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🌐 HONG KONG, CHINA
—Llegó el día niños, la extracción del penthouse —dice Uno mirando al grupo de adultos—. Vamos a sacar al hermano menor de Rovach de su prisión en el piso noventa.
—No suena sencillo —Seis habla.
—Es un simple secuestrar y agarrar, aunque sin el "simple" porque no lo es —el líder vuelve a hablar dejando al más joven con una mirada de confusión.
—¿Eso no es lo que acabo de decir? —pregunta el conductor del equipo, pero el canoso lo ignora.
—Lo bueno es que tú solo manejarás, no te verás involucrado más allá que eso. Ahora, deja hablar a los adultos.
—Nos dijiste niños antes —ahora habla la francesa haciendo que Uno suelte un bufido y le de una mirada de impaciencia.
—Continuemos, usaremos las grúas del edificio de al lado.
—Una será para mí que soy el francotirador y el otro será para cruzar al otro edificio.
—Solo tendremos quince minutos hasta que llegue la policía local. Todo tiene que salir perfecto si no queremos perder a nadie más —dice Uno y con eso dicho a todos parece tocarles una herida que no se cerraba aún al recordar a Cero.
—No te preocupes, que no dejaré que pase de nuevo —habla firmemente el rubio mirando fijamente a Uno y sin decir nada más se retira para prepararse.
[...]
El jefe del grupo se encontraba junto al británico, el cual se estaba preparando para comenzar su ascenso—. ¿Tienes miedo? —le pregunta el castaño.
—No —responde el de ojos verdes y le da una mirada seria al mayor. Aún se mantenía el ambiente tenso desde la última conversación.
—Buena suerte.
—Desear buena suerte es mala suerte.
—Me retracto entonces —dice Uno
—Retractarse es aún peor, mejor guarda silencio y déjame hacer mi trabajo.
—Solo vete —responde Uno, obteniendo un simple asentimiento de parte de cuatro—. Buena suerte.
—Tú solo quieres que muera. Idiota —alcanza a escuchar el líder cuando el rubio se encontraba subiendo las escaleras.
Por otro lado, Seis logra estacionarse frente a la entrada del edificio con un vehículo que no pasaba desapercibido, y es que un Ferrari nunca pasaría de incognito. Cinco ya se encontraba adentro preparada cuando Uno con su celular comienza a mover la grúa dónde estaba situado Siete.
—Sí, buena idea Uno —habla para si mismo.
—Da un poco de miedo, pero...
—No, es divertido —responde Cuatro por el auricular—. No seas un cobarde, Siete.
