Capítulo 4: Primera cita. 1/2

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Ya me encontraba andando al lado de Harry yendo hacia él sabe dónde. Su estatura me intimidaba, me sentía una completa enana a su lado.

Su ronca voz, me hizo regresar al presente.

-¿Te apetece ir a algún sitio en concreto?

-Donde quieras.- Sonreí, dándole el placer de poder elegir el lugar.

-Buena chica, eso quería yo oír.- Sonrió curvando su sonrisa hacia un lado, pero no lo suficiente como para mostrar ese hoyuelo que mostró la primera vez que me sonrió.

Anduvimos como unos quince minutos y nos paramos frente un local.

-Es aquí.- Dijo él colocando su mano en lo más bajo de mi espalda, haciéndome saber que pasase antes que él una vez encontrados frente a la puerta de madera desgastada.

-Gracias.

Agradecí su cortesía y entré al establecimiento sintiendo sus pasos y su cuerpo justo detrás de mí. Confirmé lo dicho cuando su sombra invadió la mía, haciéndose una sola: la suya.

Acercó sus labios a mi oído y en un susurro que me hizo estremecer logré entender. -Busca un sitio apartado de la gente, y si se te acerca un chico, aléjalo.- Ordenó.

-¿P-Por qué he de hacer eso?- Se me escapó la pregunta de mis labios.

-Viniste conmigo, no con ellos.- Respondió serio.

-Pero no veo el porqué se esa bordería.- Me defendí.

-Si no lo alejas tú, lo espantaré yo.- Espetó con una escalofriante sonrisa dibujada en sus labios, la cual pude ver al verle de reojo. -Tardo tres minutos.

Tras decir eso, desapareció entre la gente, dejándome sola. Obedeciendo sus órdenes fui hasta el sitio donde estaban colocadas los asientos y elegí la mesa del rincón que daba a la ventana, reservándole su sitio dando la espalda a ésta.

Tres minutos concluidos en mi reloj fueron justos los suficientes para verle acercarse a la mesa, con una expresión de pocos amigos. Llegó, dejó las copas en la mesa y se sentó enfrente de mí, con la mirada puesta en un grupo de jóvenes.

-¿Qué pasó?- Pregunté dudando en saber su respuesta.

-Hay un tipo que no te quita ojo. Como siga mirándote así me voy a encargar personalmente de que no los tenga para mirarte.

Que bruto es, ni si quiera me miraba a mí, y si lo hacía no debería tener esperanzas porque no soy de las que se interesan en una persona sin ni siquiera conocerla.

-¿Qué hay de malo en que me mire? No es nada malo.

-Sí, sí lo es.- Afirmó.

-¿Y eso a qué se debe?- Fingí en mostrar indiferencia, aunque por dentro me comía la curiosidad.

-Tú eres mía, y de nadie más.

Me pareció no haber oído bien. ¿Era suya? ¿De cuándo? Ni si quiera nos conocíamos. Sus palabras resonaban en mi cabeza. Extrañamente no me molestaba del todo que dijera eso, pero tampoco presentí nada bueno en ello.

-¿Haremos algo después? Tengo que acabar un trabajo de psicología.

-Iremos a mi apartamento, tengo material necesario para ayudarte en tu proyecto.

-No gracias, no quiero molestar.- Me excusé.

-No era una un consejo.- Espetó.

Tras unos segundos reflexionando y pensando que con su buen material podría sacar una muy buena nota acabé aceptando su petición.

-Está bien, gracias supongo.

-Gracias a ti.- Me miró a los ojos y acortó unos centímetros apoyando los codos en la mesa, y su cabeza en sus manos. -Sabes que me gustaría conocerte a fondo, ¿no?

Viniendo de él y recordando los gustos sexuales que poseía no me extrañaba que lo dijera con doble sentido, pero me limité a no pensar sucio e igualé su proposición.

-También me gustaría conocerte bien, Harry.-Sonreí.

-No sabes el placer que entra en mis oídos el haber escuchado eso.-Comentó orgulloso.

...

Acabamos las bebidas y algo de comer, estuvimos hablando de quedar otro día para seguir conversando, a pesar de que ahora iríamos al apartamento de Harry a hacer exactamente lo mismo.

En pie y con la cuenta pagada, estábamos encaminándonos a su apartamento, por el camino empezamos a hablar de lo que se supone que hablaríamos en su casa.

-Y bien, preciosa, ¿has pensado dónde montarás tu consulta una vez que optes a ello?

-Mm, supongo que aquí, sino me iré a Las Vegas, ese sitio está lleno de psicópatas por todas las tentaciones que el lugar en sí produce, así que seguramente tenga éxito.- Razoné mis palabras mientras le iba contando. -¿Tú?

-Por el momento, seguiré investigando por mi cuenta, y vendiendo mi información junto con el dinero de los pisos seguro que llegaré para un piso afuera de la ciudad, o quizás en otro sitio.- Me explicó. Tenía planes futuros con grandes optativas, espero que la vida le dé lo que quiere.

-Ah, claro, con todo ese dinero, más el interés que cobras te dará de sobra.

Escuché unos segundos una grave y pesada risa proveniente de él, que no tardó en desaparecer mientras tomaba aire.

-Los intereses no son pagados con dinero preciosa.- Sonrió hacia un lado mostrando su hoyuelo, ya lo echaba de menos.

-¿Entonces?

-Qué inocente eres.- Rió.

-Es que no entendí.- Dije como defensa.

-Mejor.- Musitó.

Nos paramos al llegar a un piso bastante amplio, por lo menos la casa contaba con dos amplias plantas, además de un lujoso jardín. Observé al chico de ojos esmeraldas, quien metió sus manos en los bolsillos traseros de su ceñido jean, seguramente buscando sus llaves, con éxito. Escogió la llave con sus largos dedos para abrir la puerta principal.

De nuevo, el tacto en mi espalda causada por su cálida mano me hizo estremecer poniéndome los pelos de punta. Ojalá no se haya dado cuenta.

-Adelante, pasa.- Comentó con un toque de autoridad, pero sin borrar esa sonrisa torcida de su rostro.

-Gracias.-Sonreí por inercia y pasé, haciendo lo mismo él tras de mí.

Segundos después de escuchar la puerta cerrarse me giré para verle y una mirada triunfadora adornaba su mirada. A pesar de empezar a tener miedo, no pude negarle la invitación, tampoco sentí las ganas de huir. Era impotencia. Sin tener que amenazarme ni convencerme me estaba avisando de que pasaríamos más tiempo juntos del que pude calcular, y que no sería fácil que me librara de él.

¿Que tenía entre manos que me atemorizaba tanto?

PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora