Su Familia

1.1K 110 1
                                    



Logró tranquilizarme pasados unos minutos llenos de besos, nos fuimos después de pasar a mi casa por una pequeña maleta, llegamos al rancho entrando a la casa entre besos, me cargó con mis piernas rodeando su cadera y subimos directo a la habitación, me recostó en la cama antes de comenzar a deshacerse de mi ropa, acción que imité con la suya, volvió a cargarme de la misma manera antes de pegarme a la pared y entrar en mí provocando un jadeo de placer, comenzó con sus movimientos causando jadeos en ambos que esta vez dejamos salir sin reservas pues estábamos solos, sus labios se clavaron en mi cuello y mis uñas en su espalda, me condujo de nuevo hacia la cama quedando a horcajadas sobre él, esta vez fui yo quien marcaba los movimientos mientras sus labios iban de mis labios a mi cuello y a mis senos, despertaba un fuego en mi interior que nadie había logrado, me sentía en las nubes con él y después de unos segundos ambos llegamos a ellas en medio de un fuerte jadeo antes de unir nuestros labios en un ardiente beso.

Decidimos bajar a comer después de un rato, comimos en la sala viendo una película y entre varios besos y caricias, qué bien se sentía eso; salimos hacia el lago un rato después, de inmediato entró al agua sin importarle mucho que el agua estuviera helada, yo ni loca quería meterme pero el hombre insistía bastante.

-Está helada Leonardo-me quejé en la orilla-, no pienso entrar.

-Amor, te va a dar más frío estando ahí-respondió viéndome sólo en lencería-, ven, yo te quito el frío-insistió con una provocativa sonrisa.

-Si me congelo será tu culpa-sentencié entrando lentamente al agua, de verdad estaba helada.

-Yo me encargo de que eso no pase-sonrió mientras me tomaba de la cintura y atrapaba mis labios en un beso.

Al final tuvo razón, me quitó el frío con sus besos y sus caricias, terminamos haciendo el amor en el lago dejándonos llevar por toda la pasión que entre ambos había, regresamos a la casa temblando de frío pero con una gran sonrisa, nos metimos juntos a la ducha donde los besos y caricias regresaron, cenamos de nuevo viendo una película antes de otra sesión de sexo pero esta en la habitación, era imposible resistirse a estar con él y me encantaba; desperté primero viéndolo dormido junto a mí, una sonrisa apareció en mis labios, me puse mi ropa interior y la camisa que él uso el día anterior, me detuve algunos segundos viendo por la ventana ensimismada en aquel hermoso amanecer que no lo sentí llegar, me sorprendieron sus manos rodeando mi cintura por la espalda.

-Te ves tan bien con esto-dijo mientras besaba mi cuello.

-¿Ah sí?-pregunté sonriendo ante lo que sus besos provocaban en mí.

-Sí, buenos días por cierto.

-Muy buenos días mi amor-respondí antes de unirnos en un pequeño beso.

Bajamos a preparar el desayuno juntos y una vez que estuvo listo nos dirigimos a la mesa, de inmediato me sentó en sus piernas y comenzamos a desayunar entre risas y uno que otro beso, me encantaban las mañanas así, y verlo usando solamente sus vaqueros sin nada que se interpusiera entre mis manos y su sensual torso me fascinaba; lavé los platos mientras él le daba de comer a Copito, mi mente comenzó a imaginar una vida completa así y la idea me gustaba cada vez más, me sentía tan bien a su lado, tan plena, feliz y enamorada, estaba a punto de terminar cuando sentí sus manos en mi cintura y sus labios en mi cuello.

-Me encantas ¿Sabías?-preguntó sin dejar de besar mi cuello.

-Y tú a mí ¿Sabías?-respondí provocando una pequeña risa en él.

Me giró de frente a él para besarme como sólo él sabía, me sentó sobre la repisa de la alacena sin romper el beso colando su mano debajo de la camisa y así comenzar a bajar mis braguitas pero el ruido de un auto nos interrumpió, nos separamos de inmediato viendo por la ventana que se trataba de Anna, subimos a la habitación rápidamente a vestirnos.

Lazado Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora