58-|Thranduil| Hasta nunca

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— ¡Ay, qué lindo! Tan arrogante — dijo Melaya sosteniéndole la mirada al mismísimo rey.

— Estoy por encima de todos, soy el rey, cuida tu tono — advirtió el soberano molesto por la confianza de la elfa, la única que no se doblegaba ante él.

— No entiendo cómo semejante persona como tú — le miró de arriba a abajo sin atisbo de emociones —, pudo haber tenido un hijo tan bueno como Leggy — soltó su confesión sin molestarle que Thranduil estuviera echando chispas de rabia.

— ¡A ti qué te importa! — gritó.

— Me importa mucho — se sentó al borde del sillóncito tallado en madera con gesto de tranquilidad —. Que me hayas echado de tu reino no quita que sea mi sobrino.

Thranduil respiró profundo; en un momento sentía que todo el aire alrededor no era suficiente para él.

— Sabes que él no puede saberlo.

— No puedes evitar lo inevitable — se levantó de su asiento, y por fin, después de todo el rato hablando con el elfo, tuvo expresión en su rostro: preocupación —. Él cada día me observa más, me pregunta si me conoce de algún lado, sabes que el parecido con su madre..., mi hermana — el rey se tensó —, es algo que no se puede ocultar.

— Entonces, debes irte lo antes posible... — ella negó.

— ¿No lo entiendes? — Thranduil lanzó una mirada rápida para luego darle la espalda e ir directo por una copa de vino —. No se trata de estar lejos o no. Sus cuestionamientos van a perdurar, hasta que logre averiguarlo...

Thranduil volteó a verla y con un rápido gesto, le ofreció el exquisito vino, pero la elfa negó.

— ¿Por qué lo dices? — preguntó curioso.

— Porque lo escuché hablar la otra vez, él ya sospecha que soy su tía — informó. El elfo abrió los ojos con sorpresa, ahogándose con el vino.

— ¿Pero qué?

— Está haciendo sus propias conclusiones, Thranduil... Sabes que mi hermana no me importaba, ni siquiera nos llevábamos bien — confesó —. Pero él sí me importa — se aclaró la garganta —. Al igual que tú.

Thranduil permaneció estático, llevándose lentamente la copa de vino a la boca; no sabía qué decir. Si bien era algo que ya sabía.

— Melaya...

— Ya sé — interrumpió —. Dirás lo mismo de siempre, "Melaya, sabes que lo nuestro no puede ser", "tú no eres de estatus para mí", "eres la hermana de mi antigua reina" — comenzó a decir —. No te preocupes, sabía desde un principio que no me elegirías a mí, siempre quedé de segunda opción; es algo a lo que estoy acostumbrada — se encogió de hombros, de nuevo en esa faceta de no mostrar emoción alguna. Eso a Thranduil lo odiaba.

La historia de esos dos había sido un tanto dura. Cuando dos jóvenes hermanas llegaron a presencia del rey Oropher, junto con su padre para hacer grandes tratos, ambas quedaron un tiempo en estadía. Melaya, a diferencia de su hermana que se mantenía todo el tiempo al lado de su padre, se la pasaba en la biblioteca o dando paseos por los jardines, hasta que un buen día se dio la oportunidad de hablar con el príncipe. Desde ahí fueron grandes amigos, hasta que algo profundo comenzó a nacer, pero Melaya no tenía esa posición que buscaba Oropher para casar a su hijo; ella era simplemente "nadie", la no favorita de papá ni de mamá, la segunda opción siempre.

Thranduil ni siquiera objetó cuando supo de su compromiso con la hermana de la elfa y no con ella. Eso le rompió el corazón, haciendo a la elfa inexpresiva y fría.

— Sabes que no estaba en mis manos...

— Si lo estaba — suspiró —. Pero no es algo que me importe — dijo de manera fría. A Thranduil le removió algo por dentro, desde que la volvió a ver, cuando fue el funeral de la reina, sabía que esa no era la misma elfa con gracia y gentil que había conocido. Él la rompió. Cuando esos dos se casaron, ella ni siquiera fue a la boda —. No te preocupes, mi sobrino ha crecido, y bastante bien..., ya puede valerse por sí mismo — hizo una pausa —. Esta vez ya no volveré, jamás — aclaró.

— ¿Cómo? — inquirió sin entender —. ¿A dónde irás?

— Eso es algo que no te incumbe —

dejó de verlo para dirigir su vista al estanque —. Será la última vez que nos veamos las caras, Thranduil. De esa manera, Leggy comenzará a dejar sus sospechas... Adiós.

— Espera — se apresuró a decir antes de que ella continuara —. ¿Por qué haces esto?

— ¿Hacer qué? — le miró incrédula.

— Irte de nuevo por tanto tiempo, desaparecer así nomás.

— Porque no hay motivo para quedarme..., Legolas es todo un elfo capaz de valerse por sí mismo.

— Acabas de decir que yo te importaba...

— Sí. Me importas y mucho — lo miró a los ojos —. Pero ya no te amo.

— Yo...

— Tú a mí jamás me amaste con la intensidad que yo lo hacía, amor sincero, desinteresado. Y si lo hiciste, debías entender que desde que le tomaste la mano a ella, y no a mí..., todos esos sentimientos quedaron enterrados.

— Una última pregunta — ella asintió, permitiéndole —. ¿Por qué?

— Sencillo — habló en tono neutral —. Esperé tanto, que al final me cansé. Simplemente me rendí de ti.

Dándole una respuesta clara y sin intención de seguir ahí, salió de la sala llevando sus pasos hasta la salida, no solo la salida de Mirkwood, sino de la vida del elfo.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora