2. Gris

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Las lampara que refleja el patio trasero estalla en llamas, Tate y yo intercambiamos antes de que el tomara mi mano y me jalara hacia las escaleras con rapidez.

—Espera, mi hermano y Abby.

—Todos estan abajo.—espeta en un susurro con voz rasposa cuando entramos a una habitación al final del pasillo.—Aquí estaremos seguros.

Adentro observo toda clase de armas posibles, me percato de que no es una habitacion con una cama, sólo es una para alguna especie de colección de escopetas digna de admirar, noto tambien  como a Tate le tiemblan las manos cuando toma una entre sus manos. El castaño cierra los ojos de golpe cuando escuchamos más gritos y disparos en la planta de abajo. Me aferro a la puerta con el miedo de que lo peor le esté sucediendo a las personas más cercanas.

Temí por ellos.

Temí por nosotros.

—¿Crees que...

—Sí. No vienen a robar, vi sus armas, tienen mascaras y estan vestidos de negros.—responde sin siquiera dejar que termine la oración.

Pero sus palabras me intraquilizaron más de lo que ya estaba.

—¿Sabes...—tragué grueso—sabes que es lo que quieren?

—No tengo la menor idea, Freya.

Escuchamos otros gritos, esta vez de un hombre con voz bastante profunda, dandole instrucciones a los otros hombres para encontrar la cosa.

—Estan cada vez más cerca.— musita Tate nuevamente con enojo.—Vamos al armario, lo mejor es esconderse.

Asentí y corrí hacia el fondo de la habitación. Cuando abrí las puertas del closet lo encuentro vacio, espero a que Tate entre y las cierro con las manos casi temblando del panico.

—Mi hermano...

—Es mejor que llamemos a la policía, dejé mi telefono abajo, tú tienes el tuyo, ¿no?

Revisé mi bolso desesperada en el armario acogedor, pero en un intento de encontrarlo se me cae al suelo.

—No está.—murmuro con miedo, revolviendo las cosas desechables que cayeron por culpa de mi inestabilidad emocional.

—De acuerdo, tranquila.—me levanta del suelo de esas diminutas cuatro paredes que me cortan la respiración.
Me abraza y me acomoda en su pecho mientras me susurra muchos todo estará bien, calma.

Me rendí en sus brazos en un brusco movimiento. Es obvio que nada estaba bien, pero quería pensarlo por unos segundos más.

—Tate, mi...

—Silencio, nos escucharan.—sisea, persistente, siento su mirada en los pequeños espacios que tienen las puertas del armario, sus ojos van en dirección a la puerta del cuarto y esta pronto se abre.

Me escondí en medio de su abrazo, sintiendo nuestros corazones acelerarse y luego tensarse al escuchar esos pasos inspeccionando la habitación.

—¿Donde está la cosa?—murmura el sujeto enmascarado, llevaba botas y jeans negros, como tambien un buzo del mismo color. Pero sus ojos en ese antifaz eran de un color negro.

No creí conocer una persona con los ojos de dicha tonalidad hasta el día de hoy.

—No hables así de ella.—gruñe el otro hombre, son acuerpados y altos pero jamás en mi vida reconocería sus voces, son algo extrañas.

—Le puede decir como se me de la gana, Greg.—refunfuña el primer sujeto con molestía.—De verdad espero que esto le de una hermosa lección a mi...

Nuestro DilemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora