Capítulo 7: Intereses.

552 43 14
                                    

Había arrasado con la cena rápidamente, sin preocupaciones de deberes, trabajos ni exámenes pues lo llevaba todo al día. Lo único que me perturbaba un poco era el hecho de las notas y mensajes cada vez más constantes que iba recibiendo.

Miré otra de tantas veces a mi aburrido reloj, que marcaba las doce menos diez, hora más que razonable para acostarme. Recogí todo lo sucio y nuevamente repasé que estaba todo listo para mañana. Correcto.

Doce menos cinco, me encaminaba a la cama, pero me detuve al momento en el que el timbre sonó. ¿Y ahora qué? Cambié el rumbo hacia la puerta y tras abrirla, estaba él, tan perfecto como siempre.

-Harry, ¿qué haces aquí?- Dije observándole de arriba a abajo.

-Tenemos que hablar del pago.- Espetó y se adentró al apartamento.

Como ya había pasado en algunas ocasiones, me quedé observando cómo sus pasos se hacían sonoros en la habitación que a su vez, se impregnaba del olor que desprendía, me encantaba. Se detuvo y se sentó al borde de la cama. Yo cerré la puerta y me acerqué a él, sentándome a su lado.

-El pago debería ser a final de mes, ¿no?

-Me refiero a los intereses, preciosa.- Sonrió hacia uno de sus lados, con malicia.

-Mm, pero yo no tengo dinero ahora Harry.- Me disculpé.

-Cariño, yo no cobro los intereses monetariamente.

-¿Entonces?- Dije dudosa.

-¿Te gusta el champán?- Me preguntó por sorpresa, ignorando así la pregunta que le había hecho unos escasos segundos antes.

-Sí.- Asentí al tiempo que él se levantaba para deshacerse, con un movimiento, de la chaqueta negra que le cubría la espalda y gran parte de su torso, dejándola sobre los pies de la cama, se levantó y fue a la puerta.

Yo miraba sus acciones sin hablar ni objetar nada al respecto, justo cuando él llegó a la puerta, ésta sonó, y abriéndola se vio aparecer uno de los conserjes, el cual le entregaba a Harry una botella del mencionado champán y tras intercambiar palabra inaudibles para mí, le cerró la puerta en la cara. Quizás dijo algo que no debiera decir.

-¿Quieres que te explique cómo va la dinámica del pago? Te veo algo aturdida.

-Sí, pero, ¿cóm...?- Me interrumpió y añadió respuesta.

-Espero que te guste el postre, si no tendremos un serio problema.

...

Después de haberme quedado pensando en todo, lo que ya empezaba a cuadrarme, vi en la hora del reloj las doce y diez. Oí a Harry gruñir en la conversación telefónica que mantenía con una tal Samantha, al parecer lo estaba sacando de quicio a una velocidad de vértigo. Llegando al final de la charla lo que pude escuchar fue:

-Cómo cojones quieres que te diga que ahora mismo estoy ocupado... No me hables tan de seguido que tu voz me irrita... No, no voy a ir, estoy reunido... Está bien, lo sé, adiós.- Colgó y se guardó su móvil en el bolsillo trasero de su apretado jean.

-¿Todo va bien?- Pregunté.

-Sí, sólo no me gustan las interrupciones.- Dijo mientras volvía a sentarse a mi lado.

Asentí y le pregunté:

-Oye, ¿eso de los intereses...?

-Oh, cierto.

-¿El ingreso cuándo sería?- Pregunté rezando porque fuera en alguna semana próxima para contar con dinero.

-Hoy, ahora.

Dejó el champán en mi mesita de noche, que aún tenía la tenue luz encendida, fue a la cocina a por dos copas y las dejó a cada lado de la elegante botella.

Se situó frente a mí, y muy lentamente comenzó a desabrochar uno por uno sus botones de la camisa. No sabía qué hacía ni el porqué, pero no podía dejar de mirarlo, apenas unos breves segundos y la camisa ya la tenía fuera de sí, la tiró con la chaqueta que había puesto antes a los pies de la cama.

Tenía muchísimos tatuajes los cuales repasé con los ojos detalladamente todos y cada uno de los que mis ojos encontraban en su piel.

-Quítate la camiseta, ahora.

-No.- Me negué rotundamente.

-No querrás verme enfadado, te advierto, quítate la maldita camiseta.- Ordenó mientras cortaba la distancia que nos separaba.

Y yo, que soy de todo menos callada volví a negarme. Su ceño se frunció y su mandíbula se tensó, estaba haciéndole enfadar.

Sus manos, con fuerza, agarraron mis brazos y me tumbaron en la cama, de modo que él, alargando sus piernas acabó sobré mí, a horcajadas. Pasó mis brazos por encima de mi cabeza y los dejó inmóviles al unirlas y apoyar una de sus manos en mis muñecas y hacer presión hacia el colchón. Con la mano que él aún tenía libre comenzó a levantar mi camiseta.

En ese instante, tenía que confirmar mis sospechas.

-¿Có-cómo cobras tú, los intereses?

-Con sexo.

PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora