Llegué a casa y mis padres me miraron preocupados.
_ Hija ¡¿Dónde estabas?!
_ No tenías muy preocupados.
Los miré y sin poder responderles, sentí un nudo en la garganta; se me cubrieron los ojos de lágrimas y corrí a abrazarlos. Ellos me contuvieron sin saber la razón.
_ ¿Qué fue lo que te pasó Lucrecia?
Me preguntó mamá, yo miré a Rosita, tras su espalda y ella me sonrió.
_ Pero miren quien se dignó a regresar - la miré en seco - Hola hermanita ¡¿Qué te pasó?! Todos estábamos muy preocupados por ti...
Me dijo y me sonrió con ironía. Yo no lo resistí y le di un puñetazo. A mamá se le escapó un grito.
_ ¡Pero por dios! ¡¿Qué fue eso Lucrecia?!...
Rosita algo mareada por el puñete que yo acababa de darle, su nariz estaba sangrando. Yo la miré con enfado y odio. Me sentí un poco más aliviada al haberla golpeado.
Papá ayudó a levantarla del suelo, y yo decisiva, la miré con frialdad y Rosita me miró con deseos de devolverme el puñetazo, pero se contuvo y volvió a sonreírme con ironía y burla.
_... Si que estás mal hermanita. Ahora entiendo muchas cosas - la miré a punto de llorar. Sabía a qué se refería. A Santiago, y mis padres interfirieron.
_ ¿A qué te refieres Rosita?
_ ¿Qué está pasando aquí?
_ Nada, es solo que mi hermanita está muy estresada, es todo.
_...
Guardé silencio, mis padres aún no lo sabían; la miré y apreté los puños con impotencia y pensé en Santiago y en su traición. Se me llenaron los ojos de lágrimas y subí a mi cuarto.
Ahogada, me había arrepentido de volver a casa y solo quise llorar. Odié a Rosita y a Santiago y otra vez asfixiada, recordé de pronto a Joey, en lo bueno y atento que había sido conmigo al dejarme pasar la noche en su habitación, de aquel hotel, y me sentí mejor, e inevitable, sonreí y deseé volver a verlo, al menos una vez más.
Me saqué aquel vestido, lo lancé lejos para olvidarme de todo y me metí a la ducha para sentirme mejor, y volví a pensar en aquel guapo sujeto de bellos y profundos ojos celestes, Joey.
Me coloqué un vestido blanco y ajustado, con pequeñas flores celestes y una cinta, también, celeste bajo mi busto y me coloqué un cintillo. Quería olvidarme de todo, bueno menos de él, de Joey.
_ ¿Ya se habrá despertado? ¿Se habrá dado cuenta que no estoy ahí en su cama y que me fui?...
Quería volver a verlo y otra vez triste, me miré frente al espejo, me contuve los deseos de llorar y salí de mi cuarto.
Bajé las escaleras y me encontré a Santiago. Se me revolvió todo el estómago, la impotencia me consumió, y él junto a mis padres, me sonrió nervioso.
_ Lucrecia... has vuelto. Me tenías tan preocupado...
Mis padres nos miraron a ambos con una sonrisa y yo lo miré a él con ira. No podía creer lo cínico y mentiroso que podía llegar hacer y apreté los puños de impotencia; bajé los últimos peldaños de la escalera y omití palabras. Lo detesté con todas mis fuerzas.
Pasé por su lado, tratando de ser fuerte y lo ignoré, lo que les extrañó a mis padres, y él en un acto desesperado, me tomó del brazo. Yo lo miré fríamente, y en eso, llegó Rosita.
_ ¿Podemos hablar en privado, mi amor? - Rosita nos miró a ambos molesta y yo la miré con enfado.
_... No sé de qué tenemos que hablar los dos – Santiago se encogió de hombros y me tomó con más urgencia. Yo miré mi brazo y lo miré a él. Él siguió insistiéndome.
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"Mi señor de los ojos celestes" { Fanfic Joey Tempest } (Reeditada)
FanfictionLucrecia era inmensamente feliz junto a Santiago. Creía que, con él, su vida sería como un cuento de hadas, pero en el día de su postura de argollas, todo cambió al ella descubrirlo besándose con su hermana, Rosita. Lucrecia destruida, huye de la ce...