18- |𝐇𝐚𝐥𝐝𝐢𝐫| 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨́𝐧 (𝟐)

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Se encontraba en Mordor; sus labios estaban resecos y apenas podía pronunciar palabra alguna.

Ella sabía y presentía que pronto llegarían hasta Mordor. Por lo tanto, había estado elaborando un plan a espaldas de Sauron.

Vio al pequeño Dalionthi regresar; le había dado la tarea de proteger a Haldir y mantenerla al tanto de lo que ocurría fuera. El pequeño dragón le era fiel y estaría con ella hasta el final. En cuanto llegó, se colocó en el hombro de la chica.

—¿Está bien?, ¿qué ocurre? —le preguntó a su amigo, que para ser un dragón lograba entenderse bastante bien con ella.

La información que el pequeño Dalionthi le pasó era casi lo mismo de siempre. Haldir y todos realmente estaban convencidos de su muerte en el abismo de Helm. Si tan solo supieran lo que había hecho, seguro la odiarían, pero eso no importaba ya. Lo único que importaba era salvarlos a todos. Se distrajo de sus pensamientos cuando el pequeño dragón le informó que los hobbits ya estaban por llegar, los había visto. Lo estaban logrando, y no podía permitir que Sauron se enterara. Tenía que buscar la manera de distraerlo para que el anillo fuera destruido.

Llamó a Strong y salió del lugar seguida de Dalionthi.

A lo lejos divisó a las tropas que se aproximaban. Delante iban Aragorn, Legolas, Gandalf, Gimli, los pequeños hobbits Merry y Pippin y, por último, era... Era Haldir, su Haldir. Sus ojos se remojaron, pero ni eso retuvo su camino.

Era ahora o nunca. Ella sabía que la odiarían, pero estaba dispuesta a sacrificar todo por ellos. Aunque tenía un problema, aún faltaba su madre. Ahora que Sauron tenía su atención puesta sobre lo que sucedía afuera, iba a ir directo a las celdas a buscarla. Tenía el tiempo contado, tanto ella como los pequeños hobbits en su misión de destruir el anillo único.

Sin ser vista, se infiltró en las celdas, pidió a Strong vigilar mientras ella entraba con Dalionthi, que era de menor proporción. Pensó que la tarea se complicaría, pues debía de haber por lo menos 6 orcos a la custodia de las celdas, pero no había ninguno, estaba solo, no se podía imaginar por qué. ¿Sería una trampa? No lo siguió pensando siquiera y aprovechó la oportunidad siendo precavida.

Bajo las estrechas escaleras de piedra, el hedor a carne putrefacta le provocó una mueca de total desagrado, llevando su antebrazo a su cara, cubriendo su nariz. A pesar del olor tan desagradable, tenía el corazón desbocado. Vería a su madre. No sabía qué tan mal la había pasado en los calabozos con esos sucios orcos, ni las torturas que Sauron le había hecho. De solo pensarlo, la ira lograba encenderla.

Al fin estaba frente a la última puerta. Con ayuda de Dalionthi, se deshizo de las cadenas que llevaba la puerta, la abrió de golpe con los ojos bien abiertos de la emoción, lista para abrazar a su madre. Pero al entrar, todo dentro de ella se desmoronó.

No pudo evitar siquiera reprimir un grito de dolor. Lo que miraba no podía ser su madre.

Un cuerpo yacía atado a un pilar, pero estaba desmembrado. Algunas partes como las extremidades inferiores habían sido sustituidas por partes de orcos. Dentro de su boca un líquido negro y espeso salía, mientras dentro de él los gusanos e insectos de la peste devoraban los restos.

Había llegado demasiado tarde. Sauron le había mentido. Siempre fue una cuartada. Después de que le hiciera el trabajo sucio, la mataría a ella también, tal como hizo con su madre. Sus nudillos se tornaron rojos. Salió lo más pronto que pudo para volver al exterior. Tenía que estar presente cuando Sauron fuera derrocado.

Montó a Strong una vez más y voló sobre Mordor. Tenía en claro las consecuencias de destruir a Sauron, pues había quedado marcada. Al ser destruido él, una parte de ella también. Pero, ¿y eso qué importaba?, si ya se habían encargado de destruir gran parte de ella.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ||ESDLA & El HOBBIT|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora