64-||LEGOLAS||

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-𝑰 𝑵𝑬𝑬𝑫 𝒀𝑶𝑼-
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▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃-𝑰 𝑵𝑬𝑬𝑫 𝒀𝑶𝑼-▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

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Lo vio entrar a la sala con gesto de molestia. La muchacha ya se imaginaba qué era lo que ocurría; ella lo había visto y descubierto antes que él. La elfa de cabellos rojizos de la cual su amigo estaba muy enamorado había quedado prendida del enano apenas intercambiaron palabra.

Pensó un poco las cosas antes de acercarse a él e intentar consolarlo. Agachó su vista y se aclaró la garganta; cuando volvió a subir la mirada, sus ojos color avellana se conectaron con los ojos azules del elfo. Esbozó una sonrisilla cortés y se acercó hasta él.

—¡Hola, Leggy! — saludó lo más normal posible, ignorando el mal momento por el cual seguro él estaba pasando.

—Selen — saludó de vuelta seguido de un gesto con la cabeza.

—Leggy... — se mordió el labio antes de hablar—. ¿Quisieras contarme qué ha pasado? — preguntó amablemente, tomando del antebrazo a su amigo para después dirigirse a una mesilla y tomar asiento.

—Es algo... complicado — comentó—. ¿Sabes dónde está mi padre? — preguntó repentinamente.

—Está en su trono — respondió levantándose de su asiento. Tomó dos tazas de cristal azul semitransparente con algunos tallados en élfico y las colocó sobre la mesa—, bebiendo por la fiesta de la luz de estrella — continuó sirviendo agua sobre las tazas bajo la atenta mirada de su acompañante—. ¿Té?

—Sí, por favor — su mirada pasó de estar puesta en cada detalle que la chica hacía, a su fino rostro; observándola detenidamente. Apenas hasta ahora había notado que su amiga no llevaba el cabello trenzado, sino suelto mientras sus rizos caían a los costados—. Que sean dos de... — pero antes de terminar, la chica ya había vaciado dos cubitos de azúcar en la taza del elfo.

—Aquí tienes — se la extendió delicadamente con una sonrisa dulce en sus labios.

—Gracias — sonrió—. Me conoces bastante bien, Sel.

—Nos hemos criado desde que éramos unos niños, ¿cómo no te voy a conocer? — soltó una risa. Para Legolas, esa risa que había escuchado tantas veces, ahora sonaba como una melodía para sus oídos.

Quizás había ignorado todo este tiempo el hecho de que realmente estaba enamorado de su amiga, y que ella también de él. Sin embargo, siempre fue oculto debido a cierta pelirroja que estaba obstruyendo el paso entre los dos.

—Sel... — llamó.

—¿Mhj? — fue el sonido que emitió mientras despegaba la taza de sus labios.

—¿Qué soy para ti? — inquirió. La muchacha tosió casi atragantándose por la repentina pregunta, más sintiéndose tan observada.

—Pues tú... eres mi amigo Legolas — él despegó sus codos de la mesa y se recargó en el respaldo de la silla. Su mirada denotaba un poco de decepción.

—¡Oh ya! — exclamó.

—¿Todo bien? — se apresuró a preguntar cuando le vio levantarse de su asiento.

—Claro — apretó los dientes en una sonrisa falsa que ella no tardó en notar—. Gracias por el té, Selen, también por tu compañía — hizo un gesto de despedida con la cabeza y salió por un pequeño pasillito.

La muchacha se quedó un momento pensando. No tenía idea a qué había venido esa repentina pregunta, él siempre había sido quien más claro tenía que su relación era de amigos, aunque ella ya no lo viera de la misma manera, ¿pero él?, ¿acaso eso había sido una indirecta y él también había comenzado a desarrollar sentimientos hacia ella? No podía ser, él gustaba de Tauriel. Pero...

—El que no arriesga no gana — murmuró mientras depositaba la taza que tenía entre manos, sobre la mesa.

—¿Qué has dicho? — se burló una voz. Selen volteó rápidamente a ver de quién se trataba. Había dejado de estar sola en la sala y ni cuenta se había dado.

—Lo siento, Meludir, estaba pensando...

—¿Algo complicado? — enarcó una ceja.

—Solo un poco — respondió—. Debo irme.

—Suerte — escuchó que decía el elfo mientras ella se alejaba ansiosa. Salió del pasillo y escaneó el lugar. ¿A dónde podría haber ido? Ya era algo tarde, y no se encontraba bebido como el resto de los elfos.

"Sus aposentos" — pensó.

Corrió a toda velocidad, sintiendo solamente su corazón latir mientras la música se iba dejando de escuchar poco a poco, y el sonido era sustituido por sus pasos. Frenó de golpe, deteniéndose frente a una puerta de madera pintada en color blanco con detalles dorados. Colocó una mano en su pecho regulando su respiración, miró al frente y, al fin, tocó la puerta.

Llamó una vez, pero nadie abrió, volvió a tocar por segunda vez, ahora un poco más fuerte y de nuevo nadie abrió; recargó su cabeza en la puerta para intentar escuchar algún ruido proveniente de la habitación, pero parecía estar solo. Echo la cabeza hacia atrás y despegó su cuerpo de la puerta.

—¿Me buscabas? — se escuchó su linda voz. Selen lo observó acercarse lentamente hasta donde estaba ella. Su vista pasó de manera instant

ánea a la pelirroja que venía al lado de Legolas.

—Si, pero veo que estás ocupado — reprimió una mueca—. Puedo volver después, no es urgente — habló un tanto fría—. Buenas noches — se despidió mordiéndose el labio para sonar lo más natural posible.

Paso al lado del elfo, pero antes de poder siquiera continuar, este la tomó por el brazo.

—No estoy ocupado, puedes decirme qué necesitas — dijo bajando el tono de su voz.

—Está bien, puede ser mañana — insistió. Pero en el fondo sabía que era algo que debía ser ya, mañana no sabría si tendría el mismo valor. Pero su esperanza se esfumó al verlo llegar al lado de la pelirroja.

—Selen — se rió—. Solo para que lo sepas, no estoy saliendo con Tauriel. No podría después de darme cuenta de que la persona que se adueñó de mi corazón y alma está justo frente a mí.

—Oh, pues felicid... Espera, ¿qué? — caminó hacia atrás soltándose de la mano de Legolas.

—Me cansé de hablar, si con hechos te queda más claro, entonces... —Selen abrió mucho los ojos al ver la cercanía que ambos tenían, hasta que él la terminó de cerrar cuando la tomó del mentón y la atrajo hasta sus labios, para unirlos con los de ella. Fue un beso cálido y tierno, algo sin malas intenciones, uno para confirmar los sentimientos que ambos sentían por el otro.

—Yo... mañana hablamos — dijo la pelirroja que había sido ignorada hasta ahora. Bajó la mirada apenada y se marchó dejándolos solos.

Fueron separando sus labios hasta solo rozarlos. Una sonrisa de parte de ella hizo suspirar a Legolas y saber que sus sentimientos eran correspondidos.

—Sabes que no soy celoso... Besas tan bien...

—Pero yo sí, así que cuando alguna elfa te vuelva a tragar con la mirada, la mandaré a ser cena para las arañas. Pueden mirar a tu padre si quieren — Legolas soltó una carcajada.

—Entonces, ya está... Eres mi princesa — tomó su mano y besó sus nudillos.

—Tu padre se va a morir por esto — espetó.

—Mi padre te quería desde hace tiempo como nuera...

—Entonces debo sentirme con gran privilegio; el rey Thranduil es muy difícil de convencer.

—Eres tú, ¿quién no te aceptaría?

Le extendió su brazo para que ella cruzara el suyo con el de él, mientras los dos se marcharon caminando. Irían a los jardines, a hablar, a disfrutar de la compañía del otro.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora