Me levanto temprano, aunque sé que probablemente tengo ojeras y parezco una bruja malvada con mi cabello enmarañado, corro inmediatamente al baño con los pies descalzos. Sin aviso, abro la puerta y me siento en el retrete medio dormida.
Agarro mi cabeza apoyando mis codos en mis muslos y orino lentamente.
La puerta corrediza de la ducha se abre, dejando a relucir el flameante cuerpo de Nick desnudo. Abro los ojos como platos al ver el panorama.
—Demonios.
Nick se tensa y me recorre con la mirada. De repente ya no me siento dormida y me doy cuenta de que estoy en el retrete frente al chico que me ha gustado desde niña.
—¡Dios!—expresé avergonzada, Nick tambien abrió sus ojos al verme sentada con mis pantalones abajo de mi rodillas. El tomó la toalla rapidamente, me dió la espalda y enrolló la dichosa toalla en su cintura.
—¿No escuchaste la regadera?—preguntó el con nervios.
—N-no realmente, estaba dormida.—mis mejillas sienten el calor, así que aunque el ya no pueda verme, subo mis pantalones y me quedo unos pocos segundos mas admirando sus posaderas a través de la toalla.
Me siento tan estupida y torpe.
Así que huyo de la escena del crimen y me encierro en la habitación en donde duermo.
Eso fue realmente incomodo.
• ○ ●
No salí al recibidor en todo el día de la verguenza que cargaba. No podría verlo nunca más a los ojos, porque estallaría en todos los colores del arcoiris en un segundo. Me abrumé toda la tarde y la mañana por ese pequeño momento.
Sí, exageraba.
Llamé a Shea para intentar distraerme de lo que sentía. Maldita seas dramatismo del mal.
—¿Hola?—contestó al segundo intento.
—Soy yo, ¿que estas haciendo en estos momentos?—indago curiosa, con el telefono en mi oido y mis pies pisando el suelo repetidas veces.
—Ayudando a papá con el restaurant, pero en unos minutos tengo la tarde disponible, pensaba ir al cine o de compras, ¿quieres ir?—pregunta ella.
—Definitivamente, sí. A todo. Sacame de aquí, estoy retorciendome de la verguenza.—expulsé en un susurro para que nadie escuchara.
Sentí una pequeña risa.—¿Que ocurre?
—Oh, ¿por donde empiezo? Quizas por el comienzo del día, cuando fuí al baño y me topé con un Nick Crawford desnudo en la ducha observando cómo vaciaba mi vejiga en el retrete de su propio baño.
Escuché unas carcajadas sonoras tras la linea y palidecí.—Lo siento, lo siento, ¿podrías repetirlo para grabarlo desde una app y ponerlo como timbre personal de llamada?
Mis mejillas sintieron calor.
—¿Estoy en altavoz?—indago con cautela.
—Desde que inició la llamada. Esa es una nueva estrategia comercial de papá, lo culpas luego.—dice Shea—Sí la contestadora responde en altavoz los empleados usarian menos el telefono para recados familiares.
—Desventaja de no tener tú número celular.—musité, entrecerrando los ojos.
—¿Para qué demonios existen las redes sociales?
—Ultimamente no soy fan de ellas.
—Pensandolo bien, necesito tomarme un descanso antes de lo estipulado si de algo sirve ser la casi dueña. En un rato estoy por allá, necesito detalles...todos los necesarios.—la ultima oración la susurra.
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Nuestro Dilema
Teen FictionCuando en una fiesta de bienvenida de la universidad es emboscada por un par de enmascarados rufianes, Freya Hastings, debe huir por su vida para evitar que le hagan daño, pero la unica escapatoria segura está en los extensos arboles del bosque de O...