Cuando era pequeña, mi padre solía decirme que siguiera mis sueños, que nunca me rindiera. Él confiaba plenamente en que alcanzaría mis metas por muy duras que sean. Mi padre, Arnold Hundley, me hizo como soy ahora, me dió consejos de la vida para cuando llegara a una edad adulta. Era un hombre sano hasta que enfermó hace ocho años. Le diagnosticaron cáncer de pulmón y luchó con todas sus fuerzas hasta el final, pero por desgracia no sobrevivió. Mi madre, Anabel, y yo vivíamos solas desde entonces hasta que me independicé y me mudé con Nidia. Y como dijo mi padre seguí mis sueños y lo conseguí. Junto con Ray nos dirigimos hacia el cuartel para mi primer día de entrenamiento con el idiota de Duncan.
—A si que Nid no quiso venir —rodó los ojos Ray.
—No, se quedó pintándose sus uñas en casa —ahora fue mi turno de rodar los ojos— al parecer consiguió trabajo en el bar de Gaby, ¿lo sabías?
—A ver cuanto dura… —se mofó.
—Anda, no seas malo —le metí un pequeño empujón— bueno supongo que tendré que entrar —murmuré al ver la entrada del cuartel.
—Suerte, Lynn. Tú puedes con todo —pasó sus brazos por mi cintura y envolví los míos alrededor de su cuello— te quiero.
—Yo también te quiero Ray…
Solté mi agarre y él quitó sus manos de mí. Caminé mirando hacia detrás mientras me despedía. Alcé la mano despidiéndome de mi mejor amigo haciendo una mueca de pesadumbre sin percatarme de la pared, o mejor dicho persona, que tenía en frente y con el cual me estampé.
—¿Despidiéndote de tu novio princesita? —oí de nuevo su irritante voz y alcé la cabeza para encontrarme su mirada azabache.
—¿Es que acaso estás celoso principito? —me burlé sonriendo sarcásticamente— Ray es mi mejor amigo y por si no lo notaste es gay —rodé los ojos y me zafé de su lado. No oí otra vez su voz así que seguí caminando, sin rumbo, por el cuartel. Tras caminar por dos minutos volví hacia atrás viendo su sonrisa socarrona de nuevo— ¿dónde está mi uniforme?
Quiero partirle esa sonrisa tan perfecta que tiene.
—Bien novatos, llegó la hora de la verdad. No creáis que por estar dentro se acabó, si creíais que las pruebas eran duras, lo que os espera acabará con vosotros, yo acabaré con vosotros y os exprimiré al máximo —finalizó de hablar el “encantador” Seth, entre muchas comillas— os quiero en dos filas, ¡vamos!
Me situé la primera de la segunda fila. El moreno me miró con burla pero yo aparté la mirada rápidamente. En el campo de entrenamiento estábamos únicamente él y veinticuatro principiantes más incluyéndome. Mis dos compañeros médicos y yo recibiríamos el mismo entrenamiento físico que los soldados.
—Estupendo, os explicaré rápido lo que realizaremos, de dos en dos pasareis por este campo de entrenamiento, el cual consiste en cuatro pruebas, como podéis observar— señaló con sus manos mientras explicaba las pruebas hasta que llegó al momento que nos dejó a todos sin respiración— el equipo perdedor será expulsado al completo —el silencio se acumuló mientras intentábamos asimilarlo, ¿qué acaba de decir?— Hundley —alcé la cabeza— Roberts —el chico de mi lado me miró con desafío y yo suspiré con pesadez, me coloqué en posición y…—¡YA! —me tropecé al principio por la impresión, pero rápidamente alcancé un buen ritmo corriendo.
La primera prueba se trataba de deslizarse por el suelo con precaución para no clavarnos los pinchos que se ubicaban encima de nuestras cabezas. Por suerte, el chico apellidado Roberts y que me llevaba la delantera se enganchó con uno de los clavos dándome la ventaja. Salí del “túnel” y volví a correr dejando atrás a mi contrincante. Oía como mis compañeros gritaban mi apellido para darme ánimos, la segunda prueba consistía en escalar una pared vertical de rocódromo pero sin cuerda. Sin pensármelo dos veces escalé, pero cometí el error de mirar hacia abajo lo que me mareó inmensamente. Dando un suspiro e ignorando mi vértigo seguí, no me podía permitir perder mi puesto. Al llegar a la parte más alta, que debían ser no más de tres metros, tropecé y caí con toda la torpeza del mundo. Sin permitirme el tiempo para tener vergüenza, después de deslizarme rodando unos cuantos metros en el suelo, volví a levantarme. Sentía mi rodilla sangrar y el sudor resbalar por mi frente. La última prueba consistía en una línea recta llena de neumáticos por los cuales saltar, como esos de las películas. Atravesé fácilmente la pista llegando al final. Me dispuse a dar media vuelta y correr hacia mis compañeros para dar el relevo cuando vi como mi contrincante, el chico con apellido “Roberts”, me seguía el paso y si no me daba prisa me adelantaría. Corrí como si mi vida dependiera de ello, lo cual era casi cierto ya que mi carrera dependía de ello. Conseguí llegar por fin unos pasos por delante del chico. Uno de los integrantes de mi equipo salió rápidamente a completar las pruebas mientras yo me tiraba al suelo con total cansancio.
—¡Hundley! ¡Arriba! —cerré los ojos con fuerza al escuchar a Seth gritarme solo con la intención de fastidiarme.
Con la adrenalina aún en mis venas me levante rápidamente. Esto provocó un gran mareo en mí, lo que hizo que diera dos pasos hacia atrás intentando estabilizarme. Oí como alguien gritaba que nadie parara de correr y lo próximo que sentí fueron dos brazos a mi alrededor evitando que caiga.
—Ey… ¿te encuentras bien? Será mejor que vayas a la enfermería —susurró. Levanté mi cabeza con la vista borrosa encontrándome la cara de Duncan a centímetros.
—No, estoy bien —me separé de sus ejercitados brazos por fin con mi mente en su sitio.
—Pensaba que te iba a tener que descalificar princesita —sonrió burlón— que no vuelva a pasar. Estás dentro —finalizó.
—¿Qué? —pregunté atónita girándome rápidamente a verlo.
—Tu equipo ha ganado, enhorabuena —se fue a paso lento dejándome sorprendida. Me giré para ver a mis compañeros sonreír y festejar. Me di mi tiempo para reaccionar pero inmediatamente sonreí— una acotación, se evaluará el esfuerzo del equipo perdedor y solo se expulsará a quien no haya dado la talla.
Lo he conseguido.
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AMOR Y PÓLVORA
RomanceTras una infancia dura debido al fallecimiento de su padre y con el sueño de ser médico militar, Lynn Hundley se alista al ejército británico. Una vez allí, tendrá que superar pruebas físicas, psicomotrices y... ¿de amor? Además de sus mejores amigo...