interrupción.

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Yo...- susurro Peter absteniéndose de bajar la mirada, ya que no deseaba quedar como un cobarde o algo por el estilo en frente de su esposo.
Al verlo entrar de aquella manera al baño, una idea un tanto...excitante le llego a la mente. Aunque obviamente al principio se había negado a seguir sus estúpidos instintos por mera vergüenza. Sin embargo luego de unos minutos de pensarlo, se decidido por hacerlo.
Había sentido mucha ansiedad y luego de ver ese delicioso cuerpo que Strange portaba sólo había logrado que sus nervios aumentarán, no muy seguro de lo que estaba por hacer.
El neurocirujano al observar el estado en el que se encontraba su joven esposo, decidió otorgarle una pequeña ayuda de su parte. Y con una sonrisa algo calida en los labios, le tendió la mano para que se acercará unos cuantos pasos hacia donde se encontraba.
Peter dudo por unos segundos, pero finalmente se decidió por seguir sus instintos, puesto que estos jamás le fallaban. Ademas Strange no parecía tan molesto como había pensado que estaba, lo que le daba un poco de más valor.

Y dime, a que se debe que este compartiendo el baño con un hermoso jovencito cómo tú?- susurro Strange de manera algo sensual, mientras paraba el agua de la lluvia, ya que Peter aún portaba sus ropas y lo último que deseaba era que este terminará mojado y posteriormente enfermo.

Pensé que podríamos bañarnos juntos. Ya sabes para ahorrar agua- respondió Peter con una tímida sonrisa, pero con un brillo algo sensual en sus ojos.
Mismo brillo que el hechicero había comenzado a amar y que conocía perfectamente, debido a los muchos encuentros que ambos habían compartido.
La mirada de Strange recorrió al dulce adolescente que tenía en frente, deteniéndose justamente en esos deliciosos labios que este portaba y que ahora mismo parecían serle lo más interesante del mundo.
Acarició levemente la mejilla del mocoso, logrando que este se estremeciera, debido a que hacía bastante tiempo que no sentía el tacto de su esposo. Él cual obviamente había comenzado a añorar y algo le decía que ese sentimiento era compartido por parte del hechicero.

Puedo?- volvió a preguntar, con la voz ligeramente ronca y se maldijo por eso. Sin embargo se tranquilizó al notar el pequeño brillo que había provocado en los ojos de su pareja.
Strange simplemente se limitó a sentir de manera suave, debido a que no estaba muy seguro de usar su voz en esos momentos, ya que esta saldría con algo de dificultad.
Entre cerró los ojos en cuanto el adolescente comenzó a desvestirse de manera sumamente lenta o al menos así le habría parecido al neurocirujano.
Observó con mucho cuidado cada porción de esa delicada y ligeramente bronceada piel. Sintiendose realmente fascinado con la imagen que este le otorgaba y deteniéndose unos segundos para admirar con más detalles cada una de las cicatrices que este portaba. Con las cuales Peter no se sentía muy bien que digamos, debido a que la mayoría de las veces terminaba muy avergonzado de que alguien pudiera verlas. De hecho en el primer encuentro sexual que el matrimonio consumo, fue realmente difícil para el arácnido, pero gracias a las dulces palabras de ambos genios, había logrado pasar una agradable noche y así había sido Hasta el día de hoy.

F-fria!- chillo Peter en cuanto el agua comenzó a cubrir ambos cuerpos. Provocando que estos a cortarán la poca distancia que les quedaba, quedando a tan sólo unos centímetros del uno al otro.
Se estremeció ligeramente al sentir las manos de Strange sobre su cintura, otorgándo suaves y pequeñas caricias, que eran más que suficientes para prender al mocoso.

Fuisteel que quiso meterse- le recordó el hechicero en un suave y ronco susurro, mientras que una sonrisa algo divertida adornaba su rostro.
Acortó unos milímetros la distancia, quedando justo sobre los labios del mocoso. Deleitándose no sólo con la cercanía, si no con el suave aliento que el joven desprendía, además de ese delicioso aroma que este siempre portaba sin importar las circunstancias.

Si pero...n-no crei q-que estaba tan fr...fría!- susurro Peter con cierta dificultad, al tener los labios de su esposo sobre su cuello. Repartiendo suaves y pequeños besos en toda su longitud y lo que obviamente provocaba ligeros estremecimientos en el cuerpo del menor.
Ahogo un gemido en cuanto los dientes del hechicero hicieron acto de presencia, delineando con mucho cuidado parte de su clavícula.

S - Strange- gimió Peter aferrándose con demaciada fuerza sobre los hombros de su esposo. Él cual obviamente emitió una pequeña queja ante aquella accion, pero sin apartarse del menor ni por un segundo.

Cuidado Parker. No querrás romperme ¿o si?- advirtió Strange en un bajo susurro y con cierta diversión en la voz.
Saboreando cada palabra con una exacta lentitud, sintiendose satisfecho ante lo que provocaba en el adolescente. Pero aún más al escuchar esos suaves gemidos que este se esforzaba por no emitir, aunque claramente era muy en vano.
La lengua de Strange comenzó a recorrer el cuello de su joven esposo, haciendo presión en algunos lugares, en donde sabía que eran sensibles para Peter. Mientras que sus manos recorrían con mucho cuidado el cuerpo del menor, apretandolo, pegandolo y permitiendo que los pocos milímetros que los separaban desaparecieran en ese preciso momento.

Peter...- gruño el neurocirujano al sentir el sensual movimiento que las caderas de su joven esposo provocaban y que inevitablemente los llevaban a tener una deliciosa fricción.

T-te...n-necesito- lloriqueo Peter en suave jadeo, que fue más que suficiente para Strange.
Las piernas del menor automáticamente se enredaron sobre la cintura del hechicero, en cuanto esté lo elevó en sus brazos, para que de esa forma pudiera dirigirse hacia la habitación. Quedando en una posición un tanto excitante, al menos para Peter, puesto que desde ese ángulo tenía más acceso al cuello de su esposo. Y ni lento ni perezoso, comenzó a hacer su labor, que tanto disfrutaba y que era una tremenda perdición para Strange.

Joder Parker- gruño el hechicero en cuanto los dientes del arácnido se clavaron sin piedad alguna en su cuello, dejando lo que más tarde sería una muy buena marca.
El cuerpo del menor fue puesto con mucho cuidado sobre la cama que hacía tan sólo unos días habían puesto en aquella habitación y que ahora mismo agradecía a Wanda por exigirle elegir una realmente enorme.
Los labios de ambos castaños se buscaron con un poco de desesperación, encontrándose en un beso hambriento y deseoso de probar más del cuerpo contrario.
Sin embargo antes que alguno de los dos pudiera hacer algo al respecto, la puerta fue abierta, dejando ver a un Anthony entre sorprendido y totalmente avergonzado por la imagen que sus ojos presenciaban.

Tragame tierra...

Rebeldía IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora