IX

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Inglaterra siempre fue fría, pero lo era mucho más en temporada de invierno, época que era muy molesta para cierto albino que se encontraba sentado cerca de la chimenea de su habitación, dejando que el calor del fuego le envolviera y la cruda nevada de afuera mínimo fuese pasada por alto.

Su puerta fue abierta, dejando ver a su hermana menor entrar con un plato lleno de dulces y una manta, caminando a paso lento ya que corría el riesgo de que todo se le cayera. Llegó con cuidado con su hermano y extendió la manta tapando al albino, sentándose a su lado y ofrecerle dulces.

—¿Madre no te vio?

—No, estaba ocupada con padre en su oficina.

—Ya veo.—Tomo uno de los dulces y se lo llevó a la boca, no comería muchos ya que en una hora tendrían la cena y no quería llegar sin apetito y que su madre lo notara.— Padre dijo que volviste a escapar de la cena con tu prome-—La rubia le puso su dedo índice en los labios para que no siguiera hablando.

—Norman no se te ocurra decir esa palabra, tú no, por favor.— A parto su dedo de los labios de su hermano, siguiendo con la tarea de comer y ver la leña de la chimenea siendo consumida por el fuego.

Anna era tan pequeña, tenía ocho años y él diez, a ambos hermanos ya se les tenía la vida planeada y que era lo que tenian que hacer, incluso después de la muerte de sus padres ya se les tenía todo un plan sobre lo que tenían que hacer Incluso con la crianza de sus futuros hijos. Demasiada presión para quienes eran aún unos infantes.

—Madre me dijo que has mejorado mucho con la espada ¿Es cierto?—Cuestiono la menor.

—Si, Emma me ha estado ayudando con eso. Es genial con los combates.—Dejo salir una sonrisa de forma involuntaria, acomodando mejor la manta sobre sus hombros.

—¿Y sabes porque es tan buena?

La pregunta causó presión en la habitación y claro que Norman mostraba molestia ante la pregunta. Claro que lo sabía, sabía perfectamente el porque Emma era tan buena en ámbitos de combate, lo supo justo el día después de que la conoció, y el hecho de saberlo y que Anna lo estuviera recordando constantemente era fastidioso.

—Lo siento.—Dijo la rubia, mirando al piso y jugar con el filo de la alfombra.

Norman por su parte solo tomo aire y lo dejo salir, haciendo un sonrisa y acariciar el cabello de su hermana sin despeinarlo.

—No importa.—Dijo de forma suave sin borrar la pequeña sonrisa de su rostro.—Se lo que tengo que hacer.

—Solo quedan menos de dos meses ¿Lo podrás hacer?

—Sea lo que tenga que pasar, asegúrate de sobrevivir.— El comentario dejo un poco fuera de lugar a la menor, mirando a su hermano que ya no mostraba aquella imágen apacigua en su rostro.— No puedo hacer nada por ti y el compromiso, pero si algo llega pasar y ves la oportunidad de irte y hacer lo que quieres, hazlo. Prometerlo.

—¿Norman de que estas-?

Prometerlo.

—... Lo prometo.

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—¿Por que pediste que viniera tan temprano?

—¿Problemas con tus hermanos?

—Tsk, han intentado matarme más veces de las que puedo contar como para llamarlos hermanos.—El azabache se sentó en uno de los sillones individuales, mirando al albino comer de lo que parece su desayuno. Era temprano.

For Your Own Good [Noremma] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora