Capítulo Cuarenta

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Capítulo Cuarenta

¡El rey de mi Roma!

-A Adrian no le agradaba  la idea de que fuera a recogerlo a sus fiestas, de hecho creo que nunca lo recogí-dice el señor Rodriguez mientras conduce lentamente a esas horas-siempre fue muy independiente, le encantaba divertirse y salir a todas partes

-¿le molesta eso?-pregunto con cierta curiosidad él tan sólo niega con su cabeza

-así era o más bien  es la personalidad de mi hijo, no podía cambiarla Aura, las personas no pueden ejercer esa fuerza sobre otra simplemente para esperar que suceda un cambio que tan sólo ellos desean,  sólo aprendí de ellos y comprendí que mi hijo había crecido y debía formar su propia vida-me quedo en silencio unos segundos analizando sus palabras. Él había comenzado a hablar de pronto y se lo agradecí enormemente aunque por mis labios no saliera ningún "gracias". Mi cuerpo aún se sentía eufórico y mi mente intentaba seguir aquel ritmo. La noche había sido tremendamente sorpresiva y yo aún estaba procesando todo, calmando mis emociones y  apaciguando mis energías, así que él hablando, cambiando de tema y llevando mis pensamientos hacia otro lugar ¡Ayudaba increíblemente!

-¿Cuando era pequeño se comportaba de igual manera?-pregunto y acomodo mi chaqueta sobre mis piernas, había olvidado ponérmela antes de salir así que ahora sólo la mantenía ahí. Y bueno tampoco es que tuviera frío ni nada...

-no claro que no-hace un gesto con su mano libre-era como todo niño normal, jugaba era muy cariñoso, dormía junto a mí por las noches, lo llevaba  a la escuela, ya sabes lo típico entre padres e hijos

-lamentable se equivoca-susurro-no sé qué hacen los padres con sus hijos, lo siento

-oh...-gira su cabeza un segundo y me mira apenado-yo lo siento... a veces se me olvida o digo cosas que...-lo interrumpo antes que continúe, no debe disculparse por nada en el mundo. No es su culpa que yo no sepa sobre esos temas, claro que no

-no lo lamente, no es su culpa, no pasa nada-apoyo mi cabeza en el respaldo del asiento y cierro mis ojos un momento

-está bien Aura-murmura con ambas manos sobre el volante- yo quería decir que él...tuvo una infancia normal, cosa que me parecía extraña luego de la muerte de sus padres, creí que le afectaría en aquel tiempo pero no, nada sucedió sino hasta unos años después, en su adolescencia dónde tuvo los clásicos problemas de adolescentes. Iba a detención seguido, me llamaban de su escuela, hacía travesuras, salía hasta muy tarde, le gustaban las fiestas y todo ese tipo de cosas-yo asiento pasivamente-pero no es un mal chico, no es capaz de hacerle daño a nadie, puede que le gusten mucho las mujeres y a veces tan sólo a veces sea un patán con ellas, pero finalmente termina dándose cuenta y lo enmienda, lo arregla siempre

-estoy muy de acuerdo con usted-sonrío aun con los ojos cerrados-Adrian es un caballero, muy seguro de sí mismo y algo egocéntrico a veces pero es un caballero a fin de cuentas, usted lo ha criado bien

-hice lo mejor que pude supongo

-¿Usted nunca pensó en tener hijos?-pregunto de repente-lo siento si soy un poco entrometida... si quiere no conteste

-no te preocupes, no me molesta en lo absoluto-yo asiento con mi cabeza un poco más tranquila-siempre pensé aquello que me dices, de hecho yo...yo si tuve un hijo, buena una hija en realidad...-abro mis ojos totalmente sorprendida, pues no tenía ni idea -por la época que...que comencé a trabajar en el orfanato, cuando llevaba el nombre de hogar de menores de Chicago

-¿Y qué sucedió con ella? ¿Por qué no está junto a usted? ¿Por qué habla en pasado?-me callé un segundo-oh perdone otra vez, hago demasiadas preguntas

Emociones ClandestinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora