Goku x Caulifla

Pecado

Bueno, aqui esta, lo unico que pude hacer en estos años, espero que les guste.

Antes que empiecen, este capitulo es recomendable para gente con criterio formado,  ya que tiene alto contenido sexual.

Sin nada mas que decir, disfrutenlo ;)

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Ahhh...

Ciertas manos irrigadas de libido y de deseo se movían con desesperación buscando mas que piel en aquella mujer que jadeaba.

Ah...

Los gemidos trataban de ser ahogados, pero era tan difícil cuando él no ayudaba y se dedicaba a saborear el cuello de la ansiosa mujer.

Los sonidos escapaban sin cesar en sus labios ígneos y húmedos.

Sus ojos cerrados solo ayudaban a sentir aún más el calor y la humedad de la boca de él.

Ahhhh...

Las manos de él ahora estaban apretando fuertemente sus glúteos.

Los manos de ella buscaban la cabeza de él.

-Caulifla: ¿Por qué me haces esto?  (balbuceaba mientras trataba de acercar al sayayin a sus senos).

Ahhhg..

Se ahogaba al sentir los labios del hombre en su pecho, eran tan desesperante eso.

Era como un volcán.

Pero quería más.

Su mente solo gritaba bajarlo aún más, pero dudaba...

Hip

Gohan miraba todo borroso, le costaba mantenerse de pie

-Gohan: ¿Por qué el suelo se mueve tanto Krilin, eh?

La respuesta no llego, el hombre, roncaba en el suelo junto con su esposa.

-Gohan: No me digas que estas durmiendo Krillin, eh  (dijo mientras le picoteaba la cara).

-Gohan: Se ve tan indefenso, hip (menciono en tanto jugueteaba con su cara).

-Ten: Oye Gohan  (escucho para luego voltear hacia atrás).

-Gohan: Ah, ten, dime (respondió mientras dejaba al hombre tranquilo).

-Ten: ¿Sabes donde esta Goku?

-Gohan: ¿Qué?

-Ten: Hace tiempo que no lo he visto y tampoco

-Gohan: No, no nononno, no puede ser (dijo mientras se retiraba a toda velocidad del lugar).

Sin parar, indetenible, aunque relativo, el tiempo pasaba, las historias y pecados se formaban en su piel, en la piel del universo, en su tejido.

Un pecado dejaba su marca en él, una cicatriz.

Una cicatriz orquestada por la fogosidad de ambos, de su ígnea sangre que recorría con ferocidad sus intimidades y sus corazones con tanta necesidad, con tanto deseo, tan inevitable como el tiempo.

El tiempo y el pecado, muestran como inicio esa cicatriz, el prólogo de una profunda lesión en sus realidades, un pecado hirviente que se hacía a fuego lento desde hace bastante tiempo.

Ya que las pequeñas y firmes manos que sujetaban con fiereza su traje solo pedían que ese pecado fuese más profundo.

Una lesión que el también pedía que fuera más profunda, y sus manos que se paseaban por su espalda, encontraron la nuca y la acercaron aún más, pese a que era imposible.