38. Plenitud Vibrante

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Trepa por el agujero formado en el tronco, tras un rato consigue llegar a una salida, lo cual le genera cierta sorpresa. Jimin aparece pocos segundos después, recostándose de la cola del Naga y dando algunos toques a las hojas para que caigan más de esas pequeñas luces naturales. Jungkook admira con la boca entreabierta.

El árbol es sencillamente genial. Cualquiera querría quedarse en este lugar eternamente por lo cómodo que consigue hacer sea visualmente o a nivel de aroma. No es precisamente somnífero. Es más bien tranquilizante. Similar al hedor que desprenden sus pinturas para crear el efecto mágico.

— ¿Te gusta? —cuestiona después de rato, recostándose de Jungkook que lo rodea con los brazos por pura inercia. Acostumbrado a hacerlo cada vez que lo tiene mínimamente cerca. Asiente con la cabeza—. Puedes venir cada vez que quieras. Es tu hogar como de lo dije antes.

—Podemos venir.

—Yo me voy a quedar.

— ¿Ah?

Gira la cabeza con rapidez hacia él ¿Qué se piensa quedar? ¡creyó que eso era una cosa de primer instante! Un pequeño susto o broma de su parte. No que pensara quedarse. Su agarre en torno a la dríada se hizo aún más fuerte. Jimin levanta la cabeza, viéndolo fijamente, notando esos ojos verdes llenos de pánico ante la posibilidad de no retornar.

—Quiero quedarme un tiempo aquí, estuve veinte años lejos—Balancea la cabeza volviendo al frente. Estira la mano y recibe una partícula brillante—. Y pensando que moriría sin haber estado aquí ni una sola vez—Cierra la mano y la abre de nueva, soplando. En consecuencia, lucecillas más pequeñas salen revoloteando—. Lo necesito. Al menos unas semanas.

—Semanas. —repite. Siseando más de lo necesario.

—Puedes venir las veces que quieras. Jin también. Que yo me quede no impide que vengas.

—No quiero que te quedes—Admite, más por disgusto que por propias ganas de ser sincero con él—. No me puedes dejar solo. T-tú mismo dijiste que no querías que-

— ¿Acaso no vas a volver?

— ¡Yo no quiero la distancia! ¿Cómo voy a saber que estás bien?

Cómo vas a recordar que debes volver.

Que certeza tengo de que no te vas a olvidar de mí

¿Y si alguien viene a hacerte daño y no estoy para cuidarte de ello?

¿Y si viene alguien más y te enamoras de esa persona?

— ¿Qué tanto piensas? —pregunta volviendo a levantar la cabeza y acariciar el rostro de Jungkook—. Sabes que te quiero demasiado ¿Por qué no confías un poco en mí? Sería incapaz de abandonarte. Tú no me abandonarías tampoco. Por eso estará bien incluso sin vivir en el mismo espacio durante un periodo corto de tiempo.

Arruga la cara ¿Cómo puede estar seguro de eso? No le gusta. E es muy lejos de su territorio, ligeramente cualquier cosa puede pasar. Este árbol es excesivamente voluminoso. Hay que ser tonto para no notar la energía que tiene dentro de sí. Desde la más pequeña raíz y rama e incluso es las hojas que caen.

Ya todos saben perfectamente como son Jimin y Taehyung. Es cosa de sumar dos más dos adivinar que vienen de este árbol con lo mucho que se parecen. Da un suspiro exasperado. Se rehúsa a permitir que Jimin se quede aquí, lejos, solo, sin él ¡SIN ÉL!

—Vamos juntos mañana a casa. Pintaré uno igual a este para que no sientas que lo dejaste. Haré lo que mejor te parezca para que vayas conmigo. —Ofrece con la boca haciendo pucheros, así como una pequeña fisura en las mejillas. Jimin sonríe, girando y jalándolo de las mejillas.

Que abra las fauces sin una provocación es extraño, más aunque que Jimin pueda encontrarlo tierno incluso de esta manera. Da besos por el rostro del Naga verdoso y aparta con un puchero similar.

—Me quedaré—dictamina, una tajante conclusión sin lugar a replica y Jungkook da un quejido dolido—. Un tiempo. Quizá no muy largo. Quizá sí. Quiero... sentirlo por más tiempo. Esta individualidad.

—Siempre has sido individual.

—No. No lo era.

— ¡No hay diferencia...!

—Si la hay, por eso quiero vibrar aquí, así—Los brazos de la dríada se deslizan por los hombros de Jungkook que abre los ojos con sorpresa—. Que tan grande puedo crecer, que tanto puedo vibrar, que tanto puedo darte de comer—musita con lentitud, Jungkook exhala. Maldita sea este olor...­—. Venga, acompáñame, nos hizo ese espacio a solas para esto precisamente.

Ah, lo está haciendo a propósito. A decir verdad, ya no entiende a Jimin en lo absoluto. Es demasiado confuso: Como si de alguna manera y desde el principio, lo hubiera estado manipulando a él, Jungkook, para llevarlo a este punto exacto. Uno donde lo necesita con una desesperación horrible y se piensa que tan factible es cumplir con lo que dice.

En otra situación simplemente lo duerme y se lo lleva de allí. No lo escucha y considera o bien, se deja seducir de la forma más tonta posible y ahora ocupa ese espacio medianamente oscuro de hace un rato, con su cola rozando y envolviendo a medias a la dríada que no para de besarlo.

—Deja de tener tanto miedo de que me iré, si así fuera, no te habría insistido en venir en primer lugar. —afirma delineando los ojos de Jungkook. Este lo ve fijamente un instante, abriéndolo de piernas para que estén a cada lado de su cuerpo. Jimin suspira.

Es extraño.

Es diferente.

Es fenomenal.

Sería del todo imposible describir que tan bien se siente ahora. Como es una vibración más concisa. Más excitante, como si toda la energía que pierde a medida que Jungkook la consume, se va regenerando en torno a él si necesidad alguna de que la vegetación en torno a él se marchite. Abraza a Jungkook con fuerza, teniendo este las manos en los glúteos de Jimin, enterrando las uñas ahí y seguido morder el hombro pálido y expuesto.

Jungkook por momentos se pregunta si esto está realmente bien. Este árbol está genuinamente vivo y puede escucharlo sonar. Como si cantara sin parar un suave arrullo. A ello viene la extrañeza de estar aquí, penetrando con sus dos miembros a la dríada que surgió de la corteza.

Es como estar devorando a un hijo frente –o dentro-, de su madre. Extraño y al mismo tiempo, le produce un morbo terrible. Pues mientras más lo consume, más lo muerde, más lo marca. Cada rasguño, corte, chupón y moretón es una marquita de pertenencia a lo largo de todo el lienzo que es el cuerpo de Jimin.

—Soy tu compañero, no una cosa. —musita recostado en su hombro, con el semen saliendo de su culo y entre los miembros del Naga.

—Esa conclusión suena bonita ¿De dónde la sacaste? —cuestiona, pues con la certeza que tenía Jimin en el tema de ser un objeto, que saltara de la nada lo confunde.

—Lo empecé a meditar cuando me dijiste que me querías—admite en un suspiro y sacando los labios ligeramente—. Y pudiste entrar aquí, así que es sincero~ Muy sincero~ —da un beso a la mandíbula de Jungkook, el cual sisea complacido antes de acercar la punta de la cola hacia la boca de Jimin.

Entreabre los labios, permitiendo que se deslice. Chupa, absorbiendo el veneno al que ya está tan acostumbrado que, en este instante, es peor afrodisiaco de lo que ha sido jamás. Su jadeo al tener la boca libre le ocasiona una sonrisa a Jungkook.

—Compañero~ —sisea metiendo la lengua en la boca de Jimin y sentir las manos de este enredarse en su cabello. Vale, el árbol trajo mejores conclusiones de las que hubiera esperado.

Espera poder convencerlo mañana de que se vayan. Por ahora, buen provecho.


Cercis | KookMin || Book 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora