¿Hablar dormido, decía?
Hernando se tocó la quijada humana con aire pensativo.
—Yo también, algunas veces, he hablado dormido —confesó. Le resultaba muy creible el argumento de la chica.
Su hermano volvió a rodar los ojos.
¿Por qué seguía ahí con esos dos?
Entonces, antes de poderse dar una explicación, escuchó a la humana elevar más su voz en un grito.
—Seeeeempai! —y luego se cayó. Tapó su boca de repente, como recordando, como arrepentida-. Creo que a los sonambulos no se les despierta... Pueden ser peligrosos.
—¡Largate... de... aquí... Kohai! —masculló Román una vez más mientras se contorsionaba y rodaba por el pedazo de tela que cubria la arena.
Paola tuvo que retroceder. Román sólo paró cuando ya tenía dirigido a ellos su venerable trasero.
—Sempai —intentó de nuevo.
—¡Veeete de aquíii! —Su voz habia cambiado a clara y tenía un tono de disgusto y de amenaza.Paola frunció el entre cejo. ¿Qué ocurría?
Algo grave, seguro...
-Quizás debamos llamar al jefe. -Sugirió Hernando, Él seguía con su cantimplora fuera y abierta.
Volvió a su hermano esperando su consentimiento pero lo encontró de lado, indiferente a las circunstancias.
Para él era evidente lo que trataba de hacer ese pedazo de carne humana sin músculos y con mucho pelo.
Quería llamar la atención.
Claro y evidentemente.
Había que ver las ropas que se había puesto: extravagantes.
Camiseta azul marino, sin mangas, con decorado de hojas gigantes multicolor, grises y celestes predominaban. El descaro estaba en la abertura gigante que mostraba todo el pecho blanco, lampiño, delgado, con cadenas cortas, medianas y largas, con dijes variados colgando de ellas.
Tres botones, los últimos, eran los que mantenían la prenda unida, y por debajo de esa descarada tela, estaban unos pantalones azul rey, cortos.
Ofensivamente cortos.
Tanto, que Fernando podía ver las rodillas y las delgaduchas piernas del humano, totalmente cubiertas de pelo sin rasurar... Bueno, tampoco fue que ese hecho le sorprendiera mucho. El humano parecía tener mucha resistencia a los cortes.
Y más si de pelos se trataba.
Toda la cabeza era pelo, la quijada era pelo, los brazos eran pelos, las piernas eran pelos y... sí. Los dedos también tenían pelos. Descubrió esto ultimo con mucha repulsión antes que el supuesto "elegido" les dedicara su mejor ángulo.
Cuando se dio vuelta y pateó una chancleta.
Ah, y tenía chancletas.
Eran beige.
De espaldas, el cabello de Román ocultaba todo su rostro. Desde donde estaba parado Fernando apenas podía notar los arcillos de plata que inundaban las orejas del exhibicionista humano. Y notaba, no por su audaz vista, que en realidad era muy buena, si no más bien porque esas cosas de plata relumbraban como faros por el reflejo del sol.
Nadie que pretendía la humildad y pasar desapercibido usaría tales cosas.
Fan-to-che.
Además, lo había visto parpadear con los ojos cerrados varias veces mientras su hermano y la chica lo movían.
Un fastidio el tipo...
Todavía debía averiguar porqué seguía ahí.
Tal vez porque ver a su hermano y la chica tratar de descubrir lo obvio en aquel perchero humano le resultaba entretenido.
Era como estar viendo en un documental de Discovery Channel a dos Homo Erectus descubriendo el fuego.
Lo analizó un momento.
Sí. La situación era algo así.
Los tenía enfrente:
"El fuego. Los dos homínidos asombrados, viendo la irrealidad para ellos. La duda, tocan, el fuego les quema, se retiran. Tocan de nuevo, quema, se retiran. Parecen confundidos. Les asombra el fuego. Lo ven arder más. Algo embrabece el fuego, pero no se retiran, van, tocan de nuevo... dos Homo Erectus descubriendo el fuego..."
Sí.
Era muy parecido.
Continuó observando...
La Homo Erectus hembra se aproximó, el fuego hizo lo suyo y apartó. El Homo Erectus macho de su hermano lanzó un gritillo de asombro. ¿O fue de emoción? Qué difícil era decifrar. Se volvió a él con un aire decidido.
—Ya está. -dijo Hernando-. Iré a avisar al jefe.
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¿Qué culpa tiene Tangadia?
Mystery / ThrillerUn hombre, una tanga y un caos cósmico catastrófico!!