Capítulo 9

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Una semana más paso sin que nada raro pasara, Link no había tenido más pesadillas y el castillo estaba tranquilo, pero el muchacho se sentía inquieto, sabía que aquello aún no había terminado pues tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder tarde o temprano, y no se equivocaba.

Dos días después, mientras él se encontraba en el establo cepillando a Epona, de pronto una voz burlona se escuchó detrás del chico –que hermosa yegua –Link inmediatamente se giró al reconocer la voz de su sombra –¿Qué es lo que quieres? –preguntó Link –nada –dijo su yo oscuro con tono infantil –yo simplemente pasaba por aquí –dijo mientras se movía alrededor del muchacho y Epona, la yegua estaba nerviosa y no perdía de vista al desconocido, con un veloz movimiento la sombra hirió a la yegua la cual cayó al suelo sangrando, el chico furioso arremetió contra su enemigo, el cual se esfumó y volvió a aparecer a sus espaldas

–eres muy lento –le susurró su yo oscuro lentamente en su oído –así jamás podrás vencerme –de un momento a otro volvió a desaparecer y se introdujo dentro del cuerpo del muchacho, el cual se retorcia de dolor intentando en vano resistirse a la pos...

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eres muy lento –le susurró su yo oscuro lentamente en su oído –así jamás podrás vencerme –de un momento a otro volvió a desaparecer y se introdujo dentro del cuerpo del muchacho, el cual se retorcia de dolor intentando en vano resistirse a la posesión, al finalizar salió del establo dejando a Epona herida en el suelo y se dirigió a donde estaba Ilia, ella al escucharlo se giró para mirarlo percatándose de que su amigo lucía extraño, pues sus ojos eran rojos, pensando que tal vez había sido una ilusión óptica bajo un momento la mirada y volvió a observarlo, los ojos de su amigo tenían su color habitual, ambos se miraron sin decirse una sola palabra por un buen rato –Epona se lastimó, está en el establo –informó él con voz extrañamente indiferente, la chica inmediatamente corrió hasta allí para atender la y Link se marchó de regreso al castillo, al llegar al establo Ilia vio a la yegua tendida en el suelo con una herida en su cuello, al acercarse ella se fijó en que el corte no era muy profundo por lo que pudo curarlo sin mayores complicaciones, al terminar la chica se preguntó como habían lastimado a Epona e inmediatamente sospechó de su amigo pues su actitud era de despreocupación.

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