Capítulo 4

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Vi como Patricia iba tras Claudia. Miré a Hugo esperando una respuesta, pero no parecía tener alguna.

—¿No piensas decir nada? No se, una explicación al menos, digo yo.

—Hola, me llamo Hugo. Te he besado porque había una tensión no resuelta entre nosotros y porque no sabía cómo hacerle entender a una ex que no vamos a volver, porque lleva atosigandome desde que la dejé. Sin duda esto último es un detalle menor y no me arrepiento de haber besado a la que podría ser una muy buena amiga para el resto del año. Sin embargo le pido perdón si la he incomodado. ¿Satisfecha?

—¿Y ya está? Pretendes darlo por arreglado, ¿Y ya está?

—¿Y que quieres que haga? ¿Me mudo de ciudad para arreglarlo y así no veros nunca más?

—Ya lo intentaron mis padres y te aseguro que no funciona. Y aunque besas bien, no me gusta que alguien a quien acabo de conocer me bese de la nada.

—Ya me he disculpado. Ahora con las explicaciones dadas, ¿Quiere usted acompañarme a la próxima clase?

—Con mucho gusto Huguito. —Dije poniendo énfasis ven el "ito".

Ahora teníamos clase en la planta alta del instituto, y yo me dejé guiar por mi nuevo compañero. Teníamos clase de inglés, que sinceramente aunque me gustaba muchísimo, se me daba bastante mal. Mis ojos iba inspeccionando a todos los adolescentes que iban pasando a mi alrededor hasta que se pararon en un rostro que me resultaba un tanto conocido. Fue ahí cuando se me vino la palabra vaquero a la cabeza y reaccioné. Aquel chico era Lucas, y estaba en el mismo instituto que yo. De los miles de chicos que había en el mundo y todos los institutos que tenía Sevilla, daba la casualidad que los dos estábamos en el mismo. No sé si el me llegó a ver, pero yo me había quedado con su cara. Entramos en clase y nos sentamos en nuestros respectivos sitios. Hugo notó mi nerviosismo y me preguntó, así que me di la vuelta en la silla y empezamos a cuchichear como marujas de bloque de una ventana a otra.

—A ti te ha pasado algo, se te nota en la cara.

—No es cierto, estoy nerviosa por mi primer día aquí y, bueno por todo. ¿Y Patricia? ¿Aún no está aquí? ¿Que raro verdad?

—Si, es raro que aún no llegue. Pero no me cambies de tema. Cuéntame qué es lo que te perturba.

—Perturbarme es algo muy alejado de la realidad. Lo que estoy es, no sé. A ver, ayer cuando llegué a Sevilla conocí a un chico y me acompañó a casa y parecía que quería ligar conmigo, pero bueno, era majo y me ayudó así que todo bien. Lo que daría a mi nerviosismo actual es que justo hace unos minutos lo he visto en el pasillo y no sé si me estoy volviendo loca o realmente da la casualidad de que estamos en el mismo instituto.

—Me estás diciendo que, un desconocido te llevó a casa después de intentar ligar contigo. Y después yo te beso para mi importantísima supervivencia a costa de mi ex, y lo mío te indigna pero el chaval ese te ha parecido majo. Ya... A ti lo que te pasa es que te gusta.— Empezó a repetir esas dos palabras para incordiarme y lo estaba consiguiendo.

—¡No me gusta! Ni siquiera se si le conozco. Me parece que tiene una mirada muy profunda. Bueno, canta bien. Y tiene buen gusto sobre los batidos.

Llegó Anna y se sentó a mi lado. Hugo y yo bajamos la voz para que nuestra conversación fuese más íntima aunque no nos importaba que alguien más se enterase.

—¿No te parece que Hugo es un nombre muy feo?—Concluí con esa frase nuestra conversación para chincharle. Me di la vuelta en la silla mirando hacia delante. Al poco tiempo llegó Patricia, y se sentó al lado de Hugo pero no le dirigió ni una palabra. También llegó la profesora con un alegre "good morning guys" a lo que la clase respondió con un unísono "good morning teacher".

Nacer fue un failDonde viven las historias. Descúbrelo ahora