𝐑𝐨𝐚𝐝 𝟗: 𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐢𝐝𝐞𝐳 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫

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El sol apenas se asomaba por el horizonte, los primeros rayos se hacían presentes conforme los minutos pasaban. Acababan de salir de la ciudad, con los grandes carteles y señalizaciones despidiéndolas, presentándoles una larga carretera de suelos áridos dándoles la bienvenida. La luz pegaba suavemente contra el camino, haciendo que se reflejara un poco sobre los cuerpos que la recorrían y volviera al amanecer un cálido tiempo tras pasar la noche con frío y heladas ventiscas. Sin duda, el alba era un magnífico espectáculo que te permitía apreciar la mañana como un hermoso regalo, cuando sentías que verdaderamente el día te tendría preparado algo estupendo.

La pantalla de su casco protegía su vista, hacía que no fuera tan malo conducir a las 6 AM con el sol saludándola por el costado. Pretendía que su postura estuviera lo más relajada posible, ya que así es como usualmente evitaba cansarse; optó por encorvar un poco la espalda y recargar su cabeza sobre el peso que ejercían sus brazos. Sus manos se adherían a los manillares de manera tranquila, manteniendo el ritmo que se supone debía llevar en esta situación, y que, de hecho, tuvo que limitar un poco al no encontrarse sola sobre la motocicleta.

Tenía una gran resistencia al sueño (por lo mismo a veces se escapaba de su antigua "casa" a muy altas horas de la noche para cubrir los turnos nocturnos de algunos de sus compañeros, recibía una mínima cantidad adicional que si fuera de día, pero vaya que le era de gran aporte para sus ahorros), tardaría un buen tiempo para que sus párpados comiencen a pesar, calculaba que hasta que eso ocurriera estaría cerca de ese motel que había consultado en google, donde podría descansar todo lo que no había podido desde el día anterior. Mientras eso ocurriera, ella seguiría alerta, ya que al parecer es la capitana ahora, la que debe velar por que el barco no se hunda y la seguridad de los tripulantes. Bueno, la tripulante.

La que se aferraba fuertemente a sus caderas y recargaba su cabeza sobre su espalda por encima de la mochila que traía puesta, quizás estuviera sobre su mejilla mirando hacia el sur a su izquierda. Sin embargo, no lo sabía con exactitud, sólo podía intuirlo por la forma en que se acomodó una vez arrancaron del punto de partida. Por otro lado, tampoco creía en la posibilidad de que estuviera dormida, podía sentir su cuerpo removiéndose contra el suyo y cómo sus manos intercambiaban inquietas su posición o sus dedos jugaban con los bordillos de su chaqueta constantemente.

Podría decir que estaba nerviosa, incluso asustada. Pero era una teoría que no apoyaba del todo, no cuando su pecho subía y bajaba de esa manera tan pacifica sobre su espalda. Casi podía sentir lo que ella, como si se lo transmitiera en tan sólo un contacto. Y no estaba para nada perturbada ni con miedo, al contrario, lo tranquilo de sus emociones le daba una paz que hacía que su respiración sea -asimismo- de una manera calmada. Al menos era algo que le venía bien a esas horas de la mañana, sabiendo en el lío que se han enredado.

On my way | Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora