4. Desconfia.

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—Entonces ya te sientes mejor—repite mis palabras recostado en el umbral de su puerta, ceñudo.

Asiento incorporandome, cuando me siento en el borde de la cama vienen leves mareos y un revoltijo en mi estomago impresionante. Mi cuerpo pesa cuando los pies tocan el frio suelo intentando caminar cómo si todo estuviese perfectamente bien en mí.

Pero no lo está, nada lo está pero pienso mentirle para salir pronto de este lugar.

—No, no te encuentras bien—camina hacía mí, provocando que mi corazón deje de funcionar y el miedo me cegue, retrocedo y caigo a la cama inmediatamente.—¿Qué está ocurriendo?

Creo que la forma en que lo miro, me delata.

—Nada, sólo quiero... ver a mi hermano.—mentira, quiero alejarme de este hombre que por alguna extraña razón conoce mi nombre.

—No estas en condiciones, sólo mirate, la droga debe ser tan fuerte cómo para que no puedas sostener ni tu propio cuerpo.—me señala, preocupado.

Preocupado mi trasero, desconfio plenamente de sus acciones aunque intente hacerse el buen samaritano conmigo.

—Es mi hermano—demando con desden.

—Y está muerto.—sus palabras caen de la nada, desatando algo más que un dolor en mi cuerpo... furia.

—¿Cómo te atreves?—espeto, enfrentandolo, sin querer me veo con lagrimas bajando de mis parpados sintiendo mi nariz apretada. El rostro de Nate se desencaja completamente al verme llorar en voz baja, y con mis puños apretados, lo empujo en su pecho.

Tomo aire y camino en dirección a la puerta, Nate aparece impidiendolo.

Tenía miedo.

—¿Crees que es bueno volver al lugar en donde asesinaron a tus amigos y casi hacen los mismo contigo?—pregunta en un susurro, con la mirada en mis pies.

El era muy alto, tenía que inclinar mi cabeza para observarlo a los ojos, lo cual me incomodaba. Nate tenía unos musculos formados, unos encantadores ojos grises y porte de niño bueno, pero conocía los de su clase.

—Sólo quiero verlo, confirmar si de verdad le hicieron daño.—aseguro tambien con voz baja.

Sin importar cuales hayan sido sus intenciones,  me doblaba en estatura y en fuerza, entonces las probabilidades de huir de el, llegar a casa o a la cabaña de los Adams eran pocas.

Esto es caso perdido.

—No creo que estes lista para ver algo como eso.—reflexiona, dando un paso hacía mi.

—Puedo enfrentarlo, ya no puedo caer más bajo... se siente cómo la mierda perderlo todo, debo verlo con mis propios ojos y saber que no son sólo especulaciones—expreso en desahogo.

—Honestamente me parece una muy mala idea, sé que no es algo que una chica cómo tú pueda enfrentar o asimilar.—sustenta el—Hablamos de tú hermano, posiblemente muerto.

Trago en seco resignada.

—Es mi decisión.—el soltó un suspiro negando.

—También mía dejarte en manos de esos hombres, eso jamás me lo perdonaría.—puedo sentir la sinceridad de sus palabras, realmente noto su angustía y eso me enloquece ya que es el ser humano con más empatía por una persona que no conocía en su vida.

No sé si podré manejarlo.

—Por favor—suplico, poniendo mi mano en su hombro en un intento de persuadirlo, la cercanía de nuestros cuerpos lo anonan un poco. Eso es lo que quiero, destabilizarlo hasta que ceda. Nate se tensa, sus ojos se dilatan, pero sacude la cabeza volviendo con su cerebro.

Nuestro DilemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora