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Bajé del auto junto con Yoongi, avanzando hacia la entrada de la casa de Jungkook, donde se celebraría la fiesta del club de natación. También formaba parte del equipo, así que, en cierto modo, esta fiesta era para mí también. Habíamos tenido una competencia hace unas semanas, y hoy nos informaron que habíamos pasado a las finales. No me pregunten por qué lo dijeron ahora; les aseguro que nadie lo entiende.

Al entrar, noté que aún no había mucha gente, y eso me tranquilizaba. Cuando los lugares se abarrotan, me cuesta disfrutar.

—¡Taehyung-ah! —Escuché la voz de Jungkook y volteé, sonriendo hacia él.

—Hey. —Chocamos los cinco, mientras Yoongi pasaba de largo, dirigiéndose directamente hacia la barra. Ni siquiera sabía que Jungkook había contratado a alguien para servir bebidas. Sabía que habría alcohol, pero esto era otro nivel.—Un minibar... buena idea.

Jungkook rió. —Es una de mis fiestas, debe superar a la anterior, ¿no? —Guiñó un ojo, y me reí con él.—Además, ¡tenemos que celebrar que llegamos a las finales!

El griterío empezó de inmediato, con el equipo de natación saltando y vitoreando. Al fondo, alguien levantó un micrófono, uniéndose a la celebración.

—¡Que empiece la fiesta! —dijo Jaehyun, otro miembro del equipo, exultante de energía.

La gente empezaba a llegar, incluyendo a mi otro mejor amigo, Namjoon, que no era de nuestro colegio; lo conocimos en otra fiesta.

—¡Taehyung, viejo! ¿Cómo estás? —Gritó Namjoon, sonriendo al acercarse.

—¡Nam! ¿Estas de niñera con tu primo hoy también? —sonreí al notar a Jimin detrás de él, rodando los ojos. Fastidiarlo era uno de mis pasatiempos favoritos.

Namjoon pasó un brazo por mis hombros, llevándome hacia la barra donde Yoongi ya parecía estar en su segunda ronda de... lo que sea que estuviera bebiendo. Me senté a su lado y pedí un daiquiri. Cuando el bartender me pasó la copa, levanté la vista y noté a Jimin en la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música.

—Si sigues mirándolo así, voy a pensar que quieres algo con mi primito, Kim. —Namjoon se burló, y yo solo me reí.

Antes de que pudiera responderle, alguien nos interrumpió.

—¿Nam? —Ambos volteamos, y allí estaba Seokjin, sonriendo. Conocía esa sonrisa; era la que hacía que Namjoon se derritiera.—Sabía que eras tú. ¿Vamos?

—Anda, ve a bailar, idiota. Te están esperando. —Le empujé levemente cuando el no respondió. Seokjin comenzó a reír, y antes de que Namjoon pudiera reaccionar, le tomó la mano y le dio un beso fugaz.

—Vamos. —Seokjin me guiñó un ojo antes de que se lo llevara a la pista, dejándome con Yoongi y mi daiquiri.

Observé alrededor, notando cómo las parejas empezaban a formarse. Me costaba creer que todos estaban en algo. Suspiré, tomando un sorbo de mi bebida.

—¡Es hora del baile a oscuras! ¡Elijan a su pareja! —La voz de Jungkook resonó por los altavoces, y un segundo después, las luces se apagaron. Resignado, avancé hacia la pista, decidido a tomar el brazo de alguien al azar. Estas actividades de Jungkook siempre me daban una mezcla de molestia y emoción.

Alguien se acercó, y sin ver quién era, rodeé su cintura con mis manos. Los brazos de esa persona se deslizaron alrededor de mi cuello, y sentí su respiración acariciar la piel de mi cuello. Sabía que era un chico; su cabello corto y el aroma de su fragancia lo confirmaban. Bajé la cabeza un poco, buscando su rostro en la oscuridad, hasta que mi mejilla rozó la suya.

Me gustaba cómo olía. Sin dudarlo, acerqué más su cintura a la mía, ignorando el baile. De repente, uno de sus dedos rozó mis labios, separándolos suavemente. Sin pensarlo, tomé la señal y me incliné para juntar mis labios con los suyos. El beso fue intenso, y ni siquiera cuando encendieron las luces sentí el impulso de detenerme.

Nos separamos solo después de unos segundos, con nuestras respiraciones aún entrelazadas. Cuando abrí los ojos, me costó adaptarme a la luz, pero enfoqué su rostro y se me dibujó una mueca.

—¿Park?

—Kim. —Jimin me miraba con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente hinchados.—¿Tengo algo en la cara o qué?

—Nada, solo... estaba recordando que acabamos de besarnos. —Me burlé. Jimin hizo una mueca antes de dar media vuelta y alejarse.

Más tarde, cuando la fiesta ya había terminado, Jungkook nos pidió a algunos que nos quedáramos a dormir, ya que era evidente que no estábamos en condiciones de irnos. Por desgracia, solo quedaban tres habitaciones libres y, para mi sorpresa, terminé compartiendo cuarto con Jimin.

Abrí la puerta de una de las habitaciones y lo encontré con el pecho al descubierto, hurgando en el armario, buscando algo que ponerse que no fuera para un niño de 7 años. Al parecer, este era el cuarto que Jungkook había usado cuando era pequeño.

—¿Quieres la mía? —le ofrecí, viendo su expresión de duda mientras me miraba.

—¿Y tú con qué vas a dormir? —preguntó, mirando la ropa infantil en el mueble con frustración.

—Suelo dormir sin camisa. —Jimin soltó una risa, sorprendido, mientras yo comenzaba a desabrochar mi camisa, notando cómo su expresión se volvía incómoda y nerviosa. Con cuidado, lo ayudé a ponérsela, y mientras abrochaba los botones, mis dedos rozaron suavemente su piel, sintiendo cómo su respiración se volvía algo errática.

La camisa le quedaba grande, llegando unos tres dedos arriba de sus rodillas, y las mangas eran demasiado largas.

—Gracias... —susurró, metiéndose en la cama rápidamente mientras yo me dirigía al baño.

Cuando salí, lo encontré mirando al techo, claramente sin sueño. Tomé una de las botellas que quedaba en una de las esquinas de la habitación.

—Ven aquí —le dije, tirando dos almohadas al suelo y dándole una palmada a la otra, esperando que viniera.—No tengo sueño, así que vamos a hacer algo interesante.

Jimin dudó por un momento, pero finalmente se unió, sentándose frente a mí. Nos miramos, ambos conscientes de la tensión, pero ninguno parecía querer romper el momento.

lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora