—¡Te he echado de menos Lynn! —gritó en mi oído mi queridísima amiga Nidia.
—Yo mucho más —la abracé fuertemente a mí.
—¿Y para mí no hay abrazos? —giré mi cabeza viendo a mi mejor amigo a mi izquierda. Estiré mi brazo para que se uniera en un abrazo colectivo— ¿qué tal tu primera misión?
—Bastante bien —sonreí hacia el chico— nada complicado y sin peligro. Ha sido duro ver a toda la gente refugiada —fruncí el ceño— pero todo trabajo tiene su parte ardua.
—Tienes toda la razón —asintió Nidia— incluso ser peluquera o camarera —razonó Nid causandonos una risa de ternura.
—¿Sigues trabajando en el bar? —pregunté con curiosidad.
—¿No estábamos hablando de ti? —preguntó torpemente provocando la risa de su mellizo.
—Nid cambia más de trabajo que yo de chicos —se rió Ray— ¿ya te he hablado de Jaheim? Todo lo que tengo que decir es six pack.
Que bien se siente estar en casa.
Un mensaje llegó a mi móvil haciéndome perder el hilo de la conversación y adentrarme en el mensaje.
—¿Quién es? —me preguntó Nid.
—Jandiara —murmuré distraída
—¿Quién es Jandiara?
—¿Qué? Ah, es una amiga que conocí en el ejército. Dice que se está organizando una fiesta…
—¿Fiesta? —saltó mi amiga emocionada.
—Sí —me reí— para celebrar el triunfo de la misión al parecer.
—¡Genial! ¿Puedo ir no? —preguntó esperanzada.
—Supongo, a mi me también me ha llegado un mensaje —contestó Ray por mí.
Un día después de la llegada y tras dormir bastantes horas de seguido me levanté perezosa para ir a entrenar.
Entré en la cocina con la esperanza de hacerme un café pero no había ni un mísero sobre. Bufé disgustada y me vestí para pasar antes por un Starbucks a por un capuccino.
—Nid —toqué en la puerta de mi amiga para avisarle de que me marchaba pero nadie contestó por lo que volví a picar en la puerta— Nid, despierta.
Como nadie contestaba abrí la puerta encontrándome de pleno un culo desnudo. Abrí los ojos enormemente avergonzada mientras los ojos de mi amiga se abrían a la par con molestia por la luz y mientras el chico de su lado, el cual creo que quedó claro que estaba desnudo, giraba medio cuerpo para mirarme.
—Yo…. yo lo siento —cerré rápidamente la puerta tras oír una risa burlona proveniente de mi amiga y un gruñido de molestia de parte del chico.
Sin más dilación y con miedo de que alguno de los dos saliera desnudo, por miedo de que el chico desconocido saliera desnudo más bien, crucé la puerta con las mejillas sonrojadas.
Crucé la carretera por el paso de peatones rápidamente al ver al autobús llegar, saludé al conductor como siempre y como siempre estaba Martha en los primeros asiento así que también la saludé.
Obviamente después de desayunar mi delicioso capuccino tuve que coger otro autobús para poder llegar al cuartel. Más aburrida que una ostra llegué por fin saludando a Jandiara y a Brent. Los tres habíamos formado por así decirlo un grupito.
—¿Kiefer? —pregunté llegando al campo de entrenamiento y al no ver a Seth, el cual por cierto a la vuelta del viaje no me había hablado, básicamente me había estado evitando.
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AMOR Y PÓLVORA
RomantizmTras una infancia dura debido al fallecimiento de su padre y con el sueño de ser médico militar, Lynn Hundley se alista al ejército británico. Una vez allí, tendrá que superar pruebas físicas, psicomotrices y... ¿de amor? Además de sus mejores amigo...