Cuando Catra es echada de casa, en lo único que puede pensar es en la preciada libertad que había obtenido. Desea más que nada utilizarla sabiamente, por lo que se decide en irse de la ciudad para empezar una nueva y mejorada vida bajo sus propios t...
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— Señoritas. —Escucharon la voz de una mujer dirigiéndose hacia ellas, sacándolas totalmente de la burbuja en la que se habían metido sin pensar. Notaron que traía una ropa bastante casual pero tenía una libreta en las manos, así que supusieron que era la dueña o la cocinera del lugar.— Vengo a tomar su orden, si ya la tienen lista. —Dijo plantando una pequeña sonrisa en su cara.
Las muchachas parecieron ponerse -de nuevo- en sincronía, porque inmediatamente volvieron a levantar los folletos de la mesa, percatándose que en los largos minutos que habían pasado ahí sentadas no habían hecho más que sólo ojear el menú un poco, pues claro, luego entraron en su faceta "miradas imprevistas" y se olvidaron de lo que verdaderamente hacían metidas en un restaurante.
Adora buscó entre las páginas de lámina gruesa el pedido que la había estado tentando cuando realmente se había concentrado en encontrar uno: un desayuno continental de lo más típico y sencillo, sin embargo, que traía lo esencial según ella: comida que no se podía exceder en calorías o grasa, venía la justa y necesaria para que su hambre se saciara por un buen rato, y -sobre todo- tenía muy poco azúcar. Digamos que no era muy fan de las cuestiones dulces en sí, quizás uno que otro snack, pero prefería las cosas saladas o las ácidas que le provocaban más que sólo una pequeña satisfacción.
Tenía su orden lista, no era tan difícil si pedía lo mismo cada que iba a desayunar a alguna cafetería de la ciudad. Levantó la cabeza para indicársela a la adulta de pie a un lado, pensando que sería mejor que pidiera ella primero si Catra aún no se decidía. Su vista estaba puesta en ella, e iba a disponerse a responderle a la señora de todas formas, pero en cuanto iba a siquiera abrir la boca se sintió repentinamente sofocada por la chica enfrente suyo, quien había alzado inesperadamente su mirada felina y la había capturado en el justo momento que sus ojos azules la miraban con intensidad. Su heterocromía aún la dejaba curiosa, pero en este caso la ponía inevitablemente nerviosa; no se suponía que la observara mientras estaba distraída, era un acto descarado demasiado vergonzoso para ella. A pesar de eso, no rompió el contacto visual; nunca fue el tipo de chica que le gustara verse vulnerable de alguna forma, por lo que si ya había sido atrapada por esos orbes bicolor sólo le quedaba mantenerse firme esperando una sentencia.
Para su sorpresa, y suerte tal vez, las comisuras de los labios de la morena se alzaron levemente, cosa que le devolvió el aire al cuerpo, pero que ocasionó que su estómago se revolviera de una manera ¿satisfactoria?, no podía decirlo con certeza, no era algo que hubiera sentido antes. Quizás fuera el hambre que la agarró de imprevisto, no sabía qué más podría ser.
— Yo pediré un desayuno 'sugar morning'. —La voz de la castaña las sacó a ambas de su pequeño duelo de miradas, y esa fue su oportunidad empezar a reprocharse mentalmente por sus acciones sin que la muchacha se diera cuenta.— El batido que sea de mango, y no le ponga kiwi a la ensalada, gracias.
