Capitulo II

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Imágenes y canciones,
Todos los derechos a sus creadores.

©® Historia original con derecho de autor .

«» son pensamientos del personaje y situaciones.

Una disculpa por la redacción y la ortografía.

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Kagome sentía que se quemaba, y entre la niebla de la inconsciencia y los momentos de lucidez unas manos cálidas le refrescaban la frente y le daban de beber algo frío, pinchazos en el brazo y luego morirse de frío. Imágenes de ella gritando sóla en una oscuridad total, luego una figura se perfilaba a lo lejos y corría para alcanzarlo, era alto y de cabello negro, pero al estar más cerca se daba cuenta que era Sessshomaru que la miraba fríamente y con ojos acusadores, alejándose y dejándola atrás, ella gritaba pero ni un sonido salía de su boca quería que se detuviera pero él se alejaba cada vez más.

- Naraku que es lo que le está pasando, lleva tres días así y la temperatura no cede. Sus gritos me tienen a punto de gritar yo también.

- Calma, recuerda que tú recuperación depende de que estés tranquilo. Ella tiene una fuerte crisis a causa del estrés acumulado, y la situación que enfrentó la llevo a un shock y su cerebro no soportó la presión, sumiendola en un estado de evasión de la realidad y su cuerpo lucha por equilibrarse.
Tranquilo, ella va a estar bien, es fuerte. Kagura traerá una enfermera para que te ayude en lo que necesites para que puedas descansar, llevas tres días sin dormir y con el tratamiento te estás debilitando. Déjame preparar la solución para ponerte el tratamiento.

- No, me pondré más débil y me hará dormir, no quiero dejarla sola. Ahora me necesita.

Naraku negó con la cabeza y con voz tranquila lo regaño.

- Sabes que es necesario, además, si quieres cuidarla necesitas estar bien y fuerte. No puedes hechar a perder todos los progresos que hemos logrado, además me contrataste con todas las condiciones que te puse y tú aceptaste.

Sessshomaru lo miraba con frialdad y sin poder negar nada.

- No, aunque me mires de esa manera, termino de curarte, me ayudas a patentar el tratamiento y luego me corres. Ahora compórtate, vamos para canalizarte y continuar con el tratamiento. Prometo inyectarte algo para que te dé fuerza y no te sientas débil.

- Hazlo aquí, me quedaré en el sillón que trajo Jacken es bastante cómodo podré quedarme dormido y estaré bien.

Naraku derrotado se fue por lo necesario despotricando contra el cabeza dura de su paciente y amigo. Sabía por todo lo que tuvo que pasar Sesshomaru en soledad, y sólo por qué no quería que su mujer sufriera al verlo morir. Al final todo salió mal, su esposa lo engañó al saberse abandonada y hubo quien aprovecho su estado de vulnerabilidad. Sesshomaru luchó por tres años contra la enfermedad y ahora que estaba a unos pasos de curarse casi por completo y se había resignado a perder a su esposa pues creía era feliz, los problemas familiares se le vinieron encima, los colaboradores de kagome le contaron sobre el mocoso y su engañó, tomó las riendas y busco pruebas para que ella decidiera que hacer. Ya casi tenía todo resuelto, pero le faltaba lo más importante, su mujer.

Había pasado una semana, era domingo por la mañana. Los pájaros cantaban al salir el Sol después de varios días lluviosos. Kagome se sentía tan cansada pero escucho los ruidos que provenían de afuera, luchaba por abrir los ojos, una tarea que le costaba horrores, su cabeza daba vueltas y se encontraba desorientada. Parpadeó con cuidado y la luz intensa le dió de lleno, haciéndole cerrar los ojos con fuerza. Con cuidado movió su mano para tapar la luz pero un pinchazo de dolor la detuvo, trató de abrir los ojos de nuevo con dificultad enfoco, tratando de ver que era lo que lastimaba su brazo, estaba conectado a una vía que goteaba líquido de una botella colgada a un costado de la cama. Con cuidado recorrió el lugar con la vista, todo se le hacía extrañamente familiar. Poco a poco su cerebro comenzó a trabajar tratando de rememorar lo que pudo haber pasado para que estuviera en cama y con suero.
Se abrió la puerta y una mujer que calculo como de su edad entro con una humeante taza de café en las manos, vestía un impecable uniforme de enfermera.

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