HABITACIONES PEQUEÑAS QUE SE HACEN GRANDES

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Millicent Dott llevó a los trece por un pasillo bastante largo, con paredes iluminadas por pequeños focos que cambiaban de color a medida que caminaban.

El ambiente le recordaba a Ari aquellos días en que su madre había estado gravemente enferma y había estado lejos de casa para seguir su tratamiento médico. Alejó sus pensamientos de inmdiato, no podía sentirse triste o melancólica, por el contrario, debía ser más fuerte que nunca y sobre todo, más fuerte que cualquier persona que habitara el Arkans.

Se detuvieron frente a una puerta que en realidad parecía una ventana de esas que jamás se abren.

- Lowderey, Dilky, Sartory, Holler y Reblerross. Serán compañeras de habitación,adelante, entren y acomódense. Les aseguro que podrán encontrar ahí dentro todo el espacio que necesitan. -Dott dijo lo pultimo como intentando parecer misteriosa.

Las cinco chicas entraron a la habitación, en la que no había absolutamente nada más que cinco espejos acomodados cada uno en lo que parecía ser el extremo de cada una de las puntas del pentágono que formaba la habitación.

El instinto hizo que se acercaran al espejo que tenían más cerca y de pronto, observaron algo muy particular. A pesar de que estaban las cinco frente al espejo, este mostraba solamente el reflejo de Alana Holler, pero nada más sucedía, El silencio reinó durante unos segundos hasta que Marian, ofendida por el desprecio del espejo hacia su persona, decidió acercarse al segundo, pero tampoco pudo verse reflejada en el espejo, avanzó al tercero y nada, pero el cuarto fue distinto,, en ese si podía verse y entonces, como si todas hubieran comprendido al mismo tiempo lo que debían hacer, se acercaron a los espejos hasta encontrar aquel que reflejara sus rostros.

Inmediatamente después de que estuvieran las cinco frente a su respectivo espejo, este se iluminó y luego se apagó de pronto dejando ver una imagen que no era un reflejo, sino algo como una fotografía, como un cuadro perfecto de la habitación que cada una había dejado en su hogar. Ariadna quiso tocar la imagen y de pronto el espejo se rompió, pero antes de que pudiera reaccionar o pensar siquiera en lo que había hecho, cada fragmento del cristal comenzó a moverse por una de las cinco esquinas de la habitación y se fueron convirtiendo en aquello que Ariadna había visto en el espejo, y de pronto, en un pestañeo, tuvo frente a ella su habitación, la que había dejado en la casa de sus padres.

Y así sucedió con los otros cuatro espejos, en un instante los espejos habían desaparecido y ahora cada una tenía con ellas un pedacito de su hogar.

Incluso Ariadna, que podía dejar de pensar en aquellos estudiantes que llegarían al día siguiente se fue a dormir con mejor ánimo que con el que había llegado.

Entre sombras: El inicio de una era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora