Y todo por una oruga

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Ari quería volver, lo quería con todas sus fuerzas. Era obvio que Leela aparecería en el Arkans en cualquier momento y ella quería recibirla como se recibe a una mejor amiga:con un buen susto. Pero nada parecía funcionar y es que Ariadna, reina encargada de señalar lo evidente, no había descifrado todavía lo que debía hacer para regresar. Retrocedió mentalmente al momento en el que se había perdido, repasó cada episodio, recreó sus acciones y lo único que comprendió es que no lograba comprender nada.

Se dejó caer en el suelo, rendida y resignada, sus ganas de regresar se convertían ahora en tristeza, en abandono y Soledad. Cuando de pronto, una voz aguda y conocida le habló.

- ¿Ari?

- ¿Tú? No, no se supone que estés aquí, también te ha pasado a ti entonces...

- Eh, bueno, yo esperaba otro recibimiento.

- Lee, me alegra verte pero... ¿Por qué me puedes ver?

-Bueno-dijo Leela apuntando a su cara- estos se llaman ojos y sirven para eso, para ver.

Ariadna se echó a reír, extrañaba la sensación de alguien familiar cerca, con Leela a su lado todo se haría más fácil, las clases, el almuerzo, soportar a Keller y enfrentar las alucinaciones que el encierro le provocaba, porque evidentemente todo lo anterior, debía haberlo imaginado. Ari le dio un pequeño tour a Lee, aunque sus indicaciones no hicieron más que confundirla. Lamentablemente las chicas no serían compañeras de habitación, pero al menos estarían juntas incluso más tiempo que antes, así que ambas estaban contentas.

-Hoy vi a tu madre, a Stella.

- Creo que estás confundida, mi madre estaba arriba conmigo, ayudándome con el ingreso. -No- dijo Ari con determinación- ella habló con Mkhyus, creo que tú tienes que hacer algo muy importante, pero ella cree que eres muy estúpida para hacerlo.

- Ari mi madre jamás diría eso de mí- indicó Leela un poco molesta- tal vez lo soñaste o lo imaginaste.

- Si, bueno, es cierto. Pero es que me pasó algo muy extraño, mira...

Ariadna estaba por contarle todo a Leela cuando un estrepitoso zumbido se hizo sentir, de pronto, miles de alas de colores- pertenecientes a extraños y pequeños insectos con labios muy rojos y abiertos- pasaron por sobre sus cabezas entregando un mensaje a todo pulmón:

"GRAN NOCHE PARA ROMPER EL HIELO, PORQUE EN EL ARKANS TODOS DEBENOS TENER UN AMIGO. Y SI NO, TE ASIGNAREMOS UNO. TODOS AL SALÓN A LAS 9 EN PUNTO"

Para ese entonces ya eran las 7.30, así que Ariadna decidió presentar a Lee a las demás, no sin antes advertirle acerca de Keller y sus infinitas ganas de sobresalir.

-Los demás son pues, son un poco, a ver... creo que al menos son... pues no están tan mal.

-¿Eso es todo?

- Pues llevo aquí solo un día más que tú, no es mucho lo que puedo decir.

- Ari ¿no te has puesto a pensar que tal vez sea momento de que tengas un novio dijo Lee sin chistar.

La pregunta había incomodado a Ariadna y no la contestó. Se limitó a guardar silencio y se despistó observando las luces parpadear y cambiar de color con cada paso que daban, a su amiga le encantaban, pero a ella le disgustaban. O quizás era el hecho de que du amiga había tocado sin previo aviso y sin motivo alguno una de sus fibras más sensibles.

Para las 8.30 las chicas estaban listas, todas se habían preparado bastante y hasta se habían maquillado, pero Ariadna en realidad no estaba muy emocionada por pasar tiempo con personas a las que no conocía y tampoco le importaba conocer. Un par de jeans, sus botas de siempre, un sweater azul y su delineado acostumbrado y estaba lista. El salón estaba espléndidamente decorado, las paredes cambiaban de color con diferentes secuencias de movimiento, al menos una docena de altísimos y delgados seres grisáceos y con sonrisas demasiado amplias para parecer agradables se abrían paso ofreciendo bebidas y alimentos a los asistentes. En el techo, unas extrañas esferas de luz se deslizaban iluminando todo el lugar y en el centro del salón, Mkhyus estaba observando absolutamente todo lo que sucedía mientras sostenía una copa de vino que se llenaba cada vez que bebía de ella. Ya todos comenzaban a llegar, cada vez había menos silencio y, aunque nadie estaba todavía bailando o bebiendo, Ariadna se sentía fuera de lugar.

Entre sombras: El inicio de una era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora