Bien, admitía que estaba haciendo algo ridículo.
Admitía que era muy cliché escoger un parque como lugar de primera cita, ¿pero qué más querían de su pobre inexperiencia? Con los nervios que tenía fue un milagro que no se olvidara de agarrar las llaves y el celular.
Sentado en la banca del parque, Soraru refrescó el chat con Mafu. Después del mensaje que había dejado en visto de «Ya estoy en camino» no le había escrito nada más. Y no sería raro sino fuera porque el menor llevaba media hora de retraso.
Diablos, Soraru se sentía como el protagonista de alguna comedia romántica cruelmente planeada para hacerte sonrojar y desear estar en los zapatos del que se llevaba el premio gordo de estar con el otro guapo protagonista.
Las gotas cayendo en su cabeza y dándole escalofríos en la espalda le hicieron correr a resguardarse —no sin antes maldecir el clima que no se había molestado en comprobar al salir de casa.
Fue a parar a una simple construcción de madera que tenía un techo. Para entretenerse y no explotar de frustración se concentró en observar a los ajetreados transeúntes que como él se apuraban en buscar refugio o en abrir un paraguas.
Soraru comprobó la hora, ya iban cuarenta minutos y, sinceramente, se habría marchado de ahí bien digno de no ser por la lluvia. Suspiró. Ya qué más daba. De las nubecitas dependía si le tocaba pasar la hora o quedarse solo un par de minutos más.
Sus divagaciones aparentemente eternas fueron detenidas, otras vez por un factor externo, al creer familiar esa cabellera blanca que miraba desesperado todos los rincones del lugar, buscando a alguien.
Bueno, para qué se hacía el misterioso, era obvio Mafu intentando localizarlo con esfuerzo por la gruesa cortina de agua. El menor no pareció mirar en su dirección, como no lo encontró se quedó totalmente parado al lado del tobogán clave, que era donde él estaba hacía unos minutos.
Encogiendo los hombros, no sin cierta molestia por lo que iba a hacer, decidió salir de su cálida guarida para enfrentarse ante la adversidad y buscar a su príncipe. O al menos así de heroico quería ver el hecho de ensuciar una ropa que había comprado especialmente para la ocasión solo para que el ciego de su novio lo notara.
Por supuesto dejando detrás y bien resguardados la mochila donde cargaba el celular, la cámara y un pequeño regalo para Mafu. La lluvia se hacia cada vez más intensa, era difícil ver así que pensó que estaría bien dejarlo solo por un momento. Eso o que se le mojaran.
Corrió hasta donde el peliblanco se abrazaba a sí y miraba sus pies. Cuando se le acercó por detrás no pudo evitar vociferar —por el enfado y el ruido ambiental.
—¡Tonto! ¡¿Por qué te quedas ahí?! ¡Vas a enfermarte!
El rostro de Mafu se había llenado de una gran calidez al verlo, diferente al semblante lamentable de recién. Gritando su nombre y abriendo amplio los brazos lo abrazó. Acomodó la cabeza en su hombro mientras rodeaba su cintura y se pegaba aún más.
Al demonio, si lo abrazaba así no podía seguir regañándolo, la carne es débil, se quiso excusar. Por lo que dejó de resistirse y entrelazó sus dedos en la espalda baja del menor, dejando que este se apoyara en él.
Mafu era muy ingenuo para preocuparse por si alguien los veía o muy astuto para darse cuenta de que el lugar donde estaban y la cortina de lluvia los ponían dentro de un punto ciego. Aunque si Soraru tuviera que apostar, se iría por la primera.
Con susurros y palabras un poco nerviosas en su oído, le explicó el porqué de la tardanza. Que si se le había olvidado agarrar su cartera y tuvo que acompañar al taxista hasta su empresa para que lo apuntara en una lista de deuda, pues el trayecto fue largo. Y luego que si una señora se estaba fajando con su gato y Mafu tuvo que ayudar a alejarlo de su cara. Y que si se perdió intentando acortar por un callejón. Entre otros detalles y muchas disculpas de por medio.
Soraru le dio unas palmaditas en la espalda y le aclaró que todo estaba olvidado. Aunque por dentro se moría por maldecir todo lo que se moviera porque, demonios, tener el calzón húmedo no era algo cómodo, y más si la lluvia era la responsable y no su tierno novio.
Mafu volvió a sonreírle al apartase, aunque mantuvo las manos apoyadas en sus hombros, acariciando el muy mojado cabello que había lavado y peinado con ahínco, y justo cuando pensaba mencionar esa desgracia y hacerse el víctima Mafu tuvo que darle esa mirada.
—Ne, Soraru-san, ¿no crees que sería romántico hacerlo debajo de la lluvia?
—¿Hacerlo? —tartamudeó al principio, su mente no podía sintonizar con la programación infantil adecuada cuando tenía a su novio dándole miraditas, jugueteando con su lóbulo izquierdo y teniendo las normalmente muy anchas ropas pegadas al cuerpo. Pero al final del bug entendió a qué se refería—. ¡Cómo te gustan los clichés!
Fue su respuesta para no dar una él per se, pues hacer como si él no fuera quien desde que lo vio parado en la lluvia ya quería besarlo tan clichémente era una de las ventajas de ser el mayor de la relación, y de tener la personalidad más «calmada». Porque, como es claro, Soraru-sama tenía una reputación que proteger.
Incluso si dijo aquello vio al menor acercarse a su rostro. Qué bien lo conocía, era obvio que se moría por ello.
Así que se dejó hacer. Mafu acarició su mentón con el pulgar y lo llevó un poco hasta abajo, solo para rozar agónicamente ambas bocas semiabiertas. Los ojos de Soraru estaban entrecerrados, los de Mafu bien abiertos analizando todas sus reacciones.
Mafu acunó su rostro, cubriendo ambas mejillas con sus palmas frías, repartiendo besos castos sobre la nariz, el pómulo, los párpados, una sien; dejando ahí apoyada su boca y bajando hasta besar la comisura de sus labios.
Soraru se estaba exasperando con esa parsimonia, ¡y luego decían que él! Alcanzó el límite de su control cuando vio la sonrisita pícara de Mafu por tenerlo tan desesperado, por lo que plasmando de falsa arrogancia su rostro agarró al peliblanco de la nuca y estampó ambas bocas juntas.
Notó que Mafu se tensaba de la sorpresa, pero al recuperarse fue quien lideró el beso. Lo arrinconó contra una columna del tobogán y sostuvo su cintura posesivamente. Demonios, le molestaba en su casi inexistente orgullo que un mocoso actuando posesivo le estuviera prendiendo tanto. Pero ya qué, solo tocaba gozarlo.
Aunque en el momento en que sintió unas piedras duras sobre su cabeza que los hicieron separarse maldijo hasta a Buda. Más tarde agradeció ese granizo que los impidió traumar niños que podrían verlos a la distancia, y de que algún adulto llamara a la policía por alteración del orden público.
De todas maneras, no era como si no pudieran continuar en casa.
ஂ.ꦿ˚·
Okay... ¡Que conste que un besito no tan inocentón no debe arruinar la esencia fluff!
Para este punto —no sé en qué lugar lo vaya a colocar cuando edite— este es el 16to que escribo, siendo los quince anteriores bastante puros.
nEcESitAbA uN pOCo dE iNTenSIdaD.
Arhe.
Espero que te haya gustado. A mí me divertió bastante escribirlo. No leemos la semana que viene~
<3P.D: El título es de una canción de Funkaholic que estaba escuchando al escribir el final.
P.D2: Los «temas» del OS:
❁◦Cita en el parque.
❁◦Lluvia intensa.
❁◦«¡Cómo te gustan los clichés!»
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❛❛ 可愛い ❜❜┊MAFUSORA
FanfictionPorque confesarse por Minecraft y los besos en la nariz es cosa de ellos. ... » Slash » Fluff, warm and fuzzy feelings 🎠❞ Q, espero que esto pueda satisfacer un poco tu anhelo de leer MafuSora tierno.