Capítulo 7

19 6 1
                                    

Noah debía de estar en lo correcto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Noah debía de estar en lo correcto. Los ataques eran recientes, la sangre aún se sentía tibia, como si acabaran de ser asesinados. Solo debió haber pasado unos minutos desde que esto se llevó a cabo. Y de seguro, los demonios seguían estando cerca.

Noah tomó su linterna, iluminando el sendero boscoso al costado de la carretera. A simple vista, no había señales de nada ni nadie. Sin embargo, empezábamos a sentirnos observados.

—Están cerca —advertí. Noah me sonrió.

—¿Cómo estás tan segura?

—He estado en tantas cacerías que puedo asegurar con mucha precisión cuando me están observando. Lo llamo experiencia.

—Yo lo llamaría paranoia —susurró Noah. Iba a protestar, cuando el sonido de ramas siendo aplastadas desde los arbustos llamó nuestra atención.

Noah iluminó el lugar del cual creíamos el sonido provenía. Entonces, tras unos largos segundos, descubrimos que efectivamente había alguien observándonos.

Desde atrás, un demonio saltó a toda velocidad, arrastrando al suelo a Noah, quien lanzó la linterna al suelo. Sin embargo, el demonio cayó también y,, aunque no le hizo mucho daño a mi compañero más que unos raspones, se incorporó y reveló un cuchillo en la mano derecha.

—¡Noah! —Iba a socorrerlo, pero desde el frente, otro demonio saltó hacia mí, dándome una patada en el vientre que me hizo perder el aire.

Perdí el equilibrio y acabé cayendo sentada. Levanté la mirada, notando que el demonio tenía en sus manos un enorme cuchillo de caza. Movió la mano, intentando hundir su arma en mi cuerpo, pero detuve sus manos con la mía.

La cara de sorpresa del demonio fue algo divertido de ver. Quizás, no se imaginaba que una chica tierna como yo fuera a detenerlo tan fácilmente, y menos después de la patada que me había dado. Sin embargo, aquello sólo funcionó porque me tomó por sorpresa.

Forcejeamos un rato, hasta que con un rodillazo a su estómago lo obligué a dar unos pasos hacia atrás, mientras trataba de recuperar el aliento.

Caminé hacia el demonio, quien al verme de pronto tan cerca, ensayó un puñetazo hacia mi rostro. Sin mucho problema lo esquivé, y contesté a su ataque fallido con uno similar. Esta vez, mis nudillos impactaron el puente de su nariz, y no tardó demasiado en empezar a sangrar.

Sin soltar el cuchillo, el demonio me miraba sorprendido, aunque por sus ojos pude notar que empezaba a enojarse. Quizás había herido su orgullo, o algo.

—¡Te voy a matar! —dijo el demonio, antes de correr hacia mí con el cuchillo oscilando en el aire, ensayando un ataque descendente.

Otra vez, solo hice uso de una mano para detener su ataque, mientras con la otra le propiné un par de puñetazos en el mismo lugar que antes. Mis nudillos estaban bañados en la sangre del demonio, pero aquello no hacía más que excitarme.

La Hija del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora