-De acuerdo. —se dijo, barriendo con su brazo torres de libros que abarrotaban su escritorio. Si quería que esto funcionara, tenía que ser sincero. Sincero con sigo mismo. Eso de dejarse sucumbir por la ira y pasar al confrontamiento directo había sido un error-. Quedé expuesto. -se dijo Lovecraft-. Reafirmé sus teorías. Creí ser capaz de pasar sobre un Dios Todopoderoso, confrontarlo de igual a igual y, evidentemente, no fui lo demasiado astuto. Creí haber tomado precauciones, ¿pero qué pasó? ¡Falló!¡Fueron insuficiente! ¡Inservibles! Terminé, y muy probablemente, continúo siendo su burla... incluso ahora... -masculló-. Porque sé que él todo lo sabe, todo lo ve y todo lo escucha... Pero, así mismo, ha de saber, que yo, H. P. Lovecraft ¡Nunca quito el dedo de un renglón! Siempre consigo lo que me propongo y si bien, antes llegué a Tirano pidiendo lo que me pertenece, esta vez ¡voy a tomarlo! ¡Así sea a la fuerza! Y eso será destruyéndote. ¡¡Destruyéndote a ti, Dios Todopoderoso!! Podrías haber hecho las cosas bien, mantenerte de mi lado, fiel a mis propósitos. A los que fueron tuyos alguna vez, pero no. Me engañaste, me traicionaste, y quien me traiciona sólo tiene un final... ¡La muerte!
El brujo oscuro de puso de pie. Quien lo escuchara hablando en voz alta pensaría que ha llegado a los límites de la locura. Pero la realidad era que no. Estaba cuerdo. Consciente. Y sabía, mejor que nadie, que sus amenazas fieles e iracundas estaban llegando a un lugar. A un Dios. A una divinidad que juraba exterminar.
Tirano infló su pecho con el vacío y después lo soltó fuerte y sonoro en una estruendosa carcajada.
Quelbo y Beltran se encontraban terminando de limpiar el desastre de Lovecraft.
Ninguno de ellos se sorprendió de escucharlo reír de manera súbita. Llevaban tanto tiempo sirviéndole al Dios Todopoderoso que escucharlo reír en cualquier momento era algo a lo que estaban acostumbrados.
Significaba que alguien había pensado o dicho algo que al Dios Todopoderoso le había causado demasiada gracia.
Quelbo apenas desplazó su mirada hacia él. Algo le decía que se trataba de Lovecraft. No tuvo que esperar mucho para que la propia divinidad se lo confirmara.
-¿Puedes creerlo, Quelbo? Planea matarme. ¡Matarme!¡jajajajajajajajajajajajajajajaja...! Dos humanos ahora pretenden acabar con su Dios Jajajajaja. -retiró la risa, pero no la sonrisa filosa. Bajo el manto de oscuridad podría notarse sus colmillos blancos, punteagudos y la lengua de reptil deslizándose sobre ellos-. Dime Quelbo, ¿Cómo crees que debería de sentirme? En todo lo que llevo de existencia mi muerte nunca fue un propósito tan fervientemente perseguido. ¿Crees que sea por el llamado? ¿Por la Leyenda? Jajajajajajajajaja... ¡Es tan emocionante! Dime qué piensas, estimado Quelbo. Comparte conmigo esos indescifrables pensamientos.
El ser oscuro se deshizo del cuerpo que tenía en manos e hizo una silenciosa reverencia.
-Pienso que es normal que usted sienta absoluta emoción por el alto nivel de estas nuevas circunstancias. Sobre todo porque el llamado está en puerta y debido a mi experiencia consigo imaginar el sinfín de nuevas emociones que desata en usted, una divinidad que todo lo ve y todo lo sabe, toparse con algo que, por primera vez y única vez, le es para usted desconocido.
Tirano echó la cabeza para atrás y soltó otra de sus carcajadas.
-Tienes toda la razón Quelbo. Siempre tienes toda la razón.
-Ha sido parte de mi trabajo por eternidades, señor.
-Lo sé bien. Sé que lo fue antes, lo es ahora y lo será después de mí... Si es que Lovecraft no te mata antes, querido amigo , ya ves cómo se pone y cómo anda. Justo ahora se encuentra buscando entre la extensa colección de libros prohibidos que posee, cómo destruir a un Dios Todopoderoso y a los guardianes jajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajaja. Yo que tú cuidaría esa tablilla... -esperó unos momentos y después echó a reír.
Por supuesto, Quelbo apenas y podía imaginar aquello que él con demasiada claridad veía.
Disfrutar su cara de consternación le resultaba tan entretenido. Y luego estaban los pensamientos de Beltran. Que a diferencia de los de Quelbo eran más sencillos de leer.
Se convirtió en un ser de apariencia humana y caminó hacia Beltran.
El mago oscuro dejó de calcinar los restos de los soldados muertos. Se giró hacia su Dios y aunque intentó, no fue capaz de disimular el temblor de su cuerpo que reaccionaba al aura de horror que su Dios emanaba.
-No suelo hacer esto. -le dijo Tirano, en un arrebato de sinceridad-. Usualmente escucho los pensamientos de los demás y hago uso de mi extraordinaria capacidad de pasarlos por alto e ignorarlos. Sin embargo, hoy, como verás, me encuentro de un fabuloso humor. Y responderé todo eso que se encuentra perturbando en este momento tu mente. Shh -dijo. Aunque Beltran no había emitido ni un sólo sonido por la boca-. No necesitas repetirme lo que ya oí. ¿Te preguntas si esta vez el llamado que todos leían en las estrellas es cierto? ¡Lo es! ¿Que si un humano mundano como Lovecraft puede encontrar en esos libros el método para derrotar a un Dios Todopoderoso? ¡Lo es! Lo encontrará. Necesitará de cierto viaje, un poco de tiempo, insignificante para nosotros, por supuesto, ¡pero lo hará! ¿Qué? ¿Que si un ser tan insignificante como él puede ser capaz de destruir a un Dios Todopoderoso como yo?... Sigues pecando de curioso, eh, Beltran. Pues, ¡magnífica pregunta! -reconoció. Se dio la vuelta y giró sobre sus talones para volver nuevamente hacia él. En su cara humana se manifestaba una mueca pensante. Algo que Beltran pensaba no llegar a conocer nunca. Tirano retomó su habla-. La verdad es que, cómo habrás escuchado en la conversación que tuve con Quelbo hace poco, en eso, justo en eso, estimado Beltran, radica mi duda. -Tirano se aguantó una de sus risas. En su lugar mostró la dentadura perfecta y aperlada, como solían hacer los humanos-. Sinceramente, no lo creo. Me parece tonto, imposible, absurdo. Pero... ¿adivina qué? ¡También lo es! ¡Es posible! Sí, sí Beltran. No escuchaste mal. ¡Lo es! Lo dice una leyenda. ¿No te parece gracioso? Yo, siendo exterminado por una miserable raza humana, jajajjajajaja. ¡Bah! No seas penoso ¡¡Riámos juntos!! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJÁ...
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¿Qué culpa tiene Tangadia?
Bí ẩn / Giật gânUn hombre, una tanga y un caos cósmico catastrófico!!