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[p.h]

Sábado, carajo, odio los sábados.

Me toca entrenamiento por las mañanas, un total infierno para mí, ¿No podía ser pasadas las 9?

Cada sábado y domingo hago entrenamiento por las mañanas, alrededor de las 7, me encuentro calentando en el estadio, una vez pasadas nuestras 2 horas de correr, nos trasladamos al edificio de voleibol.

Mi cabeza aún punzaba ligeramente debido al alcohol que contenía las 4 bebidas que tomé. Realmente estaban deliciosas esas cosas, pienso volver a infiltrarme en esa casa cuando haya una fiesta. Ya sabré yo cómo me enteraré de las celebraciones.

Fue culpa de Jungkook que ando desvelada, de tanto discutir y tomar, se nos fué el tiempo. A fin de cuentas, nos fuimos de la fiesta a las 2 de la mañana, lo malo estaba en que la fiesta estaba en su mayor esplendor. Maldita sea.

***

5, 6 vueltas, mi mente ya estaba despejada, el aire fresco del amanecer golpeaba mi cara, mi garganta estaba seca, mi pecho no dejaba de subir y bajar rápidamente, sentía los pulmones comprimidos, ésto me estaba matando.

Me detuve en las bancas, dónde todas teníamos nuestras mochilas de entrenamiento, botellas y toallas para secar el sudor. Identifique la mía y saqué mi garrafón con agua, tomé de él y mi garganta empezaba a ceder, me senté en la banca y veía a las demás; unas trotando, otras haciendo la famosa caminata, y otras corriendo. Seque mi sudor con una toalla pequeña, acomodé mi copete y me volví a atar mi corto pelo en una media cola.

Cuando estaba lista para retomar mi carrera, un silbato se escuchó, tres pitidos fueron suficientes para que todas se detuvieran y centraran su atención al creador de aquel sonido, nada más ni menos que el hermano de nuestro entrenador.

El profesor de Fútbol Americano.

¿Qué demonios hacían ellos aquí? Se supone que ellos terminan antes que nosotras.
La cosa es así, ellos entrenan desde más temprano en éste estadio, una hora antes de que sea nuestro turno de tomar el lugar, ellos ya se encuentran de camino a su zona de entrenamiento.

Los hermanos se encontraban charlando simpáticamente, fue cuando mi idiotez despertó y recorrí a los jugadores con la mirada, me dí cuenta que venían de deportivos, no con su uniforme de práctica, me refiero a los de hombros grandes y sus cascos grandes.

Me veía a través de su pelo que le llegaba bajo los ojos, se veía con una expresión divertida, como si se estuviera burlando de mí.

¿A qué creen que vengan? — dijo una compañera, no me dí cuenta de cuando ya todo el equipo se encontraba junto.

No lo sé — dijo otra.

Como sea, no creo que vengan de paso — dijo Amber, una chica alta, alguien que sí le sirvió el deporte para crecer. Me agrada, es muy centrada y simpática a la vez.

Escuchaba e intercambiaba mi mirada de duda e intriga con las demás, miraba a Jungkook de reojo y el platicaba con sus amigos, dirigiendo su mirada de vez en cuando a dónde estábamos nosotras.

¿Será que le gusta alguien del equipo? ¿O sólo encuentra divertida nuestra confusión?

Sería una bendición si algún día compartieramos entrenamiento con esos dioses — dijo la chica castaña.

Mira, realmente no me sé bien sus nombres, Amber fue la primera que me integró, era lo menos que podía hacer, a las demás las llamo por "chica" o por el color de su pelo, incluso me invento apodos, intentado no ofenderlas.

~El Destino Es Impredecible~ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora