Capítulo 1: Encantada.

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Íbamos por una larga mitad de trimestre, ya estaba saturada de exámenes, llevaba una media de dieces y nada ni nadie me haría bajar el listón, quería ser la psicóloga con la mejor preparatoria de Canadá, o eso intentaría.

Estaba a mi apartamento, eran las once y media de la noche, tenía que estudiarme los cuatro temas que entraban en el trimestre por un castigo colectivo en clase. Ya casi lo tenía todo aprendido, estuve estudiando desde hace dos o tres días, desde que nos dieron la "agradable" noticia. Iba por el cuarto tema al fin, apenas unas páginas más y podría empezar a repasar el tema mentalmente, dando un descanso a mis ojos, mis manos y a las hojas arrugadas, de tanto pasarlas de un sitio a otro, que contenían los apuntes.

"La psicología es la rama que estudia los problemas o desequilibrios mentales que posee o genera un ser humano, a veces por causa propia, a veces por causa de un trauma..." Me repetía a mí misma.

Doce menos cuarto, el tema aprendido y repasado. Recogí mi apartamento rápidamente para, mañana, sólo tener que coger la mochila y ponerme a repasar de camino a las clases. Escuché un sonido proveniente del pasillo de la residencia, pero no presté atención ya que estaba ocupada y de seguro que no tenía que ver conmigo.

Un papel se coló bajo la puerta, me acerqué al dicho papel y lo recogí del frío pero limpio suelo. Antes de leerlo abrí la puerta y me asomé al pasillo, mis esperanzas de que estuviese el dueño del papelito  tras la puerta se desvanecieron, pues el pasillo estaba desierto, ni un alma a esta horas estaría por ahí habiendo un examen tan importante mañana. Visto que no podía hacer nada cerré la puerta, y con el papel en mis manos anduve hasta la cama, me acosté en ésta y antes de dejar el papelito en la mesita de noche lo leí:

"Buenas noches, preciosa.

No preguntes quién soy, aunque yo te conozca, tú a mí no. Tranquila, no tardarás en hacerlo.

Me vuelves loco, pequeña."

El papel olía a una colonia para hombres bastante agradable, la caligrafía era excelente, se notaba que quien hubiese escrito esto se tomó su tiempo. Quitando el buen aspecto del papel, éste ya dicho, me causaba una intriga por conocer a la persona portadora del papelito tremenda.

Las doce menos cinco, ya estaba todo listo y en su sitio, y yo, después de ponerme una camiseta cualquiera que me llegase a los muslos, también estaba lista para irme a dormir, no obstante llamaron a la puerta, ¿quién sería a estas horas? Al final acabé levantándome para responder a la llamada de la puerta, y aunque me costó algo de trabajo, ya que apenas se veía nada con la tenue luz de la mesita de noche, llegué, y abrí la puerta sin saber que acababa de abrirle al dueño de uno de los primeros errores que cometería a lo largo del curso.

Un chico alto, atractivo, con un aire misterioso, que a cierto punto llegaba a dar algo de miedo, el cual daba a entender que cuidaba al máximo su cuerpo, estaba plantado ante mí, con una escalofriante sonrisa en su ostro. Su fragancia entró de llego impregnando mi alrededor, me sonaba de algo ese olor, pero estaba demasiado maravillada por aquel chico como para ponerme a recordar de dónde venía la familiaridad de su olor. Su ronca voz me sacó de mis pensamientos.

-Hola, soy el propietario del apartamento que alquilaste.- Dijo pasando con plena confianza al salón.

¿Perdona? Ni siquiera he abierto la boca para invitarte a pasar.

-Encantada, soy Skyler Bones.- Dije cerrando la puerta y al girarme le pude ver de espaldas a mí avanzando por la sala, dando pasos lentos al ritmo que la agujas de los segundos, del reloj colgado en la pared, iban avanzando.

-Lo sé.- Dijo escueto.

-Mm, y, ¿qué hace usted a estas horas aquí?- Pregunté lo más educada posible.

-Por favor.- Rió lento y se giró para verme. -Tutéame, no me gusta que me traten de usted, me hace sentir mayor.

-Lo lamento.- Asentí mientras decía esas dos palabras. - ¿Y s...tu nombre es...?- Dejé la frase en el aire esperando su respuesta.

-Has dejado bonito esto, a diferencia de cuando lo ocupaba yo.- Ignoró al completo mi pregunta.

-Gracias. ¿Por qué dejaste de vivir aquí? ¿No estudias?- Sentí curiosidad de saber sobre él y como me tenía preparado muy bien el examen de mañana no me preocupaba acostarme un poco más tarde a causa de una conversación nocturna con este chico.

-No, yo trabajo, dejé los estudios a la mitad para irme a Los Ángeles con mi antigua novia, poco después de dejarla volví aquí y empecé a investigar en los casos de locura más paranormales del momento.- Viniendo de un chico que parece despreocupado del mundo me asombró que se dedicara a tratar cosas así, que en el fondo es algo que me gustaría hacer a mí en un futuro, al acabar los estudios.

-Wow.- Fue lo único que pude decir, pues quería seguir escuchándole.

Le invité a una taza de chocolate caliente y a sentarnos en el sofá. Aceptó de inmediato y mientras yo iba a por la bebida a la cocina, él se sentó en un butacón del salón. Al poco tiempo volví y le vi sentado como si estuviera en su casa, ambas piernas colgando por un lateral del butacón, su brazo descansando en el reposabrazos y su cabeza apoyada en el espaldal, esperándome. Me acerqué con ambas tazas y le ofrecí una que no tardó en coger y llevársela a la boca para dar un sorbo y tragar de forma sonora.

Me senté en el sofá al lado del butacón. -Continúa.

PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora