Capitulo VI

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La condición de Sesshomaru había empeorado exponencialmente, aún no encontraba la causa. Tenía semanas sin casi dormir buscando la manera de salvar a su amigo, y de pronto uno de sus discípulos le mostró la posible causa. Era algo malditamente arriesgado, inclusive podría matarlo. Pero todo era al final un albur, hasta el momento el cuerpo de Sesshomaru soportaba pero, en cualquier momento se daría por vencido si no encontraba la solución.

Siete meses y sin más noticias que las de cada semana. Sesshomaru se encontraba muy ocupado y casi sin tiempo de nada, y escuchaba su voz, una vez por semana, después ya nada. Kagome se encontraba dispuesta a viajar para saber realmente lo que ocurría, llevaba días teniendo sueños con un hombre alto de profundos ojos azules que la miraba con anhelo y amor pidiéndole que volviera. Despertaba bañada en lágrimas y húmeda, un deseo avasayador le arremetia noche a noche deseando a ese desconocido. Un dolor que la ahogaba le atenazaba el pecho y las entrañas. Creía estar volviéndose loca sin tener noticias de su esposo, pero muy en el fondo sabía que otra cosa sucedía, y espero, espero por noticias mientras el velo del olvido se corría poco a poco en cada noche que soñaba con el pasado que su mente traía de regreso a pausas buscando un detonante para estallarle en la memoria.

9 meses y los gemelos eran una hermosura, parecidos como gotas de agua a su padre y sólo algunos rasgos de su madre, kagura se recreaba en esas pequeñas figuras regordetas y sonrozadas que la miraban y le sonreían sin saber que su madre se había marchado hacia una semana, con gran disgusto de kagura y una enorme preocupación por parte de Sango, los bebés necesitaban a su madre pero, no valieron súplicas y amenazas de las dos mujeres kagome se había ido. Trató por todos los medios de llevarse a los niños pero sin papeles, era imposible.

Llegando a la ciudad se dirigió a la casa buscando al abogado y al contador de Sesshomaru, el que apareció al tercer día con cara de susto fué Miroku.

— Pero qué diablos haces aquí kagome!!! Te dije que esperarás noticias.

— No me vengas con más mentiras Miroku, se que todos me están engañando y qué algo grave pasa, dónde está Sesshomaru? Está muy grave? Acaso . . . Está . . .

El llanto de kagome no se hizo esperar, Miroku no pudo hacer más que abrazarle, dejándola desahogarse. Se escucharon gritos y golpes fuera del despacho y como la puerta fué azotada con estrépito apareciendo en la puerta el hombre de los sueños de kagome , con los ojos muy abiertos que la miraron pareciera que por una eternidad.  Noqueando a los guardias que lo sostenían entro a grandes zancadas arrebatándole a la mujer de los brazos a Miroku. Kagome en shock miraba ese hombre alto de profundos ojos azules que sangraba del labio y con unos golpes en las mejillas la  miraba con una enorme sonrisa mientras la apretaba a su firme pecho y le devoraba la boca en un beso lleno de anhelo.

— Nena mi amor, al fin estás aquí y en mis brazos, no te dejare está vez.

Kagome con ojos desorbitados no daba crédito a lo que su cuerpo corazón y mente le dictaban sobre este hombre, y el velo se corrió trayéndole las imágenes de su vida, los últimos tres años, su soledad, su encuentro con él, su entrega y . . . Su engañó.

— Inu . . . Yasha.

Y se desplomó sumergiéndose en la oscuridad ante el impacto del regreso de la memoria y el dolor que la había llevado a ese estado.



Sesshomaru vestido de manera casual, se dirigió a la mansión, kagura le informo que kagome había llegado a la ciudad hacia cinco dias, sóla. El se apresuro lo más que pudo para hablar con ella e informarle que estaba perfectamente bien y bastante recuperado, seguro estaría muy preocupada.  El deber lo retuvo y de lo ocupado que se encontraba no tenía noticias de nada y ahora al fin con tiempo para hablar con ella deseaba besarla y hacerle el amor, arribo a la mansión presuroso inclusive rento un elicoptero para llegar con rapidez, sin imaginar lo que le esperaba.



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