Capítulo 3

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Llegué a casa y mis padres me miraron preocupados.

_ Hija ¡¿Dónde estabas?!

_ No tenías muy preocupados.

Los miré y sin poder responderles, sentí un nudo en la garganta; se me cubrieron los ojos de lágrimas y corrí a abrazarlos. Ellos me contuvieron sin saber la razón.

_ ¿Qué fue lo que te pasó Lucrecia?

Me preguntó mamá, yo miré a Rosita, tras su espalda y ella me sonrió.

_ Pero miren quien se dignó a regresar - la miré en seco - Hola hermanita ¡¿Qué te pasó?! Todos estábamos muy preocupados por ti...

Me dijo y me sonrió con ironía. Yo no lo resistí y le di un puñetazo. A mamá se le escapó un grito.

_ ¡Pero por dios! ¡¿Qué fue eso Lucrecia?!...

Rosita algo mareada por el puñete que yo acababa de darle, su nariz estaba sangrando. Yo la miré con enfado y odio. Me sentí un poco más aliviada al haberla golpeado.

Papá ayudó a levantarla del suelo, y yo decisiva, la miré con frialdad y Rosita me miró con deseos de devolverme el puñetazo, pero se contuvo y volvió a sonreírme con ironía y burla.

_... Si que estás mal hermanita. Ahora entiendo muchas cosas - la miré a punto de llorar. Sabía a qué se refería. A Santiago, y mis padres interfirieron.

_ ¿A qué te refieres Rosita?

_ ¿Qué está pasando aquí?

_ Nada, es solo que mi hermanita está muy estresada, es todo.

_...

Guardé silencio, mis padres aún no lo sabían; la miré y apreté los puños con impotencia y pensé en Santiago y en su traición. Se me llenaron los ojos de lágrimas y subí a mi cuarto.

Ahogada, me había arrepentido de volver a casa y solo quise llorar. Odié a Rosita y a Santiago y otra vez asfixiada, recordé de pronto a Joey, en lo bueno y atento que había sido conmigo al dejarme pasar la noche en su habitación, de aquel hotel, y me sentí mejor, e inevitable, sonreí y deseé volver a verlo, al menos una vez más.

Me saqué aquel vestido, lo lancé lejos para olvidarme de todo y me metí a la ducha para sentirme mejor, y volví a pensar en aquel guapo sujeto de bellos y profundos ojos celestes, Joey.

Me coloqué un vestido blanco y ajustado, con pequeñas flores celestes y una cinta, también, celeste bajo mi busto y me coloqué un cintillo. Quería olvidarme de todo, bueno menos de él, de Joey.

_ ¿Ya se habrá despertado? ¿Se habrá dado cuenta que no estoy ahí en su cama y que me fui?...

Quería volver a verlo y otra vez triste, me miré frente al espejo, me contuve los deseos de llorar y salí de mi cuarto.

Bajé las escaleras y me encontré a Santiago. Se me revolvió todo el estómago, la impotencia me consumió, y él junto a mis padres, me sonrió nervioso.

_ Lucrecia... has vuelto. Me tenías tan preocupado...

Mis padres nos miraron a ambos con una sonrisa y yo lo miré a él con ira. No podía creer lo cínico y mentiroso que podía llegar hacer y apreté los puños de impotencia; bajé los últimos peldaños de la escalera y omití palabras. Lo detesté con todas mis fuerzas.

Pasé por su lado, tratando de ser fuerte y lo ignoré, lo que les extrañó a mis padres, y él en un acto desesperado, me tomó del brazo. Yo lo miré fríamente, y en eso, llegó Rosita.

_ ¿Podemos hablar en privado, mi amor? - Rosita nos miró a ambos molesta y yo la miré con enfado.

_... No sé de qué tenemos que hablar los dos – Santiago se encogió de hombros y me tomó con más urgencia. Yo miré mi brazo y lo miré a él. Él siguió insistiéndome.

"Mi señor de los ojos celestes" { Fanfic Joey Tempest } (Reeditada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora