Nuestro Dilema

8. El aviso de Nick

Enero 21 del 2020

—Gracias, Freh—sonríe cuando le entrego la taza de café en la isla de su cocina, me encogí de hombros tambien sorbiendo silenciosamente la mía frente a el.

Dos días han pasado, no sabemos nada de nuestros amigos ni de mi hermano, me preocupa mucho no tener idea de su paradero, si realmente se encuentra bien, los motivos de porque hemos sido atacados por posibles militares.

Nicholas no ha dormido en estos ultimos días, eso lo sé porque muchas veces me lo he encontrado en la cocina de madrugada, intentando conciliar el sueño al igual que yo, esta es una de las ocaciones en donde certifico que las conversaciones a altas horas de la noche son eficientes para sincerarte con la otra persona.

—¿Por qué no puedes dormir?—cuestiono.

Sus ojos se encuentran fijos en algún punto de la pared blanca que divide la cocina de su cómoda sala.

—Es que...

—¿Qué ocurre?—me atrevo a tocar su hombro, sus ojos recaen en mí.

En su mirada hay un deje de suspenso, de preocupación y tristeza, sus azulejos ojos destellan a través de la tuene lampara de la cocina.

—No lo sé—suspira, bajando la cabeza nuevamente—. Tengo muchisimas dudas, digo... esto que está sucediendo es más grande de lo que podemos admitir, díficil es cuando la unica pista que teniamos ha sido borrada.

—Podemos ir a la cabaña, quizas olvidamos algo...

—No hay huellas, pisadas o sangre que podamos analizar.—me interrumpe con brusquedad—La nieve y la brisa hacen de las suyas en la temporada.

—Oh, vamos Nick, no te desanimes, sé que los encontraremos, un poco de fé por nuestros amigos, por mi hermano.

—¿Cómo puedes guardar esperanzas luego de todo lo que hemos pasado? Especialmente tú, si es tan cierto que Nathaniel te ha salvado entonces...—murmura entre dientes.

—¿Cuál es el punto de todo esto, Nicholas?—mi voz es un susurro delicado.

Desvió la mirada, girando su cuerpo para darme la espalda. Algunas pecas en su fornida escultura varonil dislumbraban mi vista.

Era maravilloso compartir momentos con el.

—Nate tiene novia, no es de fiar.

—¿Por qué no lo es?—indago—Ha demostrado ser una buena persona con todo lo que hizo por mi.

Me enfrenta bruscamente.

—El sólo pretende demostrarte cosas que son para su conveniencia, creeme no es un buen tipo para tí—argumenta, tomando otro sorbo al té caliente que preparé hace unos minutos atrás.

Ladeé la cabeza observando sus expresiones de forma silenciosa.

—Sí no lo es, entonces ¿para qué aceptaste que nos ayudara a encontrar a los chicos?

—Porque tres cabezas piensan mejor que dos, Nate tiene la fuerza y el conocimiento que necesitamos si en dado caso decidimos enfrentarnos a esos enmascarados—dice entre dientes, rueda los ojos—Él sabe un poco de artes marciales, sabe defenderse con un arma, puede protegerte cómo también puede hacerte daño.

—La verdad es que no estoy entendiendo nadita de lo que dices.

Nick rió en voz baja.

—El punto es que puede ayudarnos, sólo trata de no aliarte tanto a el, no hables tanto con el, no lo busques, manten tu distancia hasta qué todo esto termine.—casi suena cómo una orden, aveces Nick me recordaba a Tom, en su instinto fraternal y mandon.