Capítulo Diez: Naka-choko

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Esperando en la oscuridad, Louis siente una deliciosa emoción, sabiendo que él va a matar. Que va a ver la vida drenarse del cuerpo de su víctima, desvanecerse de sus ojos y no dejarle nada más que carne y hueso.

Él mira fijamente a la puerta principal; la escopeta fría y pesada en sus manos. La agarra con fuerza, sus palmas hormiguean y su corazón se acelera.

Y luego los perros ladran. Están mirando la ventana, el espacio grande y vulnerable sobre el escritorio de Louis. Por supuesto que Randall vendrá por ahí. Está atacando por el flanco.

Cuando se da vuelta, Louis ve una sombra, un enjambre de moscas en forma de hombre, y el miedo frío le ahoga la garganta. Recuerda el día en Minnesota, cuando hizo esa conexión con Garrett Jacob Hobbs, recuerda la soledad de la vida antes de Harry.

El ciervo de ébano irrumpe en la casa, rompe vidrios y rompe madera, y el tiempo se ralentiza.

Louis se arroja a un lado, aterrizando con fuerza sobre su codo. Ni siquiera siente el dolor, simplemente rueda sobre su espalda y levanta el arma para disparar.

>>¿Lo ves?<<

Es el wendigo que aterriza, sus ojos blancos y sin vida. La piel azabache se adhiere a los huesos sobresalientes, y las astas ensangrentadas se alzan en una corona desde su cráneo. Louis siente lágrimas en sus mejillas, pero ahora no tiene miedo. El calor quema la última de sus dudas, dejándolo tarareando con una embriagadora mezcla de amor y rabia.

>>Mi monstruo. No pudiste resistirte, ¿verdad? Nunca puedes resistirte a probarme<<

Se endereza, el arma aún apuntada a la cara del wendigo. Jack-Dog ladra, su voz retumbante es un eco del mundo real que lo espera. De Harry, esperándolo. Todo lo que tiene que hacer es demostrar su valía, una última vez.

>>Vamos Louis, muéstrame lo fuerte que eres, y yo seré tuyo<<

La voz de Harry lo acaricia, se acomoda como un hierro en su marca, y Louis siente el ruido de su propio ronroneo. Desnuda sus colmillos, levanta la barbilla desafiante y tira el arma al suelo.

Basta de esconderse.

El wendigo ataca, rápido como una víbora. Una mano con garras lo golpea en la cara y lo arroja contra la pared lo suficientemente fuerte como para romper el yeso. Louis gruñe, la mordida en el hombro le duele donde se rasgan los puntos, su aliento deja sus pulmones apurados.

Las astas le rozan la mejilla, lo suficientemente afiladas como para rasgarle la piel. Perforan la pared detrás de él, encerrándolo en una jaula, atrapándolo a escasos centímetros de los ojos muertos de su monstruo.

Un movimiento en falso y esos bordes le abrirán la garganta.

"Te voy a unir, cariño. Necesito un Omega propio."

Whisky rancio y polvo de hormigón llenan su nariz, pero Louis puede sentir un calor en el fondo de su mente; una sombra más grande, que se cierne sobre su propia oscuridad, acunándolo cerca y protegiéndolo. Dándole fuerza cuando la necesita.

Harry no es Coby. Es un peligro propio, y lo terrorífico es cuánto ama a Louis.

Cuánto se aman el uno al otro.

Siseando, Louis agarra las astas monstruosas, ignorando lo ásperas que son contra sus palmas. Cómo le quitan la piel de la punta de los dedos.

"¡Bájate de mí!" empuja al demonio lejos de él "¡No eres mi Alfa!"

El wendigo retrocede y Louis salta tras él. Se sienta a horcajadas sobre una cintura demacrada, sin prestar atención a la erección que se le clava en el culo y su propia dureza. Se inclina, arañando la piel correosa, mordiendo una garganta vulnerable y distrayendo al demonio con un beso contuso antes de tirar de su brazo hacia atrás y golpear con todas sus fuerzas.

The Reckoning {Larry Stylinson (Traducción)}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora