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Paso por ti a las 8 p.m.

—¡Anne! ¡¿Te volviste loca o qué?!

Jayce me regala una sonrisa mientras da media vuelta, se monta en su coche y lo arranca. Quedo pasmada viendo la camioneta alejarse.

Perdí. Perdí la apuesta.

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Estás bien?!

July llega a mi lado y comienza a sacudirme, pero yo tengo mi mente en otra parte, muy lejos de este lugar.

Voy a salir con él.

—Tengo una cita... —susurro —con Jayce Golden.

***

—... deberías irte en pijama. —comenta Allie.

July después de volverse loco y gritar, gritar y gritar hasta que le doliera la garganta comenzó a preocuparse por mí y mi aspecto.

Aguanté todo un turno en el trabajo con mis ojos rojos e hinchados, durmiéndome cada 5 segundos, un dolor de cabeza horrible y mi ropa fea porque mi querido primo no quiso llevarme un cambio decente como venganza por el susto que pasó, según sus palabras.

Al llegar a casa lo primero que hizo July fue videollamar a Allie sin importarle qué estaría haciendo, pero ninguno me estaba ayudando. Sólo hacían bromas sobre mí y mi horrible, horrible suerte.

—¿Y qué se siente pensar que vas a salir con él después de tanto rechazo? —exclama July.

—Oye, July ¿y sí está guapo? —pregunta Allie.

—¡Guapísimo! Mira, por aquí tengo sus fotos...

Comienzan a hablar de Jayce y yo me desconecto de la conversación. Me veo en el espejo y respiro hondo.

Elegí ropa casual porque no tengo idea a dónde me llevará, ojalá que a un horrible lugar para tener una excusa y no volver a salir con él. Decidí usar un pantalón algo ajustado y una blusa blanca y lisa manga larga con unos botines, esperando que eso sea suficiente para combatir el frío de enero.

Jayce podría llegar en cualquier momento y no me siento preparada mentalmente para salir con él. A solas. En una cita.

—Anne, ¿me estás escuchando?

Salgo de mi ensimismamiento y dirijo mi mirada a July, está esperando a que diga algo. ¿Qué me dijo?

—Llegó tu enamorado, Annie. —comenta Allie a través de la pantalla.

Corro hacia la ventana y efectivamente el auto de Jayce está estacionado frente a la casa. Lo observo salir del auto y dirigirse a la puerta, seguido del sonido del timbre y un lindo grito.

—¡Meow, alguien pregunta por ti!

JAYCE

Meow, qué lindo apodo.

El chico frente a mí desaparece y deja la puerta abierta. Será su hermano, supongo. Muy educado.

Anne baja las escaleras y me mira. Se ve tan hermosa.

Es tan hermosa.

—¡Ya me voy! ¡Si no regreso culpen a Jayce Golden! —grita a la nada y me dedica una sonrisa falsa mientras cierra la puerta.

–Hola, meow.

Me observa de forma amenazante, o un intento de eso y menciona:

—No me llames así.

Entoces meow será.

—Está bien, meow. —levanta su dedo medio y comienza a caminar al auto, apresuro el paso y le abro la puerta —¿Nerviosa?

—No. —miente.

Se adentra en el auto y cierra la puerta. Lo rodeo y entro en el lugar del conductor. Está a la defensiva y sé que si quiero convencerla de que esto es buena idea debo tranquilizarla y hacer que se sienta cómoda. Conmigo.

Enciendo la radio para aligerar el ambiente y comienzo a conducir. Tengo el mejor plan para esta noche, y no dejaré que nada lo eche a perder.

Luego de un silencioso viaje aparco en el estacionamiento de un lugar que conozco tan bien...

—¿Una pista de patinaje? —pregunta —¿Acaso quieres matarme?

—No seas pesimista, Anne. Relájate.

—¿No debería estar cerrado ya?

—Para mí no. —hago que las llaves tintineen en mi mano mientras se las enseño.

Unos cuantos tratos y citas prometidas con Nia y consigo varios privilegios, ciertos favores pagados. Introdujo la llave en la cerradura y tomo la mano de mi dulce acompañante para que me siga. El lugar se ilumina y me brinda un buen presentimiento.

Hoy será una gran noche.

Let Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora