Lentamente se iba volviendo más fría, más apagada, ya no hablaba de sus sueños, ni de lo que la alegraba. Por las noches la escuchaba llorar, ella siempre decía que estaba bien, que nada pasaba, pero yo sabía que no era así, algo me ocultaba. Algo le estaba haciendo daño, pero no pude darme cuenta a tiempo, al menos no hasta que su luz por completo se apagó, sus ojos se cerraron, su corazón ya no pálpito.