por levantarse de la banca, pero fue alcanzada por Elrond, no permitiéndole seguir.

— No puedo hacerlo, no puedo seguir actuando, no puedo seguir mirando tu hermoso rostro y ver cuando lo inclinas al verme. No puedo mirarte simplemente de reojo y fingir que no muero por besarte, Melüdie. No podemos evitar toda la vida lo que sentimos — la elfa suspiró —. Sí, sé que habíamos acordado alejarnos y actuar como desconocidos para no causar problemas, pero ya no puedo más — admitió.

— Sabes que no puede ser, Arwen, Lindir, ellos...

— Ya es momento de que lo sepan — colocó una mano sobre la mano de la chica —. Lindir logrará comprender — ella apartó rápidamente la mano.

— Pero, ¿Arwen? Olvidas ese detalle. Ella no creo que tome bien la idea de ver a su amiga, con su padre. ¿En qué piensas, Elrond? Es mejor que esto siga siendo como antes. Lo lamento.

Sintió cómo era tomada delicadamente por los hombros y cómo sus labios se unían con los de Elrond. Dejó de pensar con claridad por el momento para continuar el beso. Ella amaba a Elrond también, el amor entre ellos jamás se apagó, pero tenía miedo de perder a su amiga, a su hermano, e incluso de que los demás elfos la juzgaran aún más.

Se separó delicadamente y lo miró, repasó su mano por el rostro del medio elfo y recargó su cabeza en el pecho de él. Ahí se quedó un momento; quería tenerlo solo una vez más. Después tendrían que volver a fingir, por el bien de todos.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora