Patéticamente enamorados

95 3 0
                                    

Entonces Ron la miró a ella. Sintió como si se parara el tiempo, a su alrededor sólo había gente desconocida, pero a él no le importaba. Se pasó el día pensando en ella, en: "¿por qué no me he fijado antes?" Tal vez esa mañana la miró porque sentía que ella lo miraba. Pero sólo tal vez.

Decidió tomar la inciativa. Tras pensárselo mucho tiempo, y mientras su corazón latía a dos mil por hora, se acercó a ella. "Joder" pensó. "Es más guapa de lo que creía"

    -Hola, soy Ron- Dijo él, moviendo la cabeza para despejarse la cara, que estaba medio tapada por su fleco liso marrón oscuro.

"¿Me ha dicho hola?" se preguntó ella. Se preguntaba por qué se había fijado en ella, qué tendría de especial.

      -Yo Amanda- Contestó, esbozando una sonrisa tímida.

Ron quiso acercarse para saludarla con un beso en la mejilla, quizá era demasiado pronto, pero sus ganas eran imposibles de contener.

En cambio, ella le ofreció la mano. No se le daba bien el mundo del amor, aunque esperaba que todo funcionase con él. Al darse cuenta de que lo que pretendía él era darle un beso, se arrepintió.

   -Mierda- Dijo ella en bajito.

   -¿Mierda qué?- Dijo sonriendo él.

   -¿Lo dije en alto?- Notó como sus mejillas enrojecían y su cara palidecía.

      -Sí-

      -No lo pretendía-

Se formó un silencio violento entre los dos, pero no faltó nada más que una mirada para caer en el terrible y doloroso amor adolescente, un primer amor, un amor suicida.

  Las clases pasaban eternas, el tiempo se detenía y cada mirada era como un balazo para ambos.

     -¿Qué te pasa?- Le preguntó Shaima a Amanda.

Shaima era una amiga de ella desde la infancia, que pese a ser una gran amiga, Amanda consideraba que nadie era lo suficientemente buena persona como para ser su mejor amiga. Es difícil entender la anorexia

    -Lo de siempre- Dijo Amanda, refiriéndose a estar deprimida como solía estarlo.

En realidad, era el hecho de haber conocido a Ron lo que hizo que Amanda estuviera rara. ¿Qué pasaría con él?

Se miró sus cortes. Ese día había olvidado la chaqueta que siempre utilizaba para tapárselos, pero quería ser totalmente sincera con él, contarle lo de su trastorno. Por una vez, no le dio mucha importancia a ellos, no sintió vergüenza.

Amor suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora