Capítulo 3

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Se despertó feliz de saber que ya era viernes. Su cuerpo estaba sincronizado con su rutina. Ella lo sabía y su cuerpo más. Se levantó de su cama, puso música en su reproductor Bosé mientras se metía a bañar.

Comenzó a cantar Don't Start Now de Dua Lipa  tomando como micrófono la regadera en forma de teléfono e imitando el baile de la cantante.
Los accesorios del baño se llevaron un excelente concierto.

Salió del baño en una bata de seda. Se secaba mientras seguía a tono con su playlist. Escuchó el grito de que su desayuno ya estaba listo.
Terminó de ponerse crema para dirigirse al vestidor pensando en qué debería de ponerse hoy.
Después de unos minutos se decidió por unos jeans negros ajustados a sus piernas, una blusa negra del mismo color con escote ovalado, una camisa azul con cuadros blancos pequeños y como siempre sus tenis Nike blancos. Le gustaba sentirse cómoda, pero de cualquier manera sabía que con cualquier cosa que tuviera puesta se veía fantástica.

Salió de su habitación para cruzar el pasillo y poder bajar las escaleras y poder llegar a la cocina.
Su casa era inmensa, sí tardabas unos minutos en trasladarte de un lugar a otro.
Sus fosas nasales pudieron avisarle que ya estaba cerca de llegar al desayuno. Siempre se lo preparaban ya que ella al intentar quemaba absolutamente todo. Lo único que hacía era preparar su mate de cada mañana.

Sin si quiera prestar atención a las personas que estaban ahí, que eran los trabajadores del hogar que se encargaban de los alimentos, de la limpieza total de la mansión, de mantener en perfecto estado los cuatro jardines, la cancha de tenis y la alberca.

Ni siquiera un gracias dijo después de comerse el desayuno. Los trabajadores ya estaban acostumbrados a los desplantes de la menor de los Carvajal. No quitaba que dejara de molestar.

Tomó su bolsa donde estaba su computadora y alguno que otro cuaderno para los "apuntes" que prácticamente estaban nuevos y salió donde estaba el chófer.
Simplemente se subió a la suburban y se dirigió al chófer sin mirarlo.
— A la universidad.

— Sí, señorita. — Contestó el chófer.

En el trayecto al campus checaba sus redes sociales y seguía un poco enojada por haberse hecho viral el miércoles específicamente en la noche.
Gracias al señor que su cara salía borrosa así que no podían decir que era ella.
A algún chistosito se le ocurrió grabar el encuentro que tuvo con Juliana y sus amigas.
Juliana... de tan solo pensarla se le revolvía el estómago. Le tenía mucho coraje aunque la susodicha no le hubiera hecho absolutamente nada. Le caía tan mal. Alguna razón tendría que encontrar.

*****

Llegando al campus caminó moviendo sus caderas más de lo "natural" porque sí, le encantaba que la miraran, le encantaba ser el centro de atención. No le bastaba con ser la capitana de las porristas y el crush de la mitad de los estudiantes. El hecho de que tanto hombres como mujeres babearan sin discreción cada que pasaba alimentaba bastante bien su ego. Era como el pan de cada mañana.

Sin dirigir la palabra a nadie se encaminó a la cafetería por un jugo verde antes de iniciar las clases. Le ayudaba a mantenerse enérgica.

— Un jugo verde. — Se dirigió a la cajera en tono neutro.

No era sorpresa entre los estudiantes y los trabajadores del campus la actitud tan humilde de Valentina.

— Aquí tienes. — Le dijo la cajera entregándole su compra.

— No me tutees. No somos iguales. — Le contestó la rubia con desdén y mirándola de arriba abajo.

Salió de cafetería para dirigirse a su clase. Tal vez no prestaba atención, pero al menos hacía acto de presencia. Ya era algo, ¿no?

Tesoro Eterno Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora