CAPÍTULO 14

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—No estés nerviosa —tranquilizó mi ahora “novio”.

—¿Cómo no voy a estar nerviosa? ¡Voy a conocer a tu madre! —exclamé.

—Una madre que me desprecia —recordó.

—Y a la que estamos engañando —recordé.

—Tranquila Lynn, estás preciosa y eres perfecta para mí.

—¿Puedes dejar de hacer eso? —me sonrojé.

—¿El qué? ¿Decirte lo guapa que eres y lo mucho que me gustas? —preguntó tonteando.

—¡Callate! —exclamé demasiado ruborizada.

Se rió mientras aparcaba el coche cerca del portal de un edificio.

—¿Vives aquí? —pregunté analizándolo.

—Sí —respondió sonriendo— te gustará el interior.

Asentí mientras salimos los dos del coche y cruzábamos el portal caminando hacia el ascensor donde los dos nos introducimos. Marcó el número cuatro y el ascensor empezó a ascender. Cuando las puertas se cerraron sentí una mano apoyada en mi cintura y a los cinco segundos una cara se colocó delante de la mía.

La mano de Seth se apoyó en la pared en la que me encontraba apoyada justo a la altura de mi cabeza. Se agachó levemente haciendo contacto con mis ojos.

—¿Qué haces? —susurré nerviosa.

—Besarte —sonrió. Iba a replicar cuando sus labios chocaron con los míos como las otras veces.

Cada vez que sus labios se encontraban con los míos mi estómago revoloteaba con las conocidas mariposas. Su tacto suave llevaba mi pulso al límite y me excitaba sobremanera.

Se apoyó contra mi cuerpo haciéndome sentir todo su calor sobre mí. Su lengua pidió permiso para entrar en mi boca. Comenzamos una guerra con nuestras lenguas mientras mis manos acariciaban su sedoso pelo y las suyas me quemaban la piel por debajo de la camiseta que llevaba puesta.

Separamos nuestras bocas cuando el ascensor frenó en la planta donde vivía Seth. Su frente se apoyó en la mía mientras su dedo pulgar acariciaba mi mentón y mi labio inferior. Miré sus ojos que denotaban esa pasión y tensión sexual que se percibía entre nosotros y estoy segura que mis ojos reflejaban lo mismo.

—Creo que deberíamos entrar en tu apartamento —susurré reuniendo todas mis fuerzas para separarme de él aunque no quisiera.

—Ay nena… si no estuviera mi madre en casa —comentó en voz baja.

—Pervertido —intenté luchar con la sonrisa que se iba formando en mi cara. Ojala no estuviera su madre…

Miré su perfil mientras caminábamos hasta su puerta.

—Espera —me miró extrañado y estiré mi mano para colocar su pelo perfectamente ya que yo se lo había desordenado con el beso del ascensor— mejor

Me sonrió con sus ojos grises que me encantaban y pasó su dedo por debajo de mi labio corrigiendo, supongo, el pintalabios.

—Mejor.

Sus llaves se deslizaron del bolsillo de su pantalón hasta la cerradura. Suspiré nerviosa y para tranquilizarme me agarró de la mano.

—Debemos parecer novios —susurró en mi oído.

Abrió su puerta y me dejó pasar a mí primero. 

La entrada del apartamento era bastante amplia con la pared de color blanco y un mueble de color marfil a mi izquierda. Por otro lado, a mi derecha había una puerta de madera de color café abierta de par en par dejando a mi vista una cocina pequeña pero acogedora. Justo enfrente de mí había un pasillo alargado con otras cuatro habitaciones. 

AMOR Y PÓLVORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora