Capítulo 1 - Bosque Hueco

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Despierto abriendo los ojos, extraño suceso al abrirlos, me encuentro recostado en el suelo entre varios árboles de gran tamaño. Me levanto del manojo de ramas en el cual me encuentro y observo a mí alrededor, la arboleda es interminable.

Tras unos instantes de no pensar en nada, quizás aturdido, comienzo a ser consciente de mí mismo y recuerdo que estoy en el Bosque Hueco y que mi nombre es Alhue, pero por desgracia es todo, no recuerdo más nada además de eso por lo tanto decido encaminarme hacia algún lugar con la esperanza de encontrar alguien más.

<<Que extraño lugar este, solo árboles en el camino>> Pensaba mientras caminaba, ya debía llevar bastante tiempo recorriendo el lugar y solo el verdor de las copas de los árboles se veía arriba, gris de los troncos por doquier. Era un bosque bello en cierta forma, las hojas secas cubrían el amplio suelo, los arboles estaban como a cuatro o cinco cuerpos de distancia y cada tanto me encontraba con un claro desde donde podía ver el cielo para saber el tiempo; ahora mismo estaba llegando el ocaso y por el aroma a madera húmeda y sensación de mis prendas pegándose a mi cuerpo podía pensar que una lluvia se acercaba, claro que unos nubarrones grises me lo hacían sentir más preciso.

En uno de los claros decidí descansar sentándome en un tronco seco tumbado en el suelo, mis pies solo envueltos en harapos me exigían detenerme un momento, mi ropa ya se sentía pesada por el cansancio, observe como mi chaleco y pantalón eran de colores muy parecidos, un gris rojizo como el de los mismos árboles que me rodeaban.

Oí unos ruidos provenir de unas ramas cercanas detrás de un árbol talado. Un pequeño can que apenas si me llegaba a la mitad de la pantorrilla, con pelaje largo y ligero del color marrón de las hojas en el suelo se acercó, pude reconocerlo como un perro Pomerania, aparentemente podía recordar animales, si bien era el único que había visto desde que desperté en aquel claro. El pequeño can me observo unos instantes y yo a él, no hubo palabras y, de mi parte, ni siquiera gestos, estaba sorprendido por verlo, esperaba que su amo estuviera cerca para ayudarme ya que, indudablemente, no podría salir del bosque solo por mi cuenta, quizás hasta estaba perdido.

El Pomerania giro su cuerpo sin mirarme, antes de girar su cabeza también, y luego se encamino lentamente. Lo seguí, de todas formas no tenía ideas ya sobre cómo salir y la noche estaba encima. Aun así no fue poco lo que caminamos, el perro solo se detenía para esperarme cuando me atrasaba demasiado, el realmente me estaba guiando. Por dentro sentí una gran pena hacia mí mismo, depender de una criatura que a todas vistas se vía bello, tierno pero inútil… y ahí estaba yo, aun mas inútil, siendo rescatado por un Pomerania… un animal que cabía perfectamente en mis bolsillos. La vida es extraña.

Trataba de recordar algo más además de mi nombre en el camino pero seguía sin resultados.

El camino, lleno de nada entre un árbol y otro, ahora se estaba poblando poco a poco de arbustos y flores, el aroma antes de madera húmeda ahora se entremezclaba con jazmines y plantas de bellas fragancias. El suelo del bosque también estaba cambiando a través del camino mostrando, ahora, algunas motas verdes de césped. Incluso la luz de las estrellas se podía filtrar entre las copas de los arboles dando una ligera pero agradecida iluminación entre tanta oscuridad.

Finalmente salimos del bosque y el Pomerania me guio hasta un sendero, una vez allí me dió algunos ladridos antes de desaparecer en un diminuto arbusto. Me acerque a él siguiendo al can, mi salvador, y grata sorpresa me lleve, había desaparecido, literalmente desaparecido. Mire a todos lados buscándolo con la mirada, aunque sea pequeño ya no había lugar alguno donde esconderse, sin embargo no estaba. Decidí que lo mejor era seguir el sendero en dirección a donde el perrito se había parado antes de ladrarme, quizás en algún tramo vuelva a encontrarlo.

En ese momento no sabía cuan acertado estaba.

El deseo de QuimeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora