El mundo en mis sueños

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Habían pasado seis días desde el suceso con Justin Keller y a pesar de que al chico le habían borrado la memoria para proteger su salud mental, Ariadna seguía pidiendo disculpas a diario, aunque Justin le aseguraba que no recordaba nada y que estaba seguro de que merecía lo que fuera que Ari le hubiera hecho creer.

Durante esos seis días Ari no había dormido más de treinta horas y eso para ella era exactamente igual a no haber dormido en meses. Estaba cansada, molesta y cada día más insoportable, todo por culpa del asunto con Justin, que provocó que el profesor le dejara ejercicios de autocontrol que no le estaban ayudando en nada y eso, al contrario de lo que se suponía, la hacía sentir frustrada y llena de pensamientos que desencadenaban pesadillas que le impedían descansar.

Durante la mañana del séptimo día Ari no pudo levantarse de la cama y sus amigas decidieron dejar que descansara, pues en realidad esperaban que eso mejorara el carácter irritable que estaba teniendo durante esos días. Así que Ariadna se giró sobre sí misma y cerró los ojos fuertemente deseando desaparecer por un rato.

No habían pasado más de unos minutos cuando Ari volvió a despertar, pero ya no estaba en el mismo lugar, no era su cama ni su habitación, era un lugar extraño que jamás había visitado pero que se le hacía muy familiar. Se encontraba en lo que parecían ser las ruinas de un edificio de color gris en el que apenas quedaba una ventana en su sitio, lo curioso es que todo era gris, el cielo, el suelo, incluso le parecía que el aire tenía ese color y, aunque no vio plantas o árboles por ningún lado, Ariadna no sospechó en lo más mínimo en dónde se encontraba y lejos de intentar descubrirlo, asumió que se trataba de algo que estaba en medio de una pesadilla y uno de esos sueños que parecen muy reales.

Comenzó a caminar decidiendo el camino con su truco de siempre, cerró los ojos, se giró tres veces y comenzó a andar en cualquier dirección. En su ruta encontró casas y edificios viejos que se decoraban con distintas tonalidades de color gris, hasta que de pronto divisó a lo lejos una silueta conocida, pero como no tenía ganas de hablar con nadie meditó durante un rato antes de decidir acercarse.

La figura estaba hablando con alguien más, un hombre de aspecto esquelético y tan encorvado que parecía que la frente iba a llegarle a las rodillas. Ari no sabía por qué, pero se cuestionaba si era mejor intentar despertar, quién sabe, tal vez estaba apunto de cruzar una línea y muy dentro de si misma lo sabía, pero sus pasos se volvían firmes sin saber por qué, hasta que estuvo frente a él otra vez.

—Deac igual que todos —.Dijo Ari— creo que solamente nos encontramos cuando me duermo o cuando alucino.

—Claro, tú crees que esto es un sueño... mira a tu alrededor —.La voz de Deac se quebró por un momento— este lugar es más como un limbo, algo entre aquí y allá ¿recuerdas?

Ariadna estaba tan convencida de que todo lo que le sucedía y experimentaba era producto de su mente cansada que decidió seguir hablando con Deac para descubrir hasta dónde podía llegar su imaginación. Dentro de todo lo extraño que podía sucederle, había sin embargo una cosa que le molestaba todavía más: Deac era inusualmente cautivador.

—¿Cómo es que entonces siempre me encuentro contigo en lugares raros?

—Verás, tu también perteneces aquí, es solo que no lo sabes todavía.

Ariadna y Deac caminaron en silencio unos segundos. No había mucho que decir en realidad, de hecho ya era bastante extraño que pasearan juntos por una ciudad creada por la mente de ella, sin pensar en que tal vez estaba simplemente hablando consigo misma o con una creación mental con figura humana que la ayudaba escapar de la que era ahora su realidad.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2020 ⏰

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Entre sombras: El inicio de una era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora