Capitulo 3

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El cansancio trae consigo pesadillas

Exhausto miré el reloj.

12:28 am

Realmente estaba saliendo demasiado tarde del trabajo, tenia pocas horas para dormir y una probabilidad casi inexistente de pasar el ensayo de mañana, la materia de Teoría social me estaba dando patadas en el trasero.

Cerré el estuche de la guitarra y la cargué sobre mi hombro, aún recuerdo la primera vez que la cargué y lo mucho que pesaba, mi padre me había inscrito en clases de guitarra para distraerme y así evitar los ataque de ira que me daban.

- ¡Tierra llamando a Alper! - intervino en mi recuerdo Maik - ¡Vamos el auto ya esta afuera! - me informó.

Me centré nuevamente y comencé a inventar una excusa para mi madre, aunque ya sabia donde me encontraba todas las noches para ella no era un empleo por el simple hecho que a pesar de que ya tenia varios meses aún le seguía pidiendo dinero para las meriendas de la universidad.

Es complicado.

Subí al auto y espere paciente llegar a mi destino, los chicos bromeaban en el camino, pero yo solo pensaba que debía pagar esas cervezas. Me mantuve en silencio absorto en mis pensamientos y luego de que llegué a mi hogar sólo hablé para despedirme.

¡Aqui vamos!

Introduje la llave como si fuese la cosa mas delicada del mundo, la giré para quitar el seguro y entré con mucho cuidado, la casa estaba en penumbra una vez más, diría que esta vez mi madre no lo notará...

- Bonitas horas de llegar - su voz hizo un gran eco en la sala de estar, di un brinco del susto y por poco le propino un golpe en la cara por impulso.

- ma..má - tartamudeé - ¡Casi te golpeo! - le reproché - ¡No hagas eso de nuevo!

Ella encendió la luz desde su posición y se encontraba con su típica expresión.

- lo siento - murmuré bajito antes de que pudiera decir algo.

- no quiero tu disculpa - ¡Auch! - necesito que me digas ¿Que ganas con hacer esto

- ¿Hacer qué? - pregunto nervioso - seguro ella lo sabía, las madres lo saben todo.

- ¿Por qué quieres buscar a tu padre? - preguntó sin filtro.

¡Vaya, si que lo sabía!

Suspiré, odiaba que me conociera tambien, pero al mismo tiempo era la única persona con quien podía ser yo, sin máscaras.

Me encogí de hombros - mamá ni siquiera yo sé lo que estoy haciendo - me sinceré, no valía la pena mentirle.

Él se habia marchado, así sin más, no debería de importarme lo que hiciera con su vida, pero en el fondo sentía que mi padre era mucho más que eso.

- entiendo - dijo ella en tono maternal - quieres una explicación.

Si.

- no, no es eso - corté de inmediato antes de que continuara con el tema que mas odiaba en el mundo. - madre debo dormir, estoy agotado.

Caminé para dirigirme a mi habitación lo más pronto posible pero ella me detuvo en seco con su voz. - algunas cosas es mejor no saberlas hijo - pronunció alto, luego apagó la luz y entró en su habitación, dejándome con un nudo en la garganta y miles de preguntaste.

¿Por qué me abandonó?

Aparté el pensamiento, entré en mi cuarto y cerré con seguro, mañana tenía mi ensayo, debia descansar, me dí una ducha rápida para relajar los músculos y luego recosté mi cuerpo sobre mi blanda pero cómoda cama.

Me encontraba sobre la rueda de la fortuna, era lo suficientemente alta como cara ver casi toda la ciudad,  amaba ésta vista, hace mucho que no venía aquí.

El cielo estaba opaco, las luces alumbraban las montañas lejanas, el viento soplaba con fuerza, y la rueda giraba lentamente sin detenerse

Miré hacia abajo, el parque se encontraba solo, que extraño.

Dí una vuelta entera y cuando estaba nuevamente arriba, me detuve, el pánico me invadio por completo.

¿Me dejaran aquí arriba?

¿Asustado? - esa voz.

Giré mi cuerpo con cuidado y detras de mi, en el siguiente asiento, se encontraba ella, otra vez.

-¡Tú! - dije sin poder detener el asombro en mi voz.

-te dije que nos volveríamos a ver.

Ladrona De SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora