IV

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-Vaya, hemos llegado tarde.-Suspira, cerrando el reloj que está entre sus manos para guardalo por nueva cuenta en el bolsillo oculto de su vestido.

Baja ella primero, parda darle paso al conde y seguirlo hasta la entrada de la mansión, en dónde se estaría llevando acabó aquella lujosa fiesta de cumpleaños.

El interior de por sí parecía de una forma exagerada de adornos de oro y diamantes, era lujoso y por supuesto estaba repleta de condes, artistas y personas ricas platicando de cosas totalmente irrelevantes que solo tienen que ver con dinero, dinero y más dinero.

Contrario a la persona que está siguiendo por detrás y que por supuesto mantiene una sonrisa saludando uno que otro invitado, su expresión de mantiene neutral, mirando con disimulo a sus costados en busca de su objetivo.

-¿Los ves?-Pregunta el de cabellera blanca, deteniéndose mientras toma una copa de vino que los meseros están ofreciendo.

-No, no los encuentro.-Mira al segundo piso, en dónde una rubia se encuentra y niega ligeramente con la cabeza-Gillian tampoco los ve.

-Espreremos un poco más.

-¡Norman!

Emma mira a su costado, tratando de ignorar el grito de la mujer y también los contantes murmullos que están diciendo el resto de los invitados respecto a su persona, pues ya todo sabían que ella no era más que una mayordomo que debía estar en su traje debido y no utilizando un vestido verde menta súper carísimo que su superior le había ordenado usar cuando la veía salir con su mismo traje de siempre, pero tampoco era su culpa que la terquedad de Norman a veces fuese mayor que la suya cuando era niña.

A lo lejos se le ve llegar a la prometida de Ratri, Barbara Will, quien feliz llega con su prometido y este le entrega su regalo de cumpleaños, que era un anillo de zafiro azul, algo sencillo (según para la mayoría) pero que para Barbara era un detalle muy hermoso, y es que todo lo que recibía de Norman lo guardaba como un tesoro.

Pero ella lo cuidaba a él como si fuese su tesoro, quizás un poco más que su vida misma.

-Oh, Emma, no te había visto.

Y era una de las tantas cosas por las que le gusta ignorarla, puede querer mucho a Norman pero con lo que respecta a ella la trata peor que un esclavo, cosa por las que trata de sobrellevar sin caer en provocaciones de la castaña y seguir haciendo sus labores como si nada. Sus sentimientos y su trabajo no se tienen porque mezclar.

-Emma-El llamado la saca de su trance y presta atención a Barbara, que es quien la ha llamado.

-Diga.

-¿Podrías traerme una limonada?

-Por supuesto.

Sabe que es un mero pretexto para que se aleje de Norman y queden solos, pero no va a mostrar queja y así que solo se dirige por el pedido, no le toma mucho pero en ese corto tiempo los ha perdido de vista.

Se frota un poco los ojos, le ha dado una pereza enorme seguir en la fiesta y eso que recién llegaban. Tomo la bebida en manos y procedió a tomarselo, necesitaba estar activa para cuando empiece todo, tenía que concentrase en su trabajo y el motivo principal por el que habían llegado a dichosa fiesta. Toma entre sus manos otra vaso con limonada y se dedica a buscar al conde. Mira por nueva cuenta al segundo piso para preguntar por Norman, pero nota que algo anda mal, pues Gillian ha desaparecido de su campo visual, mira directo a la azotea en dónde el techo de cristal se nota una ventana abierta y para desgracia suya, Cislo no estaba ahí como se le había ordenado cuando hacía unos minutos había comprobado que ambos estaban en sus posiciones.

For Your Own Good [Noremma] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora