3. Nate

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Corrí por el bosque, siendo atrapada por esos hombres, el de ojos negros y ojos marrones llamado Greg. Me torturaron, se aprovecharon de mí. Me jalaron del cabello arrastrandome hasta llegar a la cabaña. Fuí obligada a ver el charco de sangre que manchaba el auto de mi hermano, no tenían compasión. Solo querían destruirme.

Uno de los hombres me toma fuertemente de la cintura, y me acorrala contra la pared, besa mi cuello y empieza a plasmar su otra mano en zonas que jamas han sido permitidas tocar. Pero lo hace, lloré, le escupí, pero su fuerza opacaba la mía, su fuerza. Entonced metió su mano entre mi falda muy lentamente intentando acercarse a mi boca para ser besada.

-¡No!-me sobresalto en una comoda superficie, despertando.

No ha sido real.

No ha sido real.

Toco mi pecho y calmo mis latidos dando fuertes bocanadas de aire.

Ha sido una pesadilla.

Tengo tiempo de observar la habitación en la que me encontraba, sabanas blancas, colcha azul oscura, estantes, armario, televisor, libros de ingeniería y unas fotografías. Todo ello lo observo desde la comoda cama.

Pero en un rincon de esa habitación bajo las sombras camina una figura masculina hacia mi dirección lo que provoca mi grito ahogado. Luego siento un dolor infernal en la parte superior de mi cabeza, el chico de ojos grises que bien recuerdo, lleva un botiquin en sus manos y se acerca en el borde de la cama inspeccionando mi rostro con cejas juntas.

Desliza su mano en el aire para tomarme del rostro pero de un manotazo la quito.

-Esta bien, tienes fiebre-informa el hombre, alejando mi mano para plantar un pañuelo humedo en mi frente.

-¿Donde estamos?-pregunté adolorida incorporandome junto a las comodas sabanas que me acobijaron en toda la noche.

Siendo claros, no recuerdo haber entrado a esta habitación, ni recuerdo como demonios me trajo, sólo veo escenas en mi mente cuando mi cuerpo casi se desploma contra el suelo rocoso.

-Mi cabaña.-confiesa con voz ronca.

-¿Por qué... por qué me trajiste a...

Entonces me llegó otro recuerdo, un suceso,esos disparos cuando entraba al bosque, el grito de mi hermano y luego...

-No tuve otras opciones-sustenta, presionando el pañuelo con suavidad por distintas zonas de mi cara y mi cuello.

La debelidad combatía a mis enormes ganas por alejarme de ese hombre, no lo conocía. Pero todo mi cuerpo dolía, mi vientre ardía y mi cabeza estallaría en cualquier momento.

-Estudié varios años medicina en la universidad, me aburrí-se encogió de hombros restandole importancia con gracia-.Pero puedo ayudarte, solo si lo permites.

-¿Cómo...te...

La garganta tambien me fallaba, como si un acido fluyera en la zona e impidiera que mis cuerdas vocales pudiesen funcionar correctamente.

-Nate-interrumpe, sin previo aviso suelto un estornudo y luego toso como nunca en mi jodida existencia lo había hecho.

Nate hunde las cejas en su frente y se incorpora, creí que retrocedería pero fue rapido y se puso de rodillas sobre la cama para inspeccionar mi rostro como si de un alienigena se tratara.

-Estas resfriada, posiblemente tú...

-No... me drogaron.-aclaro.

-¿Quién?-susurra enojado.

-No lo sé.

El chico de ojo grises pasó entonces sus manos por su cabello, masajeando su cabeza como si estuviese pensando.

-No estudié nada relacionado con drogas en la universidad.-recuerda para si mismo, pero lo escucho.

Toso nuevamente y doy una pequeña risa con hilos sarcasticos.

-¿Cuanto tiempo estudiaste medicina, dos meses?

-Tres años-responde en un gruñido como si nombrarlo fuese algo malo.

Levanto las cejas sorprendida, es bastante tiempo desperdiciado en algo que ligeramente te aburre.

-Mi hermano tambien la estudia, el...

Mi Tommy...

Tom murió.

-¿El?-intenta averiguar.

-Está muerto.-finalmente decirlo en voz alta me parte el corazón. Trago grueso, y suspiro cerrando los ojos, siento su mirada repararme en todo momento.

-Lamento eso.

-Tambien yo.-intento ser fuerte y no llorar frente a un extraño, pero me duele.

La habitación se sumerge en un exahusto silencio mientras Nate se encarga de revisar por encima de mi ropa si tengo heridas superficiales o rasguños.

Resulta que tengo algunos rasguños en mis hombros desnudos, debe ser por las ramas de los arboles. El chico sacó el algodón de su kit, humedeció el material en alcohol y lo deslizó con delicadeza por mis hombros.

Ese gesto lanzó fuertes corrientes de electricidad por todo mi cuerpo, me relajó por unos segundos, incluso, me atreví a cerrar los ojos y disfrutar el ardor del liquido en mi piel.

-Nunca pregunté porque estabas en ese bosque, ¿quisieron hacerte daño, no?-deduce, entrecerrando los ojos al terminar con su disimulado masaje en mis hombros.

-Estaba en una fiesta con los amigos de mi hermano y los mios, las bebidas tenian drogas o sedantes...-expreso de forma brusca recordando cada uno de los detalles de la noche, el chico me escucha atentamente, se enoja, tambien se sorprende, incluso apreta sus puños cuando le digo lo que le hicieron a esas chicas. No le hablo mucho sobre mi hermano, sólo le cuento lo que sucedió sin dar muchos detalles.

No sé porque me desahogo libremente con este chico, tal vez porque me siento agradecida por cuidar de mí y rescatarme. Si los enmascarados no me encontraban, hubiese morido de frio, hubiese estado perdida.

Pero el me vió y me salvó la vida.

-Hijos de puta.-escupe con furia, sosteniendo la mirada.

-Debo hablar con el alguacil, contarle los hechos, debo...-mascullo entre dientes, dispuesta a levantarme de la cama y salir, Nate lo impide, poniendo su mano en al aire.

-Debes descansar ahora, si tu fiebre empeora te llevaré al hospital.-me recomienda, casi como si fuese una orden estricta.

No lo discutiría, tampoco tenía animos de levantarme, dolía mi currpo. Aún con miedo, incertidumbre y mucha tristeza por haber perdido a mi unico hermano y amigos, decido aceptar su petición.

Nate me ayuda a recostar mi espalda al colchon y subir las sabanas hasta mi pecho, dejando en mi frente una toallita humeda para la fiebre.

-Volveré en un rato.-aseguró, sentí sus pasos alejarse de la cama, así que asentí dandole la espalda. Lo siguiente que dijo, detuvo mi corazón por unos segundos.-Descansa un poco, dulce Freya.

Paralizada memorizo sus palabras, porque estoy casi segura de que nunca tuve la oportunidad de decirle mi nombre.

La duda entonces era, ¿Por qué demonios lo había pronunciado con tanta tranquilidad como si de verdad me conociera?

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Colaboren con sus estrellitas, proximo cap interesante.

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