Capítulo 2: ¿Quedamos mañana?

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Me senté en el sofá al lado del butacón. -Continúa.

-¿Por dónde me quedé?- Dijo con una minúscula sonrisa.

-Después de dejar a tu novia volviste aquí e investigaste sobre la locura. Antes de que sigas, ¿puedo preguntarte algo?- Dije intentando calmar mis ganas de bombardearle a preguntas.

-Claro, habla.

Me miró a los ojos, esos ojos verdes llenos de brillo me dejaron algo aturdida, y buscando con cautela las palabras exactas para no sonar cotilla, formulé la pregunta.

-¿Qué pasó en tu relación, porqué lo dejaron?

Colocó bien sus rizos con una de sus manos y se le dibujó una sonrisa orgullosamente machista en el rostro, que tornada a un lado, fue adornada por uno de sus hoyuelos.

-Le fui infiel.- Dijo despreocupado.

¿De eso estaba orgulloso? Hombres...

-Además, no me proporcionaba el placer que necesitaba.

Asentí como respuesta, ¿había palabras para responder a semejante explicación?

-Puedes seguir.- Al fin logré decir.

-Bueno, como iba diciendo, al dejarla, volví aquí. Y como dije me puse a investigar, me gustaba saber que no era el único loco.

Le corté. -¿Loco?

-Sí, loco. Al poco tiempo descubrí que no tenía paciencia para trabajar ahí, me gustaban las cosas como las pedía y cuando las pedía, y esos idiotas incompetentes tardaban siglos en avanzar la investigación. Por eso decidí investigar por mi cuenta, y para no perder dinero, empecé a alquilar casas a mi nombre que en el pasado fui necesitando. Y claro, en el alquiler entraban los intereses, mis clientas no se quejaban por esos intereses, era una buena negociación la que yo proponía.- Sonrió al lado igual que como hizo minutos antes.- ¿Quieres saber algo más?

-Sólo una cosa más.

Asintió. -Harry.

¿Cómo mierda sabía lo que le iba a preguntar? Miremos el lado bueno, ya por lo menos sabes cómo llamarlo.

-Bueno, preciosa, ahora cuéntame cosas de ti.- Se levantó ágilmente del butacón y se sentó a mi lado, en el sofá, a tan sólo unos centímetro de mí. Se sentó como si tuviera una especie de confianza conmigo, apoyó sus brazos en el borde del espaldal del sofá y flexionó su pierna para ponerla encima de la otra.

-¿Qué quieres saber de mí?- Pregunté dándole opción a elegir.

-Mm, ¿qué estudias y porqué?

-Pues, voy a estudiar psicología, me gusta tratar los desórdenes mentales de un ser humano. Eso de que una persona esté en tal grave estado me fascina.- Expliqué.

-¿Grave?- Me cortó.

-Ajá.

-Yo no creo que porque una persona esté loca esté en un grave estado. Al contrario, me parece genial.

Su punto de vista era extraño, él era extraño.

-Eso de que una persona pueda llegar a hacer cualquier tipo de cosa con tal de conseguir lo que quiere me encanta. Me recuerda a mí. Y si para colmo me ponen las cosas difíciles...- Pasó su lengua por su labio inferior y a continuación por el superior, lo hizo despacio, muy despacio y sin quitarme la vista de encima.

Hice un gesto para que prosiguiera con su explicación.

-Me excita mucho.- Soltó sin más.

Era increíble como podía explicar tanto y a la vez tan poco. Su risa hizo un eco en el salón.

-A mí eso más bien, me da miedo.- Admití.

-Si quieres trabajar en la psicología encontrarás de todo, preciosa. Desde críos con un trauma a psicópatas que consiguen lo que quieren cuando quieren.

-Lo sé.

Puso su mano en mi rodilla y eso generó en mi un pequeño escalofrío que recorrió todo mi ser en menos de un segundo. Él lo notó, pues me miraba de manera burlona.

-¿Tú pones las cosas difíciles?

-Yo sólo pongo difícil lo que merece la pena conseguirse.

-Perfecto.- Sonrió. -Puedes seguir contándome cosas, preciosa.- Quitó su mano y dio paso a que siguiera hablando.

Y proseguí pues. -Cuando acabe los estudios quiero llegar a montar una buena consulta.

-En ese caso, me verás mucho por ahí.- Rió roncamente.

-No creo, tú parece bastante cuerdo, a pesar de tu extraño punto de vista en el tema que ya hemos hablado.

Eso provocó en él una pequeña carcajada. -Te equivocas, princesa.

-¿Sí?- Me atreví a preguntar.

-Y tanto que te equivocas.

Después de un rato hablando, compartiendo y oponiendo opiniones me dio por mirar el reloj colgado delicadamente en la pared: las doce y media. Era tarde, debía irme a dormir si no quería aparecer mañana con ojeras o quedarme en blanco. Me levanté.

-Harry, es tarde, debo acostarme, mañana ten...

-Comprendo.- Me cortó. -Suerte en el examen, preciosa.- Se levantó y depositó la taza en la cuadrada y pequeña mesita del salón.- Mañana tienes la tarde libre, ¿cierto?

¿Pero cómo lo sabía? Seguro que alguno de mis bocazas amigos se lo contó, o eso quería yo pensar.

-Sí.- Asentí.

-¿Entonces quedamos mañana?- Preguntó esperando una respuesta afirmativa. Me miró a los ojos y en el momento en el que nuestras miradas se encontraron no tuve otra opción que aceptar.

-S-supongo.

-Bien, pasaré por ti a las cinco en punto y te esperaré en el vestíbulo. No te retrases, odio que me hagan esperar.

¿Me estaba advirtiendo u ordenando? Es más, ¿quién se creía para mandarme así después de irrumpir en mi casa?

-Procuraré llegar a la hora.

-Más te vale estar ahí a en punto. No quieras hacerme enfadar nada más conocerme.

Sin decir nada más, le acompañé a la salida, abrí la puerta y Harry pasó hacia el pasillo. Mi intención de cerrar la puerta se vio interrumpida por uno de los musculoso brazos de Harry obstruyendo el paso de la puerta.

-¿Ni una despedida?

-Adiós.- Dije muy a mi extraño pesar.

-Hasta mañana, diría yo, más bien.- Sonrió triunfante y acercó su rostro al mío. Su olor me rodeó y al respirar se quedó impregnado en mis fosas nasales, me encantaba. El tacto de sus cálidos labios en mi mejilla me hizo despertar.

Para cuando yo ya quería darme cuenta, él se había marchado dejando un vacío en el momento. Cerré la puerta frustrada y me metí de nuevo en la cama. Pocos minutos después, me dejé caer en las manos de morfeo en un lindo sueño.

PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora